Te vas

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Keith hizo la maleta, la misma que trajo seis meses antes, y se sorprendió al ver que todas sus cosas ahora no cabían en su valija. Shiro le había dado tanto, tanto físico como no físico... 

Tomó con cariño el pequeño marco rojo entre sus manos, aquel que le había regalado Shiro con una foto de Lance y él en el parque de atracciones. La miró durante incontables segundos y la guardó en su maleta, protegiendo el cristal entre sus ropas. Tomó la chaqueta favorita de Lance de encima de su silla, la verde con capucha. Lance se la había dejado allí hacía días, pero aún no la había recogido ni parecía haberla echado en falta. Se la acercó a la nariz y aspiró suavemente. Claramente olía a Lance. La abrazó contra su pecho y se despidió depositando un beso sobre la tela, pensando todas las palabras que nunca tendría valor de decirle al cubano a la cara.

- "Pensaré en ti cada día. Te quiero más que a mi vida."

Una lágrima traicionera cayó del ojo derecho de Keith, el ojo que primero le lloraba siempre, dejando una pequeña gota sobre la chaqueta. Keith pasó su pulgar por encima, intentando inútilmente quitarla de allí.

- "Eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. No espero que me entiendas. Espero que me olvides... Y que seas feliz."

Keith salió de la habitación arrastrando la maleta con ruedines, haciéndola resonar por el pasillo de parqué. Se paró delante de la puerta de Lance. Sabía que debía despedirse.

- Lance.- Llamó a la puerta con sus nudillos.- Soy yo, Keith... - Pero sólo obtuvo la callada por respuesta. Keith tampoco se atrevió a abrir la puerta sin permiso.- Me voy.- Exhaló tras un buen rato.

Keith bajó las escaleras, encontrándose con Krolia y Shiro esperándole en el comedor.

- ¿Te has despedido de Pidge y de Lance?- Le preguntó el mayor, dándole un abrazo de despedida.

- De Pidge sí...

- ¿Y Lance?

- No quiere verme.

- ¿Quieres que hable con él?

Keith negó lentamente con la cabeza. Quizás era mejor así.

- Vámonos.- Le apremió Krolia, aún temerosa de que Keith cambiara de opinión en el último momento.

- Te echaremos de menos.- Le dijo Shiro, abrazándole de nuevo.

- Ya...- Murmuró Keith, incapaz de decir nada más.

- Llámanos de vez en cuando. O escríbenos. Estaremos aquí para ti siempre.

- Ya lo sé. Gracias... - Respondió el otro, sin abrazar de vuelta al mayor.

Volvió a tomar su maleta por el mango y salió de la casa con su madre. Miró hacia la ventana de Lance mientras se dirigía al taxi en el que había llegado Krolia y allí lo vio, mirándole, asomado con la cortina medio abierta. Levantó la mano para despedirse, pero Lance corrió la cortina del todo antes de que pudiera agitar la mano. Así que suspiró, cargó su equipaje en el maletero del vehículo y subió con su madre, quien atrajo su cabeza hacia ella y le acarició el pelo, intentando animarle un poco. Krolia era consciente de que aquello no estaba siendo sencillo para su hijo, pero llevárselo era lo mejor que podía hacer por él, según su parecer.

Shiro cerró la puerta de la entrada tras ver al taxi alejarse y subió las escaleras para ver cómo estaban Lance y Pidge, los cuales seguían cada uno en su habitación. Se decantó por ir primero a ver a la chica, ya que quizás conversar con ella sería más sencillo y breve.

- Pidge.- La llamó desde su puerta.

- ¿Qué?- Respondió ella, sin dejar de mirar la pantalla de su ordenador.

Inefable IdiotaWhere stories live. Discover now