Desaparecida

2.2K 328 107
                                    

Keith no podía sentirse más dichoso. Estos parecían los días más felices de su vida. Se había reunido de nuevo con Hunk y Pidge, quienes lo recibieron con los brazos abiertos en cuanto se enteraron de que él y Lance volvían a estar "juntos", había podido al fin quedar un día a solas con Shiro y ponerle al corriente de su vida, en el trabajo le habían encontrado un curso de socorrismo gratuito que tenía muchas ganas de hacer... En conclusión, todo iba bien. Notaba su corazón latiendo en el pecho en vez de en su puño, como meses atrás, y aunque por supuesto echaba de menos a Krolia, Acxa y a los amigos que allí había hecho (Kolivan, Ilun, Vrek...) no podía arrepentirse menos de haber vuelto.

En cuanto a lo de estar "juntos" y el motivo de las comillas... Lo cierto es que Keith no estaba seguro de cómo bautizar la relación que ahora mantenía con Lance. ¿Amigos? ¿Más que amigos? ¿Amigos con derecho a beneficios? Al menos estaba seguro de que Lance le correspondía, por los detalles que tenía con él, cómo le cuidaba, cómo le miraba, cómo le besaba... Era obvio hasta para las piedras. Pero... Ahí estaba su inseguridad de nuevo.

Habían hablado de muchas cosas durante los últimos dos meses después de la fiesta. Le había explicado porqué se había ido a Bran, su necesidad por sentirse querido por los de su sangre, de conocer a su madre y darle una oportunidad, al igual que él había recibido esa opción en casa de Shiro años atrás. Lance lo había entendido, aunque seguía defendiendo que podrían haber tenido una relación a distancia. Keith, por su parte, no lo creía y posiblemente nunca cambiaría de opinión ni se arrepentiría de sus decisiones. Cada uno tenía una forma de pensar distinta, y eso era maravilloso, porque pese a sus diferencias, seguían juntos, tomándose las manos, bromeando, mostrándose amor y conviviendo como una pareja de recién casados.

Por suerte o por desgracia, la comunicación no había sido unilateral y Lance le había contado sobre sus ligues... Sobre Lotor, Florona, Plaxum... Y alguno más cuyo nombre Keith no quería recordar y sobre el que tampoco quería pensar, porque se ponía tan iracundo que podría trepar por las paredes lisas de su cuarto sin caerse.

Y si pese a todo, seguían sonriendo juntos, ¿qué podría ir mal?

Keith llegó a casa silbando una canción de Imagine Dragons y toda su alegría se esfumó en cuanto vio al moreno echo un mar de nervios, levantando las sábanas de la cama, tumbándose en el suelo para mirar debajo de las sillas, abriendo la nevera para intentar encontrar quién sabe qué dentro...

- ¿Lance?- Le llamó cerrando la puerta tras de sí. Estaba claro que el cubano estaba buscando algo y que parecía desesperado por no poder hayarlo.

- ¡No encuentro a Oreo! ¿Tú la has visto?- Respondió gritando, el sollozo atragantado en su garganta.

- ¿La gata?- Preguntó Keith, intentando reaccionar.

- ¡No, la galleta!- Se exasperó el otro.

- ¿En serio? ¿Buscas las galletas?- Volvió a inquirir Keith. Realmente no se le daba bien pillar el sarcasmo hasta un punto infame. (Y en su defensa, acababa de ver a Lance buscando en el frigorífico...)

- ¡Santo Dios, Keith!- Chilló Lance indignado de lo literal que podía seguir siendo aquel tipo. No había cambiado casi nada en ese tiempo. Le tiró un cojín en la cabeza, a ver si así le espabilaba un poco.

- Ok, la gata.- Dedujo, esquivando el objeto volador.

- Ayúdame a encontrarla.- Imploró Lance, mirando detrás del rascador.

- Voy.- Se apresuró el otro.- No está detrás de la tele. ¿Es posible que se haya escapado?

- ¿Cómo?- Se preguntó Lance mordiéndose las uñas.

Inefable IdiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora