ᴠᴇɪɴᴛɪᴜɴᴏ

9.7K 641 110
                                    

Sus ojos, están incrustados en los míos. Insiste en mirarme. Sin embargo, no podía renegar a su mirada persistente.

Se relame los labios, con sus codos completamente apoyados en el respaldar de la cama.

—Decide. —Sus palabras son concisas, retantes.

Consideraba que su fría e inexpresiva mirada era sinónimo de enfado, me queda claro sus razones. Además, temía por mi conciencia en ese momento, los remordimientos hacían que mi pecho se acelerase, no podía dejar solo a Taehyung.

—Lo siento.

Había respondido de manera repentina, lamentaba mis decisiones.

Mis manos estaban heladas y me costaba moverlas, los nervios carcomían mi ser. Tenía miedo de su posible reacción y de las consecuencias que ameritaba. No quería que se aleje de mi lado.

Ansiaba permanecer así, con él y su mirada asesina a mi par... Entre mis sábanas.

Pero cuando mi cuerpo se posicionaba de pie, sus manos se colocan alrededor de mi cintura, dejando caer mi anatomía sobre la cabecera de la cama.

Él se coloca sobre mi, con delicadeza. Luego, me sostiene de las muñecas sin llegar a lastimarme.

—¿Por qué lo sientes? —Replica, con sus ojos sobre mis labios.

Los segundos pasaban, mi boca no se movía.

—Yo...

—Por favor, sólo quedate conmigo. —Ruega, cuando su voz se suaviza de repente. —Sólo hoy, no pediré más. Lo prometo.

Su mirada inocente encendió un cerillo en mi interior. Una sonrisa se impregnó en mis labios, siento la necesidad de abrazarlo.

Mis manos rodean la curvatura de su mandíbula, acoplándome: su rostro y el mio. Y entonces, lo besé.

Lo besé con una inminente desesperación, cerrando los ojos cuando sus largas pestañas apenas rozan mi piel y sus labios responden a mi acción.

Cuando nos separamos, sus orbes marrón se clavan en las mías. Después sonríe vagamente antes  de colocar su cabeza sobre mi pecho.

—¿Es un sí? —Me indaga. Sus dedos jugaban con el borde de la blusa.

—Sí.

—¿Por qué estás temblando?

—En realidad, no lo sé.

—Tu corazón late muy rápido. —comenta de repente. —¿Es por mi?

‹‹¡Deja de fingir inocencia!››

—Supongo. —Respondo. Mi rostro había adquirido un rojo leve.

—¿Sabes? Me gusta estar así contigo. Eres muy cómoda, princesa.

No respondo. No sabía de donde había sacado la idea de que mis costillas son sinónimo de comodidad.

Tampoco sabía de donde saqué el valor de acariciar su cabeza. Él permaneció inerte, no se movía. Sin embargo, risillas salían de sus labios de vez en cuando.

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Donde viven las historias. Descúbrelo ahora