ᴄᴜᴀʀᴇɴᴛᴀ ʏ sᴇɪs

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Es un sonido inaudible, un pequeño susurro sin objetivo, pero consigo percibir su timbre. Taehyung mantiene sus manos en mi piel, aferrándose a la idea de tener un polvo veloz.

—Carajo—. Me mira con insistencia, cohibiendo el movimiento libre de mis manos.

—¿Qué sucede?—. Indaga caundo inmediatamente, ladea con ternura su cabeza hacia la derecha. Sus dedos me hacen cosquillas en el borde de mi blusa.

—¡El táctil no funciona!

Joder, sólo podía temblar mientras la pantalla trizada en vidrio, deslumbra el nombre de mamá con urgencia. Era tan estupida como para olvidar el gran golpe que Jungkook le dio a mi móvil contra esa isleta del corredor.

—¿Como has podido romper la pantalla así?, no funcionará por más presión que hagas con los dedos— manifiesta con su rostro en una mueca. Lo veo arrebatarme el móvil de las manos, sentada, sin palabras que gesticular—. Mira, es inservible.

De un momento a otro, su anatomía se endereza, aún con mi cuerpo sobre el suyo. Esa pequeña tensión objetiva, se ha quedado flotando en el aire.

Sus manos contornean el borde del protector de pantalla, trozando con cuidado lo que quedaba de la pantalla en sus últimos lamentos. Ha quitado la funda del móvil, y por poco, un par de papeles se resbalan desde el interior del plástico.

Mi mente se reinicia, ¿de dónde salió eso?, son papeles finos, como facturaciones de algún pedido, sin embargo, no me debía importar eso ahora.

—Mierda—, murmura Taehyung—. No funciona.

Es algo obvio, mi móvil se ha topado contra la ira de
Jeon Jungkook, un castaño efusivo de asombrosa fuerza.

—¿Qué quieres decir?

Me ha alejado, un par de milímetros de su cuerpo, la pantalla vuelve a iluminarse y el sonidillo trabaja en taladrarme los oídos, esta vez, con el nombre de papá en el detector de llamadas.

Como impulso, tiendo a tomar medidas drásticas; deslizó mis dedos sobre la pantalla, una, dos, tres... ¡Por una mierda!, perdí la cuenta cuando el móvil se apagó por última vez.

—Cielo, no funciona.

—¡Papá me matará!

—Hey—, sus manos me han tomado de la barbilla, dejando caer el aparato sin funcionamiento sobre el edredón de la cama—. tranquila.

Aún así, no puedo apropiarme de la calma necesaria para apaciguar mis ansias. Estaba jodida. Pero, aún con los ojos en blanco, logró percatarme de nuevo de esos malditos papeles.

El Kim ha mirado directamente al piso. Sobre su adorable alfombra descansaban documentos de quién-sabe-qué era.

Me echa un vistazo veloz para tomar en sus manos el conjunto de hojas, sus dedos buscan forma al papel y finalmente, se deja consumir de la curiosidad.

Todo pasó tan rápido; luego de segundos, su rostro se había vuelto un poema. Se puso pálido de pies a cabeza y sus ojos se agrandaron con indignación. Me preocupé, él había comenzado a relajar su expresión para finalmente bajar la mirada a su regazo, a esa pequeña conexión de nuestras extremidades enredadas entre sí.

Me sentí a desfallecer, ¿Qué sucedía?

—¿P–pasa algo?—. Él se mantenía en silencio, sólo podía escuchar como su respiración se calmaba lentamente con el paso del tiempo.

Y de un momento a otro, me extiende el papel enrollado en sus dedos, su mirada neutral lúgubre hizo que me pasmara. El Kim insiste una vez más. —Lee.

Fue tan precipitado, mis ojos comenzaron a gotear por impulso propio. Era una carta de declaración, tan sólida que mi cuerpo tuvo la obligación de arrugar la hoja...

No podía pasar por alto la delicada escritura cursiva de Jungkook, aún más cuando su firma intacta adornaba el borde de la hoja. ¿Por qué justo ahora se presenta esto? Estoy confundida y mis opciones se limitan a muy pocos caminos.

Entonces recordé, ese momento de abstenerme de una potencial hipotermia en los lagos, y ese trozo de papel con su portavoz. Sus besos, sus caricias, sus sonrisas. Miles de recuerdos de ese lugar, nítidos, casi como vivirlos de nuevo.

Como una película...

«¡Secretito!»


¡¿Este era el jodido secreto que tenías entre manos ese día?!, Olvidé por completo la existencia de esta carta, y ahora me traía consecuencias veraces en el presente.

Mi mente da vueltas, tengo la sensación de mareos repetitivos, creo que voy a—.

—Oye, es suficiente—, el Kim me ha dado palmadas en la espalda, cuestionando mi ataque de ansiedad. ¿Cuál era la manera correcta de reaccionar?—. Basta, linda. Respira.

No, ahora simplemente quería estar en mi cama, hacerme un pequeño ovillo entre las sábanas y llorar, una y otra vez.

¿Por qué, Jeon?, ¿qué es lo que traes entre manos?

Entonces me vi, sollozando en los brazos de él hombre equivocado. Ese espejo que antes me recriminaba, ahora me da todas las respuestas.

—Taehyung, ¿Qué es lo correcto?

Él simplemente sonríe, brindándome esa sonrisa cuadrada tierna de siempre. Sus brazos me acogen una vez más, tomando la carta y a su vez, haciéndola un torniquete.

—Los sentimientos no se plasman en papel, linda—, su brazo se extiende, alargando esa extremidad hasta tomar de su mesa de noche, un pequeño encendedor negro—. ¿Qué crees que es lo correcto? Tómalo como acciones, ¿Por qué llorar?

Y sin repercusiones, ha incinerado la carta. Entro en pánico, mis manos tiemblan y paso saliva.

—¡¿Qué es lo qu–.

Como nada, me propina un beso esquimal luego de hacer cenizas el trozo de papel sin importar que sus sábanas pulcras se tornen de negro. De repente, limpia mis lágrimas y me consuela con un murmuro.

—Él es un imbécil—. Corta, como si nada y sus brazos me acogen sobre su pecho una última vez—, te tuvo desde el primer momento, pero no supo valorarlo como es debido—. Me encojo de hombros, él suspira.

—¿D–desde cuándo lo sabes?

—Creo que desde siempre. Eres muy obvia, ¿lo sabes?— mi corazón ha dado un vuelco monumental—. Tan sólo hubiera deseado que me miraras una vez, de la misma manera en que lo haces con él... con amor—. Siento su respiración acelerarse, decido mirarlo a los ojos—. Pero no puedo cambiar lo que sientes y verte lamentar el no estar a su lado no es una opción, _____. Creo que es verídico. Cariño, él ha ganado.

No digo nada, simplemente, no puedo reprimir mis lágrimas, detestaba mojar su camisa de esta manera mientras él acaricia mi cabeza, peinando mi alborazado cabello con ternura.

—Eres única, tan especial que siento envidia. Pero por una vez, piensa en ti. No en mi, no en Hyejin ni en nadie. Sólo en ti, amor ¿Qué es lo que quieres?

¿Qué es lo que verdaderamente quiero?

Basta de cuestionamientos.

Estaba claro, tan sólo necesitaba verlo a los ojos, era consciente de que me lanzaría a sus brazos sin dudar.

Jodido Jeon Jungkook, ¿Qué me has hecho?, es cuando caigo en cuenta. Un pequeño reinicio y de nuevo las peligrosas tres J.

—A él—. Contesto firme y sin titubeos, por primera vez en toda la maldita noche. Estaba siendo sincera conmigo misma.

—Entonces, ve. Eres libre.












✔ ; ᴇᴅɪᴛᴀᴅᴏ

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Where stories live. Discover now