𝓔𝓹𝓲𝓵𝓸𝓰𝓸

8.2K 539 70
                                    

Me gustaría permanecer así, siempre, bajo sus sábanas y observar su rostro adormilado tratar de acostumbrarse a la luz que se cuela de las persianas.

¿Qué hora es?

Mmh, no importaba.

Sinceramente, me importaba una pieza el mundo, ahora, creo que su pecho es más cómodo, podría fusionarme a su piel.

Maldita sea, estoy jodidamente perdida.

—Buen día—. De repente, su voz grave y adormilaba me deja inerte por un par de segundos. Siento sus brazos colarse por mis caderas y arroparnos una vez más hasta el pecho. Juntos, como pareja.

Oh, he llegado a tomarle cierto cariño a esa palabra, ahora pintaba un significado distinto, ya no era espeluznante.

—Hola—. He sonreído y eso parece divertirle.

Me ha sujetado con cariño, acurrucándome entre sus brazos y la almohada de su cama. Sus dedos me acarician las puntas del cabello —Te noto feliz, ¿sucede algo?

Ha sonreído, de la misma manera en la que lo hace siempre; seductivo e infantil. Una combinación extenuantemente peligrosa.

—Nada en especial. Quizás solo me gusta verte dormir.

—Inventa otra excusa—. Me ha plantado un efímero beso antes de colocarme sobre su regazo, mirando directamente mis ojos.
—Te ves esplendido, cariño—, canturrero. Sus manos se deslizan con delicadeza bajo la blusa de su pijama, que cubre mi piel expuesta de sus toques estimulantes.

—¿Eso es todo?, creía que me veía así todos los días—. Ha mordido sus labios—. Debe haber algo más.

Continúa propinado aquellos suaves toques en mis muslos. Busca saber algo en específico. Puede que no se haya dado cuenta, pero una liga sujeta su cabello marrón en una pequeña coleta sobre su corona.

—Nada más.

—No sabes mentir.

Está en lo correcto, pero podía suprimir las ganas de tocar su cabello alborotado, como un niño pequeño que acababa de descubrir un nuevo mundo bajo sus pies. Me toma con curiosidad, dejando mi cuerpo completamente pegado a su pecho.

Cuán cálida era su anatomía, y su colonia tan envolvente, exquisita, me dejaba embriagarme por completo entre su pecho.

—¿Crees en la norma de ojo por ojo? —. Consigo murmurar tras haber logrado tomar un respiro.

—¿qué es lo que quieres saber?—. Rápidamente deduce, soltando una risilla burlesca antes de mirarme con mofa.

—¿Qué es lo que hay en esa caja bajo tu cama?

La última vez que había pisado esta habitación, no estaba en condiciones de indagar, ¿por qué fotos mías? ¿Qué hay de las de Haneul? ¿Por qué colonias?

Evitaría la última pregunta, no quería que me tome por una psicópata maníaca; sólo dejar de atormentarme la cabeza con problemas pasados.

Se ha rascado la nuca evidentemente nervioso. He vuelto a tocar un nervio sensible y esa aura de seguridad se disipa por aquel niño de tímida mirada.

Ahí está; su lado infantil.

—¿Es necesario que lo sepas? —, indaga, siendo indiferente y evitando mi mirada.

Y es cuando me he dado cuenta de que sus mejillas están rojas, esto era una escena que mis más bajos instintos proclamaban con ansias desde hace tiempo.

—Quiero saberlo, a tras fondo—. Era consciente de que él sabía que yo había revisado su privacidad. Sí, bueno. Merecía una bofetada del karma.

No he esperado ni un segundo, logré liberarme de sus brazos antes de colar los brazos bajo la cama. He tanteado algo, ¡Bingo!

—Cariño, no...

Y como antes, me he cruzado de piernas sobre el cobertor en dirección a su cuerpo, sosteniendo la caja sobre mis manos. Él suspira con urgencia, enderezado su anatomía antes de mirarme a manera de súplica.

—Veamos—, murmuré, dejando caer sobres de Manila desde el interior de la caja es curioso, antes estaban regadas por toda su extensión—. ¿Alguna palabra antes de que empiece la masacre?

—Te amo.

He sonreído, dejando mi cabello caer sobre mis hombros. Tenía cierto piquete en el estómago, comenzaban a sudarme las palmas de las manos y mi respiración se agitó como nunca.

Abrí el sobre, dejando que lo primero que caiga, sean papeles arrugados similares a...

—Deja de mirar esa mierda así, comienzas a ponerme ansioso—. Ha soltado de la nada, casi me produce un paro cardiaco.

—¡Sé paciente!

Se ha arrimado al respaldar de la cama, cruzando los brazos y su boca forma un puchero. He tomado las hojas, desenredado con cuidado los dobleces y comencé a leer casi con cuidado de distinguir las letras sumergidas en tinta negra.

Mi boca casi cae al piso, sentía las lágrimas querer amenazar con salir de mis ojos. No podía estar más contenta. Sonreí, dejando de leer el contenido antes de lanzarme a los brazos de mi castaño.

Oh, imbécil, ¿esto ocultabas?, ¿cómo es que no me di cuenta antes?, ¡Es simplemente sublime!

—No soy romántico, pero me esforcé mucho—, declara acariciando mi espalda, sin tan solo verme al rostro. Su lindo cabello se deja regar del moño que lo sujeta—. Bah, declararme fue una de las cosas más complicadas que pude hacer.

—¿Sabes que esto es jodidamente romántico?, ¡son borradores de cartas de amor! ¿Mis fotos fueron tu inspiración? Es tan lindo que lloraría, Jungkook.

—Alucinas—. Corta, sonrojado, sus mejillas lo delatan.

—¿Quieres que llore?

Se ha reído, mostrando esa sonrisa encantadora para lograr abrazarme con cariño. Casi tengo la sensación de que su respiración incrementa cuando me tiene a su lado.

He estirado mi mano, jalando el moño de su cabello para lograr quitárselo por completo, los largos mechones se dejan caer sobre su frente.

—Ojo por ojo—. Él me mira extrañado, contorneado sus manos a través de los mechones.

—Qué astuta—. Me ha dado un casto beso—. ¿Deseas invadir algo más de mi habitación?

—Quema las fotos de HaNeul.

—Hecho.

Sin titubear, sus manos comienzan por lanzar lo sobrante del sobre que no estaba esparcido en la cama hacia el tacho de basura.

Sus ojos se encuentran con los míos cuando su cuerpo se posiciona sobre mi, dejando besos salvajes en toda mi clavícula.

Me había dado cuenta que entregarme a este hombre, significa perder la cordura y mi estabilidad emocional. Tan extraño y enigmático que hace que mis pulmones dejen de buscar oxígeno. Cada beso, cada toque...

Palabras y problemas.

No necesito acciones delirantes de romanticismo, sólo me basta tener a este hombre de cabello castaño y pertinentes facetas indescifrables.

Él era Jeon Jungkook, el vencedor de este innombrable juego explícito.

𝑭𝑰𝑵





¡Final, amores míos!

SEXUAL GAME  ⏐  J. Jungkook Où les histoires vivent. Découvrez maintenant