Cap. 14: Asuntos después

114 20 121
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como cada lunes por la mañana —y en general todos los días—, llegué unos minutos después de que los conserjes abrieran y fui directo a los vestidores femeninos a cambiarme para la clase de gimnasia

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Como cada lunes por la mañana —y en general todos los días—, llegué unos minutos después de que los conserjes abrieran y fui directo a los vestidores femeninos a cambiarme para la clase de gimnasia. Dejé mis cosas en la taquilla con llave y salí de inmediato; no me agradaba ver a las personas cambiándose.

Pasadas unas horas de estiramientos, trotes y ejercicios; el profesor decidió liberarnos, dejándonos descansar lo necesario para no vomitar en la cancha. Como a menudo pasaba con la mayoría que no formaba parte de los equipos deportivos, y no tenían resistencia a las exigencias físicas.

La mitad se quedó en las gradas y la otra mitad, humanos incansables, se dejaron llevar por las emociones y ejecutaron un partido amistoso entre los jugadores oficiales y los que solo deseaban pasar el rato, sin quedarse sin hacer nada como el resto.

Mas, algo no encajaba esa mañana, me sentía observada nuevamente.

No era estúpida, sabía que en Houston los chismes llegaban más rápido que la buena comida en la cafetería; y después del viernes y el artículo de Chif, estaba claro que las cosas en mi solitario mundo cambiarían. Si no, ¿por qué otra razón me tendría retenida? Dos de los mejores jugadores del equipo de basquetbol y el capitán, con el resto del equipo escuchando con cuidado detrás, me pidieron un segundo mientras los demás fingían que seguían practicando.

Es decir, ¿dónde buscaba la lógica?

—¿Qué quieren? —Les pregunté no más me alcanzaron.

Claus y Tomas me miraron con precaución, como si me tuvieran miedo o prepararan su estrategia de juego. Uno del que pronto sabría las reglas, cuando el tercero de ellos y el más tranquilo, George, fuera el primero en dar la iniciativa y, amistosamente, me invitó a sentarme con él en una de las bancas de descanso.

—Veras... ¿Lop? —Asentí, tomando asiento, y dándole la aprobación de continuar—. Bueno, resulta que después de tu intervención del sábado con Mat, el equipo quería ofrecerte una disculpa.

—¿Disculpa? —Entrecerré los ojos, no entendiendo el porqué de la situación.

—Sí, pues... te juzgamos... mal —Añadió rápidamente Tomás, un poco dudoso de la elección de sus palabras.

Distancia al mundo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora