Cap. 24: Sin intereses

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—¡Chicos nos vamos! —gritó Danielle desde la puerta del local

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—¡Chicos nos vamos! —gritó Danielle desde la puerta del local.

—¡Ya vamos! —dijeron todos apresurados, guardando sus cosas.

Era viernes, la semana de caridad ya estaba por concluir. Una vez el reloj dictara las dos, llegarían los autobuses a recogernos para irnos directo a Houston a celebrar; en otras palabras: habría fiesta.

Mi grupo iba de un lado a otro recogiendo todo para no dejarle un desastre a la que fue nuestra jefa hasta ese día, quien con mucha gracia nos miraba ordenar desde el marco de la salida. Ya todo limpio, nos pusimos alrededor de ella y uno a uno le dimos las gracias por su buen trato esa semana. Como de costumbre yo fui la última, pero más porque tenía una petición que hacerle:

—¿Quieres trabajar aquí? —preguntó sorprendida una vez que nos quedamos solas.

No se guardaba la dicha que le causaba escucharme decirle aquello, eso me dio más confianza para continuar.

—Sí, verá estoy... en una situación delicada —Su sonrisa fue disminuyendo—. Mi madre está enferma, bajo tratamiento y no puede hacer mucho esfuerzo, mi abuelo nos ayuda, pero algunos medicamentos salen muy costosos y se nos agota el presupuesto...

—Ya veo... Quieres ayudar y cubrir una parte... —predijo y asentí.

—Exacto... —Le confirmé y me miró pensativa.

—Ya veo... —murmuró para si—. Necesitaré la autorización de tu representante, ¿puedes traérmela el lunes?

—Claro —Sonreí agradecida—. Pasaré temprano.

—Aquí te veré —Sonrió también y me extendió su mano.

Estrechamos, nos soltamos y salí de la tienda, despidiéndome por lo alto de la señora Cavalet y su sobrino que volvía al trabajo después de su semana libre. Di completamente la vuelta y empecé a correr para alcanzar a mi grupo y al autobús. Llegué a tiempo por suerte y otra vez de casualidad volví a caer en el mismo asiento de la primera vez: junto a Tomas; a quien esta vez sonreí agradecida por guárdame el lugar.

Distancia al mundo ✔️Where stories live. Discover now