Cap. 31: Otro domingo de Mayo (Parte 1)

72 10 20
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Aquí tiene, que disfrute —dijo la amable recepcionista entregándome mi pedido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Aquí tiene, que disfrute —dijo la amable recepcionista entregándome mi pedido. Le agradecí con una sonrisa al tomarlo.

—Wau, esas son muchas galletas, ¿harás algo especial, Fel? —preguntaron detrás de mí. Acomodé la bolsa en mis manos y volteé para ver de quien se trataba.

Pasando por alto su uniforme de repostera, delante de mi estaba una hermosa joven de piel fría y poros rosas, con una elegante cabellera rubia rojiza atada en una dona alta, su nariz muy fina, sus labios voluminosos y brillantes, y sus ojos de un cálido capuchino. Abrí los míos nada más verla, logrando que me sonriera divertida y pasara a extenderme los brazos para abrazarla.

—¿Cuándo volviste a la ciudad? —Me separé de ella.

—Tengo un buen tiempo ya. Te vi el otro día en el café de hecho, pero como parecías muy ocupado con una chica no te saludé —Me sonrió pícaramente—. Has crecido, ya tienes novia, ¿eh?

—¿Qué? —Reí en seco. Sabía a quién se refería y no tenía ganas de hablar sobre ella—. Más despacio, Elle. Estás confundida, solo es una amiga; acompañábamos a mi hermana y mi tía.

—Sí, por supuesto —Me guiñó un ojo, sin creerme una palabra, y miró de nuevo la bolsa—. ¿Qué harás?

—Si no te molesta, te enviaré una foto en la tarde cuando esté todo —Me dirigí a la salida.

—Como quieras, nos vemos.

Suspiré al salir de la pastelería. Me tomó desprevenido su regreso, pero me daba mucho gusto verla.

Elle fue mi vecina, es como una hermana para mí. Es una gran repostera, cada vez que volvía me daba a probar una nueva receta. La admiraba, no era más que cinco años mayor que yo, pero viajaba por Europa y otras partes del mundo solo para perfeccionarse.

Tenía meses sin saber de ella. Si se quedaba por el resto de la temporada podríamos salir junto a Samuel.

Pero eso tendría que dejarlo para después. Repasando mentalmente la pequeña lista que me habían dado para comprar, ya tenía uno de dos y solo me faltaba lo otro: las flores; algo que no me emocionaba por la poca factibilidad que tenía para elegirlas, pero que no me desagradaba porque tenía un lugar en donde consultar y en que me conocían. Seguro ahí me las arreglaba.

Distancia al mundo ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora