Cap. 22: Un buen grupo

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Dos días después, todo fue sobre ruedas

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Dos días después, todo fue sobre ruedas. No tardamos en adaptarnos al ritmo de la floristería, nos distribuimos las tareas y cada uno empezó a hacer su parte sin problema, éramos un grupo muy colaborador. Félix se encargaba de recibir a los clientes —el más sociable para llamar la atención—, Claus y Johnny se encargaban de atenderlos, Corina y yo ayudábamos a la dueña con el regado y el cuidado general de las plantas, y finalmente, Francisco se lucía con los envueltos y los pedidos especiales; parecía chiste, pero el chico tenía un lado muy artístico y delicado.

Aparte de los tres que ya conocía, los nuevos eran agradables, Johnny era algo callado y tímido, pero con ideas sobresalientes y Corina era todo un alboroto, no logré contenerme con sus cuentos de ella y su mejor amiga —una chica llamada Lírica—, que había quedado en otro grupo, pero con la que ella aseguraba haber vivido muy locas aventuras. Por primera vez en mucho tiempo pude reírme con alguien que no conociera, como Henri, de manera escandalosa y confiada. Corina era muy jocosa, no solo por sus historias sino por su forma de narrarlas:

—Y entonces todo se rompió y nos vetaron de la tienda.

—¿Tanto así?

—Moraleja: Nunca envíes a alguien como Lírica con algo pesado, con sus dos pies izquierdos y su mala suerte puede crear desastres; pero he de admitir, ya de por si los clientes querían que nos fuéramos porque éramos muy "desubicadas" y "escandalosas" —Bufó exageradamente—. ¿Libertad de expresión? Él novio que no tengo —Trazó una línea falsa sobre su mejilla, simulando una lagrima—. Chuza, que triste.

Volví a reír, no sé de dónde había aparecido esta chica, pero en serio me había conquistado. Tenía un gran sentido del humor y una personalidad encantadora, sin mencionar perversa y sarcástica.

—¡Eh, Corina! —llamó Fran, quien tenía unos pequeños problemas con un arreglo de flores—. ¿Puedes echarme una mano con esto?

—¡Claro, ya voy! —Le respondió y me miró—. Ya regreso —avisó y, tras yo asentir, se fue, dejándome sola cortando las hojas comidas de las flores.

Media hora después ya era mediodía, el último cliente antes de la hora salió y dimos vuelta al letrero de «Abierto», para irnos a almorzar. La dueña justo salió y vio que ya cinco de seis miembros del grupo estaban dejando sus puestos para salir.

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