Cap. 31: Otro domingo de Mayo (Parte 2)

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Lo miré y no lo creí

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Lo miré y no lo creí. Suspiré y no me calmé. Me crucé de brazos esperando que se fijara en mí, pero no volteó. Estaba petrificado frente a la reja en forma de arco, asimilando el lugar en que fue a parar por seguirme persistentemente desde la papelería.

Si no lo conociera, seguro pensaría que me estaba acosando; pero no, Félix solamente es metiche y le gustaba involucrarse en donde no lo llamaban. No tenía remedio.

Esperé un par de segundos a ver si reaccionaba y se percatara de mí, pero no lo hizo. No tuve de otra que acercarme por detrás y, tomándolo del hombro, girarlo hacia a mí, obligándolo a enfrentarme.

—Se puede saber, ¿en qué estás pensando? —Le pregunté.

Él, adueñado del pánico, se echó tres pasos hacia atrás y juntó sus dientes.

—Lop... Yo... —Volví a cruzarme de brazos, muy impaciente, y se encogió en su lugar.

Lo menos que siempre hacía era escuchar sus razones, pero en ese instante no me encontraba totalmente pasible para esperar lo que se tarda en formular sus palabras. Lo que él notó y se puso realmente serio, haciéndome centrarme y entrar en razón.

—Perdón... —Tomé aire y me descrucé, desviando la mirada al suelo por un segundo—. Sabía que estabas siguiéndome, no quise asustarte.

—No... Yo... —Se aclaró la garganta y dejó de jugar con sus manos para mirarme directamente—. Quería hablar contigo, pero oí algo en la papelería y bueno... —Miró la reja del arco—. ¿Qué haces aquí...? —preguntó con temor.

—Oh, no sé —Se me salió la ironía, contagiándome de una mueca sarcástica—. ¿Qué hacen las personas cuando visitan un cementerio, Félix?

Sé lo hice sentir como un tonto y luego me sentiría mal por ello. Me miró con cierta pena y sonrió culpable, metiendo las manos en sus bolsillos mientras se pensaba como continuar. A este punto solo podía imaginarme dos de sus respuestas: una en donde se callaba, asentía y esperaba que yo hablara, y otra en que se atrevía a exigirse saber.

—Pero... ¿En un día como hoy? —Dupliqué mi mueca, acertando en mi predicción.

"Creo que no tengo opción". Pensé, asintiendo en silencio y acercándome a su lado. Él no hizo la intención de alejarse, con la incomodidad surgida se olvidó por completo de lo nervioso que solía ponerse.

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