Capítulo 3

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Mi cuerpo se sentía pesado mientras mi único pensamiento era el de descansar, pero la realidad era que no podía siquiera dormir con tranquilidad. La alarma sonaba otra vez indicando que era la hora de levantarse, a duras penas estiré mi mano para apagar ese sonido tan molesto de la mañana abriendo poco a poco los ojos.

Llegué al instituto sin muchos ánimos a, como siempre, ordenar el papeleo que se veía en la mesa de la sala de delegados. Hoy el papeleo era mucho más que el de los otros días y estaban totalmente desordenados, al ver esto solo pude suspirar y pensar que hoy sería un día muy largo.

En cuanto me puse a ordenar noté algo no muy agradable para mi, había una hoja entre los papeles que tenía todas las señales de ser un justificante de ausencias. El problema era el nombre escrito en la hoja, con solo ver el nombre "Castiel" mi cabeza comenzó a doler.

Durante el día intenté evitar esa hoja de todas las maneras posibles, pero era inútil ya que siempre que ordenaba los papeles, esa era la única de la que no podía deshacerme. Además Sucrette me vino a ver quejándose de que mi hermana le había dicho unas cuantas cosas.

No entendía porque venía a quejarse conmigo, es mi hermana claro, pero yo no puedo obligarla a cambiar su personalidad. En todo caso intenté no meterme mucho en esos asuntos, después de todo no tenía nada que ver conmigo. 

Estaba evitando el famoso papel cuando se me ocurrió una idea para no tener que ver al idiota del pelirojo. Al salir del pasillo me encontré con Sucrette nuevamente, estaba muy ajetreada al parecer recogiendo unos ¿balones de basketball? 

En cuanto nos cruzamos me preguntó si había visto alguno por los alrededores. La verdad mi cabeza no estaba pendiente de nada más que de la maldita hoja que me atormentaba a cada momento.

Luego de un tiempo parecía que Sucrette por fin había acabado de hacer lo que tenía con su club por lo que me lancé y le pregunté lo que necesitaba. Aceptó, pero en cuanto se fue me di cuenta de que no debí hacer eso.

Iba de un lado para el otro, como si no supiera que hacer y lo peor era que no conseguía nada. Castiel era la persona más terca que conocía y sabía que era difícil convencerlo, pero creí que si no era yo no habría tantos problemas.

Las cosas no terminaron muy bien, Sucrette no había conseguido que firmara y al estar bajo mucha presión se me escaparon unos cuantos insultos hacia ella. No quería insultarla pero mi humor no era muy bueno el día de hoy como para soportar todas las cosas que estaban pasando. 

Parece que en vez de ayudar, había empeorado las cosas porque Castiel vino a verme furioso. 

-¡Oye delegado, ¿por qué no eres un hombre y vienes a pedir que firme el justificante tú mismo? ¿o es que acaso me tienes tanto miedo que ni siquiera te atreves a acercarte a mí?! - al decir esto me tomó de la camisa con su mirada llena de odio.

-¡Cállate! Hoy no estoy de humor para soportar tus tonterías de chico malo - respondí intentando liberarme de su agarre.

-¿¡Qué?! Repítelo si te atreves - respondió agarrándome aún más fuerte.

-Ya estoy cansado de lidiar con tus estupideces ¡suéltame! - mientras decía eso intenté librarme de sus manos pero fue inútil.

-¿Estupideces?¡Eres tú el que vino a molestarme, además no fuiste siquiera lo suficientemente hombre para ir a pedirme que firmara el maldito papel tú mismo!¡No te soltaré hasta que asumas lo patético que eres! - dijo mientras esbozaba una pequeña sonrisa sarcástica.

-¿Crees que lo hago porque quiero? Solo firma el maldito papel y terminarás con el suplicio de ambos - respondí mientras mi estrés aumentaba y el dolor de mi cabeza se acrecentaba.

-¡Ja! Estás loco si crees que voy a firmarte el maldito papel - dijo aún más enfadado.

-¡Si no firmas el maldito papel serás expulsado! ¿quieres eso? - dije con media sonrisa en mis labios mirándolo fijamente.

-¡Estoy seguro de que lo hiciste a propósito para que me expulsaran! - dijo con sus ojos fijos en mí.

-¿Hacer qué? Realmente me da igual si estás o no en este instituto, solo no quiero tener problemas con la directora por tu culpa - refuté mientras por fin me pude librar de sus manos.

-¡Tú siempre con tu querida directora! ¿Por qué no te consigues una vida, lame-botas? - sonrió con sarcasmo.

-Ya estoy cansado de ti, si no quieres firmar no firmes, pero no te quejes cuando la directora te expulse - dije encogiéndome de hombros.

-...-guardó silencio y solo un chasqueo de lengua salió de su boca.

Volví a mis deberes de delegado, estaba agobiado con lo del justificante. Sabía que si no firmaba sería expulsado y la directora no lo dejaría pasar ya que ella buscaba cualquier excusa desde hace tiempo para expulsarlo.

Bueno, lo odiaba pero no quería que lo expulsaran, después de todo hasta las personas más molestas necesitan estar presentes ¿no? Tomé el justificante que estaba algo arrugado por el alboroto y me quedé mirándolo. 

Suspiré y fui en dirección al patio, sabía que si su mal humor se pasaba podía convencerlo de que firmara, después de todo a pesar del odio lo conocía desde hace mucho tiempo. Estaba recostado bajo uno de los árboles mientras fruncía el ceño, al parecer aún no se pasaba su enojo.

Me acerqué a él y al parecer lo notó ya que abrió sus ojos para luego chasquear la lengua otra vez y cerrar nuevamente los ojos frunciendo aún más el ceño.

-¿Qué quieres? - dijo de forma cortante.

-Que firmes - dije mientras me sentaba a su lado.

-¡Hey! ¿Quién te dio permiso de sentarte? - volteó hacia mí, esta vez con los ojos abiertos y cruzando los brazos.

-Nadie, pero que yo sepa no necesito tu autorización - dije de forma serena.

-De alguna forma siento esto como un deja-vú. De todas formas ¡ya te dije que no firmaré nada! - dijo algo molesto.

-Creí que podría convencerte de hacerlo, después de todo si no lo haces te expulsaran - dije cerrando mis ojos.

-Tsk, lo sabía ¡es por tu culpa! - dijo gritando un poco.

-¿Crees que si fuera así estaría aquí como un idiota pidiéndote que firmes? - abrí mis ojos y lo miré fijamente.

-...Está bien, tienes razón - reconoció, aunque no muy contento al parecer.

-¡Toma la pluma! debes firmar aquí - dije con una sonrisa de oreja a oreja, claramente intentando molestarlo.

-Tsk, cállate. Sé como hacerlo - Y tomando la pluma firmó en el lugar indicado.

Al ver su firma en el papel no pude evitar escapar un suspiro de alivio, cosa que al parecer no pasó desapercibido.

-¿Estás aliviado de que no me vaya? ¡Ja, qué sorpresa! - dijo en tono burlón mientras sonreía un poco.

-Cállate, es obvio que estoy tan aliviado porque no tendré problemas con la directora - al decir esto me levante para irme simulando que no me importaba lo que había dicho pero un leve sonrojo se posó por mis mejillas.

¿Por qué me había tomado tantas molestias por él? No lo entendía pero no quise pensar en eso.

El día ya había acabado y se me hacía tarde. Le entregué a la directora el justificante que analizó hasta el cansancio, como buscando algún defecto en el papel para que no fuera válido y Castiel tuviera problemas, pero como no había nada se resignó y lo recibió.

Se me estaba haciendo tarde para ir a casa, según las reglas solo un día a la semana podía llegar tarde gracias a mi trabajo como delegado. Pero esta semana había llegado tarde casi todos los días y eso no era bueno.

Al llegar a casa, me di cuenta de que mi padre no estaba. Le pregunté a mi madre por él y dijo que estaría unos días fuera por trabajo. 

Creo que después de todo no fue tan mal día, pensé mientras cerraba mis ojos para dormir.



Te quiero... ¡Te odio! Te amoWhere stories live. Discover now