Capítulo 38

361 42 5
                                    

POV Nathaniel

Los día pasaron rápido y antes de darnos cuenta, los resultados de los famosos exámenes ya estaban siendo comunicados a los alumnos. Un mensaje por altavoz de la directora comunicó que en cada aula estarían las notas de los exámenes, también algo que me dio curiosidad fue el anuncio de una "sorpresa" que nos esperaría el último día de clases. Fui en dirección al aula de ciencias, al entrar pude notar la cantidad de personas que deseaban ver sus notas, entre ellas Ámber quien como siempre estaba llamando la atención y presionando para ver sus resultados, intervine enseguida, su comportamiento cada vez me era más irritante. 

Cuando terminé de ver todas mis notas, me sentía extrañamente deprimido, el pensar en que había sacado buenos resultados en todo me hizo pensar en lo que de verdad quería hacer. Siempre fui un fanático de la literatura y los libros, pero el origen de todo ese gusto se debía a mi padre en su mayoría. Cuando era pequeño, siempre estaba leyendo libros que para mí parecían complejos y en un momento pensé que quería ser como él, ahora le he tomado mucho gusto a la lectura y lo disfruto, pero eso me hace cuestionarme si es real ese sentimiento o solo es algo que yo mismo me impuse para satisfacer a mis padres. En medio de mis pensamientos, me encontré con Sucrette, no sabía por qué, pero terminé contándole lo que me pasaba, ésta intentó animarme y me sentí un poco mejor, aun así no pude dejar de tener esa sensación dentro de mí y darme cuenta de que estaba perdido con mi futuro.

Estaba en dirección a la salida, distraído por los pensamientos que tenía, sin darme cuenta choqué con alguien que estaba de espaldas. 

-¡Idiota, mira por donde... - al girarse, me di cuenta de que era Castiel. - ¿Delegado? 

-Lo siento, no estaba prestando atención. - reconocí. 

-Eso no basta.  - sonrió. - ¿Cómo me vas a recompensar? 

-¿Recompensarte por chocar contigo? Estás loco. - salí del instituto. Las bromas de Castiel a veces me animaban, sin embargo esta vez no fue así, me sentía a la deriva, como un barco sin un rumbo fijo, dejándose llevar por la corriente. Sin saber nada sobre lo que pasaría después de la graduación.

Creí que el pelirojo me seguiría, al caminar hasta la parada del autobús me di cuenta que me equivocaba. Suspiré, sabía que no había sido muy amable con él, aun así en ese momento no estaba muy animado como para seguir sus bromas, no pude evitarlo. 

Los días de vacaciones pasaron en un abrir y cerrar de ojos y ya era el día de volver al instituto una última vez. En estos días he intentado disculparme con Castiel, sabía que si yo no le decía nada seguiría enojado, por lo que le envié varios mensajes de disculpa, sin obtener respuesta, es por eso que hoy hablaría con él si o si. Creí que estos días de vacaciones, sin la presión del instituto o de ser delegado, serían gratificantes y toda la presión se iría, estaba equivocado, con tanto tiempo libre me sentía aun peor, el no tener nada que hacer me hacía sentir inútil y eso era muy desalentador. 

Al entrar en el establecimiento, no había nadie más aparte de mí, o eso creía. Recorrí por una última vez los pasillos, recordando todo lo que había pasado en ese año, la nostalgia se apoderó de mí. El ultimo sitio por recorrer fue el sótano, aunque no era un lugar de mi agrado, sabía que cierto pelirojo disfrutaba mucho de ese lugar. Bajé lentamente para escuchar una voz que hizo eco en la habitación.

-¡¿Quién está en mi lugar?! - estaba enojado, eso seguro. 

-¿Te molesta que entre? - abrí la puerta del sótano, que debería estar cerrada pero estaba abierta. Al entrar pude ver la cara de sorpresa de Castiel y no pude evitar esbozar una sonrisa.

-¿Qué haces acá? - su cara permanecía con esa expresión de sorpresa. 

-Bueno, estaba recorriendo por última vez el instituto. - por su rostro parecía algo deprimido. - ¿Y tú, qué hacías? 

-Estaba fumando un poco por última vez. - no estaba muy animado. Me senté a su lado para conversar. 

-Castiel... ¿tú qué piensas - no pude terminar la frase cuando un sonido en los altavoces interrumpió la conversación. En nuestros oídos resonó la voz de la directora anunciando que la supuesta sorpresa sería un baile de fin de año el día de mañana y que quien quisiera ayudar podía quedarse. - ¿Vendrás? - cambié de tema, ya le preguntaría en otro momento. 

-Solo vendría si tú también lo hicieras. - respondió honestamente. Creí que estaba enojado, sin embargo el tono de su voz sincero me hizo darme cuenta de que me equivocaba. 

-Entonces tendré que venir mañana.  - sonreí. Castiel no parecía estar muy animado por lo que tomé su mano para intentar reconfortarlo, no lo esperaba por lo que se veía muy sorprendido. 

-Quisiera no graduarme del instituto para estar más tiempo contigo. - solo miró hacia el suelo sosteniendo mi mano. 

-No importa si nos graduamos, seguiremos estando juntos. - sonreí, eso era lo que pensé genuinamente en ese momento, sin pensar en nada más, solo quería estar a su lado. Alzó la vista como añorando que dijera eso y me abrazó. 

-Espero que cumplas tu promesa. - susurró. Por su tono de voz estaba claramente sonriendo. 

-¿Es una amenaza? - bromeé. Sin pensarlo tomé su rostro y lo llevé en mi dirección, entrelazando nuestros labios. Castiel, sin contenerse, sacó su lengua para lamer mir labios, obligándome a abrir mi boca, haciendo más profundo y apasionado nuestro beso. Cada vez me dejaba llevar más y él comenzaba a acariciar mi cuerpo, poco a poco recorriéndolo con sus manos, empezaba a sentir como la temperatura de mi cuerpo aumentaba, en ese momento quería sentirlo más cerca de mí, ya no sentía la presión que me atormentaba hace tiempo, solo quería estar mucho más unido a él. Su mano comenzaba a tocar mi pecho por debajo de la camiseta, el miedo ya no existía en mí, solo quería que me tocara más y yo también a él. Sin pensarlo me senté sobre él, abrazándolo, éste sacó mi camiseta y empezó a lamer desde mi cuello hasta mi abdomen, ahora al descubierto, por mi parte acariciaba su cabello aferrándome a él. Me sentía cada vez más ahogado, completamente sumergido en el placer y la excitación del momento, sin saber exactamente qué pasaba, hasta sentir un pequeño mordisco en el cuello.

-¡Me dolió! - me quejé. - ¿Qué rayos estás pensando? 

-Cállate, es solo para marcar lo que es mío. 

-¿Quién rayos es tuyo? ¡No soy un objeto! - acariciaba el lugar mordido con un poco de enfado. 

-Que exagerado, solo te mordí un poco y ya te estás quejando. - sacudió su cabello, como si estuviera fastidiado. 

-¡De verdad que tú... - no pude terminar mi frase, una voz gritando nos devolvió a la realidad. 

-¡Nath! ¿Dónde estás? - la voz de mi molesta hermana se escuchó, acercándose cada vez más. 

Rápidamente me puse mi camiseta y arreglé mi cabello, al estar listo caminé hasta la puerta del sótano, antes de ser interrumpido por el pelirojo.

-Ya estoy cansado de vivir esta situación siempre. Escucha, mañana después del estúpido baile si quieres terminar lo que empezamos, irás a mi casa conmigo. Si te arrepientes o tienes miedo, ve a tu casa y olvida esto, solo te advierto que si te vas conmigo no pienso detenerme. - con su mirada seria me soltó para dejar que fuera con mi hermana. 

Salí del sótano completamente avergonzado. Ámber me preguntó qué era lo que me pasaba, sin responder respiré profundamente para calmarme. Después de lograrlo, le pregunté a mi hermana la razón por la que me buscaba teniendo un mal presentimiento. Sin siquiera titubear me dijo que tenía la obligación como hermano mayor de ayudarla a elegir su vestido para mañana, estuve a punto de negarme, hasta que recordé lo molesta que era cuando quería algo, era capaz de seguirme hasta mi departamento para obligarme a ir con ella. Solo suspiré y acepté pensando en el día de mañana.

Te quiero... ¡Te odio! Te amoWhere stories live. Discover now