Capítulo 19

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POV Nathaniel

Habían anunciado la actividad que realizaría el instituto. Por lo general soy algo indiferente con este tipo de actividades, después de todo no son cosas que me interesen, pero en esta ocasión no podía pensar en nada más que en eso. 

La idea de que mis padres viniesen al instituto me perturbaba tanto que no podía pensar en nada más. Intenté evitar el tema con mis padres, pero mi hermana les presumió la obra asegurando que tendría el papel principal, a veces de verdad su actitud me sacaba de quicio.

Esta semana estaba hundido en la desesperación, ver nuevamente la cara de desprecio que siempre mostraban cuando se trataba de mí, hacía que deseara que nunca vinieran al instituto. Aún así sabía que en algún momento tendrían que venir, es solo que no estaba preparado para afrontarlo ahora. Además, al parecer Sucrette está sospechando de mi situación, ¿por qué es tan entrometida? ¿No puede dejarme en paz? El pensar que alguien como ella descubra mi situación agrega una nueva carga en mi interior.

Hoy anunciaban cuales serían las obras que podríamos interpretar, aunque no me interesaba en particular esperaba que fuera una buena obra para que al menos mis padres no se sintieran tan avergonzados de mí.  

"Decidido, la obra será Alicia en el país de las maravillas" El eco del gimnasio llevo mi mente de regreso a la realidad, no había escuchado nada además de eso ¿De verdad una historia de ese nivel sería apropiada para nosotros? Pude escuchar en murmullos que las otras opciones eran "Caperucita roja" y "La bella durmiente", el escucharlo me hizo sentir, primero realmente avergonzado de a quienes se les ocurrieron estas ideas y luego aliviado de que fuera escogida la mejor de las opciones, aunque las tres obras eran para mí un poco...infantiles. 

En un susurro, alguien me habló.

-¿Estás bien? - Melody quien estaba a mi lado, habló repentinamente.

-S-si, ¿por qué lo preguntas? - intenté disimular mi poco entusiasmo con una sonrisa.

-No es nada, solo que no levantaste la mano cuando nos dijeron que votáramos.

-¡No te preocupes! Solo estaba distraído - sonreí para que me creyera. Lo que me faltaba, que otra persona que está pendiente de mí casi las veinticuatro horas del día se diera cuenta de lo que pasa.

En cuanto acabamos la conversación nos dijeron que debíamos aprendernos un texto para la próxima semana, para evaluar nuestras capacidades teatrales. Sabía que no se me daría muy bien, no era muy bueno en ese tipo de cosas como la actuación o el arte y tampoco me interesaba mucho, después de todo no tenía el tiempo para eso. 

Al salir del gimnasio, recordé que tenía un montón de papeles que ordenar en la sala y me apresuré a llegar hasta allí. En el marco de la puerta, apoyado en la pared, estaba el ser más fastidioso del mundo ¿Cuándo se aburriría de molestarme? 

-¿Qué haces aquí? - dije fastidiado.

-Tú sabes, pasaba por aquí y... - era pésimo mintiendo, sabía perfectamente que desviaba la mirada cada vez que lo hacía.

Entré a la sala sin decirle una palabra más, y como era de esperarse, él también entró para fastidiarme como siempre. Últimamente se hacía una costumbre el que estuviera acá e hiciera bromas de mal gusto para molestarme, no sé que está planeando o cual es su intención, pero en este momento no me interesa.

-¿No te cansas de hacer esto todos los días? - parecía algo molesto al ver la gran cantidad de papeles que estaban sobre mi escritorio.

-Es mi trabajo, me canse o no de esto no puedo dejar de hacerlo - no lo miré a los ojos, estaba concentrado en el papeleo.

-¿Te sientes bien? - enarcó una ceja.

-¿A qué viene eso? - su cambio de tema me extrañó un poco, además él generalmente suele protestar más a las respuestas que le doy.

-Es solo que has estado raro esta semana - parecía realmente preocupado, aunque para mí era raro ver eso.

-¿Te preocupas por mí? - usé un tono sarcástico para decirlo.

-La verdad...sí - me miró fijamente.

Fue algo incómodo para mi ver esa seriedad repentina, por lo que evité a toda costa su mirada.

-B-bueno, has estado de buen humor estos días, creí que estarías furioso por lo de los padres. - había olvidado que también le fastidiaba ver a sus padres.

-Es que los llamé y dijeron que no vendrían - sonrió con satisfacción, como si se hubiese librado de un peso. Si tan solo yo pudiera hacer eso. A veces me daba mucha envidia su forma de vivir.

-¿Tanto te molestaba que vinieran? - no podía entenderlo, cuando eramos pequeños parecía querer realmente mucho a sus padres.

-Si... son realmente un dolor en el trasero - dijo de forma molesta. Por alguna razón sus palabras me irritaban, cada vez que hablaba de sus padres me sentía algo impotente. A pesar de que tenía todo lo que yo deseaba, a pesar de tener libertad y el aprecio de sus padres, no lo valoraba. 

-No digas eso, hay muchas personas que quisieran vivir como tú - mi mirada cargada de enojo y frustración, se fijaron en él mientras apretaba mis dientes para no tener que decir nada más.

-¿Qué te pasa? Estas muy raro - sacudía con tranquilidad su cabello con una expresión de molestia.

Estuve a punto de decir todo lo que pensaba, estuve a punto de revelar mi secreto y desahogarme, pero me detuve. No podía hacer esto, nadie podía saberlo, eso era lo mejor, tanto para mí como para mi familia. 

-Puedes dejarme solo, en este momento no quiero estar con nadie - bajé mi mirada apretando los puños para poder contenerme.

-Estas muy raro - y después de esto salió de la habitación.

Tenía tanta rabia, tanta frustración acumulada que no podía aguantar más. Él tenía tanta suerte, sus padres lo querían y valoraban su presencia, lo amaban a pesar de sus defectos. Y yo era tan...miserable, nadie en mi casa apreciaba mi presencia, nadie me quería, podía saberlo con solo mirar a sus ojos, podía ver reflejado el odio en los ojos de mi padre y la indiferencia de mi madre que hacía que mi pecho doliera. Sabía que Castiel no tenía la culpa, pero el ver como se expresaba de sus padres me enojaba mucho, no podía evitarlo.

 Cegado por mi ira tomé una decisión, haría algo para que el estúpido de Castiel entendiera lo afortunado que era, definitivamente haría que sus padres vinieran al instituto, cueste lo que cueste, sin importar la consecuencias. 

En ese momento no pude entender que lo que hacía tendría grandes consecuencias, tanto para él como para mí.

Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora