Capítulo 31

437 51 2
                                    

POV Castiel

Cunado terminamos de hablar, ya se había hecho de madrugada, aunque solo nos percatamos por el reloj en la pared de la sala. Estuvimos mucho tiempo sumergido en la conversación, sintiendo que por fin ya no había secretos entre nosotros, es por eso que cuando decidimos ir a dormir, ver la hora en el reloj nos sorprendió mucho.

-¡¿Esa es la hora?! - sin pensarlo, Nathaniel exclamó con fuerza. Luego pareció arrepentirse y se tapó la boca.

-Es muy tarde. Aunque no es nada comparado con lo tarde que me he acostado antes. - sonreí de forma burlona. 

-Para mí, es casi la primera vez. Cuando estaba en la casa de mis padres no me dejaban dormirme tarde y en mi departamento ese hábito perdura. - parecía pensativo, como si algo le preocupara.

-Bueno, en vez de estar hablando, deberíamos ir a dormir ahora. - y diciendo esto caminé en dirección a la cama, antes de recordar las palabras que había dicho antes de tener esa conversación. - Ahora que lo recuerdo...

-¡Deberíamos ir a dormir ya! - no me dejó terminar la frase y algo nervioso se metió en la cama.

-¿Estás nervioso? - me acerqué a él y susurré en su oído. Parecía algo avergonzado.

-C-cállate, tenemos que dormir. - estaba dándome la espalda y no se movía de su posición.

-No te preocupes...no te comeré. - bajó un poco su guardia. - ¿O tal vez si? - sonreí.

-¡Castiel, que rayos...! - se había dado la vuelta, aparentemente muy enojado e incluso se había sentado en la cama de lo alterado que estaba. No dejé que terminara su frase y sin previo aviso me acerqué a su rostro para besarlo con intensidad. Intentó decir algo, pero nuestros labios entrelazados se lo impidieron.

Sentía un tipo de adicción con él, cada vez que estábamos juntos quería sentirlo y tocarlo cada vez más. Era extraño, con nadie más que con él me había pasado eso, verlo junto a mí me hacía querer estar más unidos y mientras más pasaba el tiempo, menos me conformaba con solo un beso. Antes de darme cuenta, ambos nos besábamos apasionadamente mientras nos estrechábamos el uno al otro, la necesidad de besar su cuello era realmente muy grande, no me resistí y bajé lentamente, no sin antes acariciarlo con el dedo pulgar. Nathaniel se estremeció, parecía sentir mucho el contacto físico, es por esto que siempre que intentaba algo más me apartaba. Esta vez era algo diferente, parecía estar dejándose llevar por la atmósfera sin siquiera protestar.

Su respiración entrecortada y su voz que era interrumpida por pequeños suspiros y jadeos con esa expresión en su rostro eran completamente irresistibles para mí, verlo de esa forma me hacía querer ir más lejos. Mis manos bajaron a su abdomen, fue entonces cuando me fijé que Nath solo llevaba un bóxer que no dejaba mucho a la imaginación, con su parte superior al descubierto podía sentirlo y él también me sentía mucho más. Besé nuevamente sus labios como con una necesidad de sentirlo, mis manos acariciaban su torso desesperados por sentir su piel, estuve a punto de bajar mi mano un poco más, pero no pude. A pesar de que lo deseaba y sentía una atracción inminente por él, quería respetarlo y esperar a que estuviera listo para ello. Aunque se había dejado llevar, no estaba del todo consiente de lo que hacía y no quería que nos arrepintiéramos de lo que hiciéramos. Lo abracé y besé un poco más sus labios, él se estrechó contra mí como con la necesidad de sentirme, después me soltó y acarició mi rostro, algo que me sorprendió. 

-Es increíble que estemos juntos. - dijo cargando su cabeza en uno de mis hombros. 

-Supongo...con todo lo que pasó con nosotros. - lo abracé un poco más.

-Deberíamos dormir... - dijo dejándose caer en la cama. 

-Sí...- también me dejé caer, cerrando lentamente mis ojos.

El día siguiente, los rayos que se filtraban por la ventana me hicieron despertar. Abrí lentamente mis ojos algo aturdido, al escuchar un ruido en la cocina, me senté rápidamente. Al ver a Nath cocinando pude por fin asimilar lo que pasaba.

-Hola, delegado. - me levanté definitivamente de la cama y me dirigí hacia él.

-¿Ya despertaste? - sonrió sin mirarme a la cara. Estaba concentrado en hacer unos huevos fritos.

Sin poder resistir, lo abracé por la cintura, cosa que lo sorprendió tanto que casi arruina el desayuno. Estuvo a punto de reclamar algo, sin embargo se detuvo, suspiró y siguió con lo que hacía. Contuve una pequeña carcajada, era tan lindo como se concentraba tanto en hacer el desayuno.

Después de desayunar juntos, se bañó y vistió preparándose para irse. Me hubiera gustado que se quedara conmigo.

-¿De verdad no puedes quedarte? No me molestaría que te quedaras por una semana o incluso un mes. - lo hice sonar como una broma, pero lo pensaba de verdad. 

-Es la quinta vez que me preguntas y te seguiré respondiendo lo mismo, no puedo quedarme aquí. Estoy preocupado por Blanca, le dejé comida y agua, aun así...no quiero que se sienta sola. 

-¿Tu gato es más importante que yo? - me molesté un poco.

-¿Pero que tonterías estás diciendo? Es obvio que lo es. - estaba furioso, ¿cómo ese saco de pulgas sería más importante que yo? - Ella...me necesita, soy lo único que tiene. - por alguna razón parecía algo triste.

-¡¿Y qué?! Yo también te necesito. - aún estaba algo enojado por su respuesta.

-Es ridículo. Yo también podría decirte lo mismo de tu perro. No me gustan los perros y tuve que dormir con él porque no quería separarse de su dueño. - cubrió su rostro con una mano.

-¡No metas a Demonio en esto! Él es como mi mejor amigo y ha estado conmigo más que con cualquier persona. 

-¡Es lo mismo para mí! Blanca es la única que me espera en casa cuando llego, es importante para mí y por eso no quiero que se sienta sola como yo lo hacía. - luego de decir eso, se arrepintió o al menos eso creí cuando vi que cubría su boca.

-...Tienes razón, lo siento. Creí que tu amor por tu saco de pulgas no se podía comparar con el mío por Demonio, pero para los dos son mucho más que una simple mascota. 

Suspiró y ambos nos tranquilizamos. No le reclamé de nuevo por no quedarse más tiempo y solo me conformé con mirarlo mientras guardaba sus cosas en el bolso. En el enorme silencio del apartamento, una ruidosa llamada se hizo notar enseguida, provenía del bolsillo de Nathaniel. Tomó el celular, leyendo el nombre y contestando con una expresión de algo de fastidio.

-¿Mamá? - me sorprendí un poco de escuchar eso. - ¿Eh? ¿Por qué ahora? - no podía escuchar lo que el teléfono transmitía, solo la voz de Nathaniel que parecía alterada. - Está bien, nos vemos.

-¿Pasó algo? - dije apenas terminó la llamada. 

-Mi madre...ella irá a mi departamento de visita. - suspiró, no parecía muy contento con la idea. - Tengo que irme ahora, antes de que llegue y no me encuentre en casa. - tomó sus cosas y llego hasta la entrada, para luego voltearse para despedirse de mí.

-Espero que la vieja de tu madre no te dé un discurso. - bromeé, él sonrió, sin embargo su rostro aún parecía preocupado. 

-Gracias, la verdad es un fastidio tener que conversar con ella y me hable de cosas que no quiero oír, pero supongo que es algo normal. - suspiró antes de acercarse a mí para despedirse. 

-No te preocupes, saldrá bien. - lo besé en los labios, algo que le sorprendió un poco, aun así sonrió y me besó de vuelta. 

-Eso espero. - salió del departamento y al cerrar la puerta pude sentir de alguna forma un vacío cuando pensé que ya no estaba conmigo.

Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora