Capítulo 22

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POV Castiel

Otra vez estaba de mal humor, y todo por culpa del maldito delegado. Pasé todo el estúpido fin de semana con mis padres porque no querían irse, insistían en que tenían que pasar tiempo con su hijo. Todo era culpa de él, pero después de como terminó la jornada de puertas abiertas me sentía culpable y eso me hacía enojar más ¿Por qué debía sentirme culpable por alguien que arruinó mi fin de semana? En ese momento no pude evitarlo, me dejé llevar por la ira y cuando vi la expresión de Nathaniel al ver que su padre estaba ahí fue... ¡Olvídalo! No quiero pensar en su patética actitud ese día, solo porque su padre es estricto.

 Por la mañana fui a clases solo para comprobar que el delegado estaba ahí, quería reclamarle por lo que había hecho. Cuando me acerqué hacia él, pude notar un rostro ausente y algo ¿pálido? Parecía un zombie ¿Tanto lo había regañado su padre? 

Al final no pude hacerlo, me sentía tan frustrado ¿porqué tenía que sentirme culpable por él? No podía tolerarlo. 

Durante el receso mientras Iris me hablaba yo solo pensaba en él, ya no sabía qué hacer, no quería disculparme, pero verlo en ese estado era deprimente hasta para mí. Abandoné mi orgullo por un momento y fui a la sala de delegados, como de costumbre entré sin anunciarme. No había nadie, creí que se pasaba todo el día en este lugar.

El día pasó y ni rastros de él, me rendí en intentar encontrarlo, después de todo yo no tenía por qué estar buscándolo para disculparme. 

Por la tarde saqué a pasear a Demonio ya que hace un tiempo que no lo hacía, cuando volvía a mi casa me encontré con Sucrette. Hablamos de cosas sin importancia hasta que mencionó que iría a dormir a casa de Ámber. No pude ocultar mi sorpresa, ¿porqué Sucrette iría a casa del delegado? No dejé de pensar en ello en toda la noche, no podía ser que Sucrette y él... Me obligué a mí mismo a dejar de pensar en eso, pero no pude olvidarlo. 

Al día siguiente, todo el mundo hablaba de la llegada del delegado y su hermana con Sucrette, ese asunto despertaba la curiosidad de muchos, aunque a mí solo me importaba saber que relación tenían el delegado y esa chica. Ese día pude notar levemente que el comportamiento del delegado y la castaña cambió un poco, ambos parecían tensos y algo preocupados, sabía que el delegado no diría nada así que intenté preguntarle a la chica, pero esta no dijo nada sorpresivamente, era raro ver a Sucrette no decir nada, ya todos estábamos acostumbrados a que dijera todo lo que sabía sin ningún problema. 

Después de ese día todo volvió a la normalidad, o eso creía. Habían ya pasado unos días y todo indicaba ser como cualquier otro, unos pequeños cambios me hicieron darme cuenta de que no era así. Las clases se habían retrasado, parecía haber un problema en el instituto y lo más raro era que el delegado no estaba en clases. Sabía que algo no iba bien, pero no quise involucrarme más de la cuenta, por lo que no intenté averiguar nada. Desde ese día Nathaniel comenzó a faltar a clases.

Lo admito, estaba preocupado. Toda esta historia era demasiado rara, sabía que el delegado a veces actuaba extraño, pero ahora ni siquiera asistía al instituto y estoy seguro de que si faltaba por cuenta propia sus padres no se lo permitirían, eso quería decir que sus padres estaban involucrados. Comencé a sacar conclusiones, sin embargo nada de lo que imaginaba se acercaba a la realidad que estaba viviendo.

De un día para otro, el delegado apareció en clases como siempre. No, no era como siempre, según lo que había escuchado su personalidad cambió totalmente, era otro delegado. Quise hablar con él, pero ¿cómo? No eramos amigos y tampoco teníamos una buena relación, no pude acercarme a él porque sabía que no era lo suficientemente cercano para ayudarlo. 

Al otro día me encontraba en el sótano tocando mi guitarra, había quedado con Lysandro para practicar, aunque sabía que llegaría tarde. No tenía muchas preocupaciones en la mente en ese momento, solo me concentraba en la música que tocaba, mi concentración se fue cuando escuché una ruidosa conversación en las escaleras. No estaba de humor para pelear hoy, por lo que intenté sonar relajado al pedir que no hicieran ruido, en cuanto vi quienes eran me sorprendí, aún más lo hice cuando vi el rostro del delegado. No quise mostrar que tenía importancia para mí, por lo que decidí bromear, aun así el ambiente estaba muy tenso para eso, tanto que Sucrette me regañó y Nathaniel me ignoró por completo. Ambos se fueron de allí algo molestos por mi intervención, no pude evitar seguirlos, tenía que saber que pasaba.

Entraron en un aula vacía, yo me quedé un momento fuera de ella para entender lo que sucedía.

-Nathaniel, háblame por favor - la voz de Sucrette parecía quebrada.

-No hay nada que decir. Hablé con mi padre para hacerlo comprender... - ¿Hacerlo comprender? No puede ser que... - Pero no funcionó. Todo tomó un rumbo fatal y... este es el resultado - la voz de Nathaniel era tan...frágil, era la primera vez que lo veía así de mal.

En cuanto escuché la conversación entendí todo, la razón por la que siempre se iba temprano, el porqué de que a veces parecía adolorido, sus palabras cuando decía que no sabía nada. Tenía razón, no sabía nada de él hasta ahora, todo lo que representaba solo era una fachada del verdadero Nathaniel, uno que fue oprimido y forzado a cambiar su forma de ser para cumplir con las expectativas de los demás. Sentía que era la primera vez que podía verlo tal cual era.

No podía quedarme de brazos cruzados, lo ayudaría quisiera o no. Entré en el aula y hablé.

-¿Puedo decir algo? - mi presencia pareció repentina para ambos, ya que se voltearon algo asustados.

-Maldita sea, ¡¿por qué nos sigues?! - estaba realmente alterado, se notaba claramente que no quería que se supiera su situación, o tal vez solo era porque era yo quien lo descubrió.

-No quiero ser un entrometido, pero vi lo que tienes en la cara y oí lo que le dijiste a Sucrette. No pude evitar sacar conclusiones - intenté adoptar un tono comprensivo, sabía que Nathaniel era muy susceptible cuando estaba alterado.

-¿Y en qué te afecta eso? - estaba empeñado en dejarme fuera de esta historia, pero no lo conseguiría, necesitaba ayuda.

-Tenemos que hablar. - lo miré seriamente para que comprendiera, sin embargo estaba tan alterado que no me miraba.

-¿Y si no quiero? 

-No tienes elección. Alguien tiene que sacarte de este problema. - no importaba si no quería que lo ayudara, lo haría de todas formas y lo sacaría del infierno en el que estaba.

Te quiero... ¡Te odio! Te amoWhere stories live. Discover now