Capítulo 36

357 39 0
                                    

POV Nathaniel

Ha pasado una semana desde que salí con Castiel. Desde entonces no me habla, ni siquiera me mira cuando intento conectar miradas con él y eso me hace sentir tan...solo. Lo único que quería hacer era disculparme, pero ni eso puedo hacer. Ahora es cuando me doy cuenta de lo dependiente que era de él, no me percaté hasta que nos separamos de que lo necesito, lo necesito tanto que nada hace que me anime, sin importar donde o cuando, sigo pensando en el maldito pelirojo y me siento vacío en este momento porque no puedo estar con él. A veces pienso que no es bueno enamorarse, lo pensé cuando el idiota estaba con Debrah y lo sigo pensando en este momento, solo que ahora es muy tarde, ya estoy loco por él.

Suspiré por enésima vez en el día ordenando los papeles que tenía pendientes en la sala de delegados, pensando en una forma de reconciliarme con Castiel. Si intentaba hablar con él o siquiera llamarlo por teléfono me ignoraba y a pesar de que me sentía culpable por lo que pasó, ya me estaba cansando su actitud arrogante y fría. La única forma que veía de poder entablar una conversación era hacerlo en público y tratando como excusa un tema del instituto. Sonreí al notar un papel con su nombre entre los documentos que estaban esparcidos por el escritorio. Esa era la única forma, sabía que solo haría que se enfadara aun más, sin embargo si no hablaba no podría descansar de la preocupación, como habían sido los días anteriores.

Salí de la habitación con dirección al aula B, donde tendríamos clase en unos minutos. En cuanto me presenté allí noté que muchos de nuestros compañeros de clase no estaban, me pareció curioso ya que irónicamente Castiel si se encontraba, en compañía de Lysandro, quien parecía absorto en su mundo como siempre. Antes de poder hacer algo vi como el rebelde pelirojo se ponía de pie y se acercaba a mí para, en breve, agarrar mi brazo y arrastrarme fuera del aula pronunciando unas pocas palabras.

-Tenemos que hablar, ven aquí. - no dijo nada más y me llevó hasta la sala de delegados donde me soltó. 

Hubo un silencio, yo todavía procesaba el hecho de que me hablaba y el que me hubiera tomado del brazo. Me quedé mirándolo, analizando su comportamiento. Suspiró repentinamente con un poco de enfado, sorprendiéndome un poco. 

-De verdad... - hizo una pausa - pensaba esperar a que tú me hablaras, pero no soportaba estar más tiempo sin hablar contigo. - no dije nada, solo se me pasó por la mente que pensábamos lo mismo. - ¿Por qué no dices nada? - dijo con un tono de enfado. 

-Porque... - hice una pausa dudando un poco. - creí que no querías escucharme, después de lo que pasó... 

-Es cierto, estoy seguro de que querías disculparte ¿no? - estuve a punto de responderle, antes de ser interrumpido. - ¡No necesito oír eso! ¿Por qué no eres honesto y reconoces que te doy miedo? ¿Por qué te obligas a ti mismo a hacer cosas que no quieres por mí? ¿Eres idiota o - esta vez yo fui quien lo interrumpió.

-¡Cállate! - al parecer no lo esperaba porque parecía algo impactado, sin embargo parecía haberse calmado un poco. - Ni siquiera me dejaste explicarte nada, ¿con qué derecho dices eso? Yo... de verdad estaba dispuesto a... - no continué la frase, no hacía falta para que supiera de lo que hablaba. - yo solo creí que estaba bien porque eras tú.

-Eso es una mentira, estabas muerto de miedo ¡En realidad no querías hacerlo conmigo, solo te forzaste a ti mismo para complacerme! - parecía estar herido, fue entonces cuando comprendí los verdaderos sentimientos de Castiel. Él se estaba conteniendo porque me valoraba y no quería arruinar nuestra relación, seguramente mi actitud lo había desestabilizado.

-Lo siento...no pensé en ti o en lo que estabas sintiendo. - me acerqué a él para tomar su mano. - Pero... de verdad en ese momento creí que estaba bien hacerlo, no es que me estuviera forzando, solo era la primera vez que estaba con alguien... de esa manera y me sentía algo nervioso. 

-No puede ser que tu seas... - hizo una pausa sin ocultar su sorpresa, por mi parte estaba algo avergonzado. Creí que se burlaría de mí, al contemplar su rostro sintiendo algo de temor y vergüenza me di cuenta de que estaba equivocado. Lejos de burlarse, parecía también algo avergonzado y feliz. - Lo siento, creí que ya tenías experiencia en esas cosas, después de todo ya habías tenido una novia. 

-¡Cállate! Solo nunca pensé en esas cosas cuando estaba en una relación con esa chica. - me sentía completamente avergonzado de admitirlo.

-¿Pero conmigo si piensas así? - una sonrisa burlona se dibujaba en su rostro. 

-¡Déjame en paz! - en ese momento me abrazó con una pequeña sonrisa, esta vez de felicidad. Se acercó a mi oído para susurrar. 

-Tranquilo, no te presionaré. Solo cuando creas que puedes hacerlo, házmelo saber. Seré cuidadoso. - sentí como mis mejillas ardían y solo pude esconder mi rostro en uno de sus hombros apoyando mi cabeza. 

-No digas nada más... - aún con mi cabeza hundida en su hombro susurré esas palabras. Acarició mi rostro con suavidad para hacer que levantara la vista, cruzamos miradas y nuestros rostros se atrajeron el uno al otro, intercambiando un beso con mucho más significado que cualquier otro, profundo y largo, sintiendo que nos necesitábamos más y acercándonos para acortar toda la distancia entre nosotros, matando todo el tiempo que habíamos pasado sin estar juntos. 

En ese momento me sentía tranquilo, era curioso. Mi corazón latía rápido como siempre, pero no sentía el nerviosismo o la ansiedad que me provocaba cada vez que me besaba, ahora lo disfrutaba sin pensar en nada. Cada vez me estaba volviendo más y más incapaz de pensar cuando se trataba de él, no sabía si eso era algo bueno o malo. Me estaba volviendo un adicto a esta relación. 

Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora