Capítulo 20

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POV Castiel

Ya comenzaron los preparativos para la estúpida obra, aunque no es algo que me importe mucho. Ahora mi principal objetivo es...molestar al delegado, me encanta ver su expresión de estrés cuando le hago bromas. 

Debo reconocer que desde hace unos días se comporta de forma extraña, como si estuviera molesto por algo. Sé que si le pregunto me dirá algo así como "no es asunto tuyo", por lo que he preferido ignorar la situación por el momento.

Hoy fueron anunciados los papeles para la obra, me tocó el gato que plantea enigmas extraño, podría haber sido peor. Después de ver actuar al delegado, supe de inmediato que no le tocaría un muy buen papel, fue muy gracioso porque yo juraba que la actuación era algo en lo que él era bueno, pero contra todo pronóstico se ponía tan nervioso al actuar que enredaba las palabras y decía todas las frases de corrido, el resultado fue tener un papel bastante secundario, es decir, el del rey de corazones. 

Era una lástima no poder estar en escena con él para molestarlo, pero en cambio podía hacerlo siempre en las prácticas lo que era muy satisfactorio. Estaba de buen humor por no tener que ver a mis padres, pero lo estaba aún más por poder estar tan cerca del delegado y molestarlo tanto como quisiera.

En cuanto salimos del gimnasio, Rosalya ya andaba pidiéndole a todo el mundo que fuera a tomarse las medidas para nuestros trajes. No quería ir por ahora por lo que decidí tomar una siesta antes. 

Al despertar pensé que debía ir cuanto antes o se volvería loca de enojo, yo lo sabía más que nadie. Por los pasillos escuché unos murmullos y pude notar al delegado fugazmente, me acerqué a él sin pensarlo. Cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta de que no estaba solo, Sucrette y Melody lo acompañaban, eso me molestó.

Estaba enojado, no solo por estar coqueteando descaradamente con ellas, también por como sonreía despreocupadamente como si se estuviera divirtiendo, mientras que conmigo solo mostraba su expresión de estrés o enojo. Quise hablar con él, pero entró en el aula de ciencias, maldición, y yo que quería ir a tomar mis medidas cuanto antes. Estuve esperando a que salieran por un tiempo y lo único que oía eran unas frases nada entendibles y carcajadas que resonaban por el pasillo. Mi mal humor estaba aumentando, luego de esto iría a hablar con él si o si.

 Salieron todos muy felices del aula como si hubieran pasado un buen rato, algo que me irritó más. Una media hora después de escuchar el eterno discurso de Rosalya por ser el último en tomarse las medidas y que cumpliera con su labor, salí algo disgustado por todo el tiempo perdido. Al ver la hora apresuré el paso, sabía que el delegado siempre se iba temprano a casa, aunque ignoraba por qué. En la puerta de la sala de delegados y sin tocar, entré sin ningún tipo de complicación, para mi sorpresa ya no había nadie en ella.

El día siguiente estaba decidido a hablar con él, aún si solo era molestarlo en los ensayos. Sin pensarlo fui en dirección a la sala de delegados, sabía que tenía que estar ahí. Otra vez, como de costumbre, entre sin tocar y abruptamente.

-¿Qué quieres? - se encontraba en el escritorio, que curiosamente estaba vacío.

-¿No tienes trabajo que hacer hoy? Esto es raro.

-¿Por qué siempre respondes con otra pregunta? - suspiró y frunció el ceño, parece que hoy tampoco estaba de buen humor.

-Tú también lo haces - sonreí - ¿No vas a responder a mi pregunta?

-Está bien. - se resignó - La directora dijo que me dejaría esta semana libre para practicar para la obra.

-¡Qué bien! ¿No estás feliz de no tener que hacer el papeleo por una semana? - me senté en la silla con los brazos en mi cabeza y puse los pies en el escritorio.

-No. - fue tan cortante que me sorprendió, por lo general hubiera reclamado o me regañaría por poner los pies en el escritorio.

-Bueno, cambiando de tema, ¿qué hacías ayer con Sucrette y Melody? - parecía raro hoy, muy raro.

-No es de tu incumbencia. - no miraba directamente a mis ojos, evitaba claramente el mirarme - Ahora, si no tienes nada que hacer aquí, mejor vete. 

-¿Qué te pasa? Estas muy raro - fruncí el ceño, me levanté apoyando mis brazos en el escritorio para quedar unos centímetros de su rostro, mirándolo fijamente.

-N-no es nada - por un momento nuestros ojos se encontraron, pero él evadió mi mirada rápidamente. 

Me di cuenta de que estaba nervioso, sin embargo no tenía claro por qué. No sabía si era por estar a solo a unos centímetros de distancia o porque estaba ocultando algo. Me rendí a averiguarlo, él siempre fue así, no le gustaba decir lo que sentía o si tenía problemas, le gustaba guardarse todo para que nadie lo supiera.

Salí de la habitación algo confundido. 

Por la tarde fuimos al primer ensayo de la penosa obra, aunque no estuvo tan mal, al menos pude molestar un poco a las personas haciéndoles comentarios. Al terminar los ensayos todos nos fuimos a casa.

El día siguiente, apenas entré en el instituto sentí que algo iba mal ¿Será por ver a la directora sonriendo o porque me andaba buscando? Creo queeran ambas razones. En cuanto pronunció las palabras "sus padres" supe de inmediato lo que venía.

Cuando terminó de hablar ya estaba furioso, estaba tan molesto que comencé a golpear un árbol. No podía creer que mis padres me mintieran y esa vieja bruja, ¿cómo rayos los convenció? ¿No que se había rendido con mis padres? Mi furia era tan grande que Sucrette se acercó a hablar conmigo para intentar que no derribara el árbol. 

Sabía que algo no calzaba, la directora no era tan persistente con los padres, estaba seguro de que alguien se había metido y averiguaría quien era para hacerlo pagar.

Mi mal humor era visible, en todo el tiempo que estuvimos en el instituto en lo único que pensaba era en quién fue el bastardo que convenció a la directora, pero al parecer no era tan fácil hacer que apareciera. 

Sin darme cuenta pasó una semana sin poder averiguarlo y con mi mal humor nadie quería tenerme cerca, ni Lysandro. Sabía que la persona que convenció a la vieja debía ser cercana y tener una influencia sobre ella, con esas descripciones los únicos que quedaban eran Melody, que no tendría ninguna razón para hacerlo porque no le intereso, y el delegado, pero era imposible que fuera él, no sería capaz de eso, después de todo ahora eramos casi amigos...creo.

Llegué al gimnasio en donde no habían muchas personas aún, me senté en un rincón para esperar al resto y comenzar con el estúpido ensayo. Para la sorpresa de algunos y el desagrado mío, apareció la directora para decir que estaba muy "honrada de que vinieran todos los padres de los alumnos" intenté acribillarla con la mirada más de una vez deseando su muerte, luego de eso mencionó a Nath y le agradeció mucho por "haberle insistido en que llamara a los padres de Castiel nuevamentepara convencerlos de venir", espera...¡¿Qué?! Se retiró del gimnasio dejando un ambiente tenso e incómodo.

Cuando escuché eso, mi mente se puso en blanco, en lo único que pensaba era en matar a Nathaniel. Todo el aprecio que sentía se había convertido en un odio ferviente hacia él, mi cuerpo hervía de rabia. No pensaba en nada más que en acabar con el delegado y hacerlo desaparecerde la faz de la tierra.

Esta vez me las pagaría.

Te quiero... ¡Te odio! Te amoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora