Capítulo 39

345 40 2
                                    

POV Nathaniel

Antes de darme cuenta, ya había llegado la hora de prepararme para el baile de graduación. Pensaba usar un traje que tenía de hace un tiempo, pero Ámber insistió en que comprara uno nuevo, por lo que elegí uno de tono azul que parecía ser el más formal de la tienda. 

Una hora antes del baile, comencé a alistarme con mucho cuidado. Sabía que el día de hoy sería especial y no solo por el baile que habían organizado, sentía que este día lo recordaría siempre, sin importar el tiempo que pasara. Me puse nervioso cuando recordé las palabras que Castiel dijo ayer, a pesar de estarlo, mi decisión ya estaba tomada, no tenía dudas o miedo sobre lo que pasaría hoy.

Ya estaba oscuro cuando llegué al instituto, sorpresivamente algunos alumnos ya estaban allí y al entrar en el gimnasio, la decoración era increíble, tanto así que parecía que estábamos en otro lugar. Después de observar, admirado, la decoración, busqué a Castiel con la mirada, quien estaba en un rincón, con cara de pocos amigos, me reí mentalmente. 

Sin que nadie lo notara, me acerqué a él y toqué su hombro para llamar su atención. Se sorprendió un poco, para luego sonreír. 

-¿Acabas de llegar, delegado? - su sonrisa no desaparecía.

-Recuerda que desde mañana ya no soy más el "delegado", desde ahora tendrás que llamarme siempre por mi nombre. - sonreí, siguiéndole el juego.

-Lo sé, pero para mí siempre serás el delegado. - se encogió de hombros. - Aunque me encantaría llamarte Nath siempre, me hace sentir nostálgico. 

-Creo que yo también siento nostalgia de ese apodo, aunque a veces si me llamas así. 

-Es algo ocasional. - reconoció. - ¿no vas a bailar? - me lanzó una sonrisa burlona.

-Claro que no, no es mi estilo. - respondí fingiendo estar enfadado. - Además...no tengo pareja de baile. - sonreí.

-Si yo fuera tu pareja... ¿bailarías? - sonrió, mientras se acercaba a mí. 

-¡Era una broma! No voy a bailar contigo en frente de todos, sería un suicidio. - dije lo que pensaba a pesar de que podría molestarse conmigo por lo que dije.

-¿Suicidio? Tal vez quiero que nos suicidemos. - para mi sorpresa no se molestó o se sintió mal, parecía disfrutar completamente viendo mi expresión de miedo.

-¡Deja de bromear! Si quieres hacer algo, será después del baile o en otro lugar. 

-¿Entonces puedo hacer algo siempre y cuando no sea en el gimnasio? - sonreía, estaba seguro de que había cavado mi propia tumba al decir lo que pensaba. Me tomó del brazo y me arrastró hasta la sala de delegados. 

-¿Qué planeas? - alcé una ceja esperando una respuesta.

-Solo quería hacer algo aquí una última vez. - y diciendo esto, se acercó a mí tomando mi rostro, para besarme con intensidad. Me sujeté de su traje mientras me arrastraba hasta el escritorio, logrando que quedáramos encima de el. Antes de entender lo que estaba pasando, pasos acelerados y una puerta abriéndose nos dejaron en un estado de shock, por lo que no pudimos reaccionar. El rostro de Melody viendo fijamente y en el mismo estado que nosotros, encontrando nuestras miradas. 

-¿N-Nathaniel? ¿Qué estás haciendo? - ambos nos separamos. Al ver su rostro, pude notar que necesitaba tener una conversación con ella.

-Castiel, ¿podrías salir? Creo que es mejor hablar con Melody a solas. - le lancé una mirada interrogante.

-Haz lo que quieras.  - parecía algo irritado, aun así salió de la habitación. 

-Lo siento, pero yo... - no me dejó terminar.

-¡¿Que rayos estabas haciendo en la sala de delegados?! ¿Es una broma cierto? No te puede gustar... él. - estaba al borde de las lágrimas, negando todo lo que pasaba.

-Lo siento Melody, pero me gusta Castiel. - sus ojos se abrieron mucho más, parecía estar más en shock al oírme decir eso. - Me disculpo contigo si cuando te rechacé no fui lo suficientemente claro, pero te diré esto ahora, nosotros no podremos estar juntos nunca, puede que suene duro, aun así siento que debes oírlo. - sus lágrimas caían una tras otra y no decía nada, solo se escuchaban pequeños sollozos que salían de su boca. Después de un momento, pudo pronunciar unas palabras.

-Cuando... - hizo una pausa, como dudando. - Cuando me rechazaste hace dos años, ¿fue por él? - me sorprendieron sus palabras, no esperaba que fuera tan directa.+ 

-En ese momento no lo tenía claro, pero sí. Incluso en ese momento creo que ya lo quería. - sonreí con algo de vergüenza, estaba algo aliviado de que no estuviera escuchando. 

-¡No lo entiendo! ¡Yo siempre estuve para ti y te apoyé en todo! Además él... - apretó los puños aun más gritando. - ¡Él ni siquiera te miraba, solo tenía ojos para Debrah en ese momento! ¡Te odiaba! Entonces ¿por qué? Yo siempre...estuve a tu lado. - sus ojos derramaba cada vez más lágrimas. 

-Lo siento, sé que siempre estuviste a mi lado y lo agradezco, pero no puedo evitarlo, me enamoré de él. - desvié la mirada, algo avergonzado. - Estoy seguro de que podrás encontrar a alguien más adelante. - sonreí tomándola de los hombros. Cuando parecía haberse calmado, la solté y salí de la habitación para encontrarme con Castiel apoyado en la pared con una sonrisa. 

-¿Así que te enamoraste, eh? - sonreía de forma burlona mientras sentía como mi rostro enrojecía. - Yo también te quiero. - bromeó.

-¡Cállate! - respondí algo irritado. Caminamos hasta el gimnasio de esa forma, sin preocuparnos mucho por lo que había pasado, solo disfrutando el momento de complicidad. 

El baile prosiguió normalmente, a excepción de la intervención de Peggy quien hizo el comentario de que el señor Fárres estaba "consolando" a Melody, intentando crear rumores absurdos. Estuve agradecido cuando Sucrette intervino obligandola a disculparse, realmente alguien tenía que detenerla. El resto de la noche fue tranquila, al ver tantas parejas bailando por un momento sentí algo de envidia, sacudí mi cabeza para olvidarlo. El baile terminó rápidamente y sin darnos cuenta ya era la hora de volver a casa, todos fueron saliendo uno por uno del instituto y yo no era la excepción. A la salida, decidí esperar a Castiel sin pensarlo,  permaneciendo allí hasta que apareciera en cualquier momento y en el proceso pude ver como algunos también salían del lugar muy felices. En cuanto salió me acerqué a él. 

-Veo que no te fuiste a tu casa. - sonrió, lanzando una mirada. Pude entender a lo que se refería perfectamente con solo verlo.

-No tengo por qué hacerlo. - estaba algo avergonzado, a pesar de eso sonreí.

-Entonces espero que estés preparado. - y diciendo esto nos dirigimos a su departamento. 


Te quiero... ¡Te odio! Te amoWhere stories live. Discover now