El vals que Liam y yo estábamos haciendo me había transportado a muchas memorias anteriores pero todas desordenadas, nuestros ojos se mantenían fijos el uno en el otro sin apartarse; era como si todo a nuestro alrededor se había esfumado, éramos él y yo nada más.
-Lamento no poder serle útil, alteza... pero no puedo recordar nada de mi vida anterior. -Acoté mirando los orbes oscuros de Liam mientras continuábamos el vals.
Liam sonrió mirándome y moviéndose grácilmente al ritmo de la tonada de fondo.- No te preocupes, Elizabeth, haré que me recuerdes sin importar lo difícil que pueda ser en el trayecto.
-¿Cómo es que está tan seguro? -Pregunté con mi rostro dibujando una expresión de sorpresa.
Su sonrisa dulce hizo revolotear mi corazón.
-Porque tú y yo no somos una casualidad predilecta. -Murmuró antes de hacerme girar mientras bailábamos.
Y mi mente me llevó a un sólido recuerdo.
Era yo a los ocho años, usando un vestido blanco mientras bailaba alegremente un torpe vals con un niño un año mayor que yo.
-Bailas bien. -Sonreí mostrando todos mis dientes hacia el niño antes de él hacerme girar.
Él sonrió en respuesta.- Cuando nos casemos... ¿bailaremos un vals también?
Mi yo de ocho asintió feliz por sus palabras.
-¡Claro! Tú y yo no somos una casualidad, estamos destinados por Dios para estar juntos~.
Y el rostro de aquel niño se hizo claro, lo borroso dio pase a una nítida cara de un pequeño de rasgos asiáticos y piel nívea.
Entonces caí en la cuenta... del gran parecido que Liam tenía con ése pequeño.
-Elizabeth. -Susurró deteniendo el baile, el momento final había llegado.
-¿Sí, alteza? -Pregunté con una pequeña sonrisa hacia él, intentando no hundirme en mis pensamientos.
Sus grandes y cálidas manos se posaron en mis mejillas, sabía que el beso iba a suceder y estaba nerviosa a pesar de que era falso.
Pero... no lo fue.
Liam me miró entrecerrando sus ojos a medida que se acercaba, y unió finalmente nuestros labios en un dulce beso.
Uno que me hizo sentirme congelada, y encantada para mi sorpresa.
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Se separó de mí, abrió sus ojos y me miró con una tímida sonrisa en su rostro. El mío por otro lado de seguro estaba desfigurado en estupefacción y un gran sonrojo.
Él me había besado, y de verdad.
Los aplausos del público sonaron en todo el auditorio y mis padres sonreían aplaudiendo, aunque la sonrisa de papá era más forzada que otra cosa. El telón se dejó caer frente a nosotros y yo me quedé observándolo.
-Me... besaste... ¿por qué...? -Más él no me dejó continuar mi oración.
-Lo siento, estaba tan enfrascado en la escena y... me dejé llevar.
Desvió la mirada seriamente apenado, e intenté decirle otra cosa pero Blake pidió que todos los actores fueramos a hacer la reverencia de agradecimiento al público.
Por lo que no pude seguir hablando con él.
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12:00am.
No pude dormir en toda la noche pensando en lo sucedido de hace unas horas, Liam me había besado y la verdad era algo que jamás imaginé que sucedería; todo este mes conociéndonos fue suficiente como para darme cuenta de que él y yo teníamos una historia detrás, no sé por qué pero algo dentro de mí me lo decía.
Tal como prometí, acepté a Jesús cuando terminó la obra pero Liam y yo no seguimos hablando de nada más, el beso nos había afectado y temía que eso afectara también en nuestra relación de amigos.
Suspiré levantándome de mi cama y me fui hasta el alféizar de mi ventana, la luna blanca brillaba sobre el mar de una forma artística y única.
Sonreí apoyando mi mentón en mis manos.- Señor... ahora que soy tu hija, quiero que me ayudes a recordar... y revélame mi pasado y sobretodo quién es Liam Kang en mi vida... por favor, no quiero seguir en la incertidumbre.
Respiré profundo y observé el mar fijamente, el beso de Liam y yo seguía repercutando en mi cabeza y miré al cielo sintiendo mis mejillas arder y mi corazón latir sin control alguno.
-Liam Kang, tú eres parte de mi pasado... no sé por qué pero lo siento en mi corazón. -Susurré colocando mi mano sobre mi pecho.
El niño de rostro borroso tenía algo que ver con Liam, de eso no tenía dudas ahora.
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