Tuve un sueño, y me vi allí sumergida en un mar profundo y oscuro. Mi vestido era blanco con retazos y listones del mismo color que ondeaban en el agua, miraba todo a mi alrededor más no podía moverme o nadar; el desespero comenzaba a tomarme por completo, la necesidad de respirar era latente y sentía miedo.
Miedo de morir.
Pero más me daba miedo morir en el lugar que más amaba, el mar…
Hasta que lo vi, una luz resplandeciente que traspasaba la masa de agua perfectamente sin verse distorsionada en ningún instante. Fue que pude moverme y nadar con rapidez y anhelo hacia aquel haz de luz, y una mano extendida hacia mí dispuesta a sacarme del mar profundo se sumergió al agua. Noté la herida de un clavo en su mano.
Era… era Él.
—Dafne.
La voz grave y dulce de Liam inundó mis canales auditivos apenas lo escuché llamarme, abrí mis ojos con lentitud y por inercia llevé mi mano a mi frente, sintiendo una punzada de dolor. Miré a mi alrededor dándome cuenta de que estaba en una ambulancia estacionada, una frazada térmica cubría mis hombros y Liam se hallaba sentado junto a mí.
Fue que todos los recuerdos de lo ocurrido esa noche azotaron mi cabeza, y a pesar del horror vivido… me aliviaba saber que no había perdido la memoria otra vez.
—Todo esto… ha sido una pesadilla. –Susurré sintiendo mis ojos humedecerse lentamente. Los fuertes brazos del pelinegro me rodearon al instante tras notar mi estado.
—Lo sé, lo importante es que ya estás bien y estamos juntos todos otra vez. –Besó la coronilla de mi cabeza, mientras mis manos se aferraban a su ancha espalda como si fuese un salvavidas.
Le agradecía tanto al Padre por haber guardado mi vida, porque no estaba lista para morir. No estaba lista para abandonar a mis seres queridos otra vez.
En menos de unos minutos, mis padres se acercaron hasta nuestro lugar para fundirme en un profundo abrazo lleno de calidez y amor, me sentía tan feliz de tenerlos devuelta en mi vida. Solo Dios pudo hacer que nos reuniéramos todos nuevamente.
—Hija, estuvimos tan asustados… pensamos que luego de que Dios te nos devolviera, el enemigo iba a arrancarte de nuestro lado por segunda vez. –Dijo mi padre contra mi cabello, sin soltarme en absoluto.
Me fue imposible el soltar un sollozo ahogado ante las palabras de mi padre, porque realmente también llegué a pensar que no volvería a verlos de nuevo luego de reencontrarnos. Pero Dios siempre era fiel, y nos había juntado nuevamente.
—Ya pasó, estamos juntos de nuevo. –Mi madre fue la que habló esta vez, acariciando mi cabello con suavidad.
Alcé mi mirada y observé a Liam, el cual me sonreía ladinamente con dulzura, ocasionando que mi corazón saltara en mi pecho. Yo lo amaba y mucho.
Y de verdad estaba agradecida de estar junto a él otra vez.
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Los eventos ocurridos ocasionaron ciertos traumas emocionales en mí, y no era para menos a la edad que tenía, había sido algo muy fuerte para experimentar. Vivir una falsedad, descubrir la mentira de mi accidente y la locura de Loraine Owens que la llevó a secuestrarme y suicidarse en frente mía.
Tuve que asistir a terapias con una terapeuta cristiana, la cual me ayudó bastante durante ése tiempo antes de poder volver a clases con normalidad.
—¡Dafne! –Chilló Marion al verme llegar hasta el campus universitario.
Sonreí abiertamente y nos abrazamos con fuerza, pude sentir saladas lágrimas caer de mis ojos porque realmente la había extrañado. Ella en poco tiempo se había convertido en una gran amiga para mí.
—Marion… estoy feliz de verte y de regresar a clases. –Dije tras separarme de ella y volver a sonreír.
Ella cabeceó sin ganas ante lo último que dije.— Eres una nerd sin remedio, eh.
Y entre risas, ambas emprendimos camino hacia e interior de la universidad, pero ver a Liam acercarse a mí solo me causó estragos en mi interior.
—Hola, Dafne. –Saludó mirándome con aquel amor sin medida que profesaba.
De verdad que comencé a sentirme en las nubes.
—Hola, príncipe.
No dejábamos de mirarnos y sonreírnos, realmente estaba feliz de poder estar junto a él. Y de no ser por Marion y su insistencia de ir a clases, pudimos habernos quedado en el pasillo por horas.
Ah, estaba mal por él… ¿verdad? Pero al menos ya podía sentir _paz_ otra vez.
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