La lluvia caía y caía sobre mi cabeza, confundiéndose con mis lágrimas mientras miraba al niño lloroso frente a mí, sintiendo el mismo dolor que yo.
-A Corea... ¿un año...? -Susurré con el amargo sabor en mis labios por aquella despedida.
Él asintió con la cabeza y miró el suelo sollozando.- Tengo que ir... mi abuelita está enferma y mis padres y yo iremos a cuidarla... yo les rogué que me dejaran quedarme pero no aceptaron.
Tenía miedo, miedo de no volverlo a ver otra vez. Él era importante para mí, era mi mejor amigo y con quien quería unir mi vida cuando fuéramos adultos.
Servir a Dios junto a él, era mi sueño más anhelado.
-Pero... ¿y s-si no vuelves? ¿y si llego a o-olvidarte? -Pregunté entre sollozos silenciosos, la lluvia no dejaba de caer sobre nosotros.
Él simplemente negó con la cabeza y me abrazó fuertemente llorando, ambos llorábamos desconsolados.
-Si me olvidas... yo haré que me recuerdes, Dios me ayudará a que me recuerdes. Tú y yo siempre estaremos juntos. -Murmuró sin soltarme de entre sus delgados brazos que me rodeaban.
Lloré con más fuerza asintiendo levemente y me aferré a su espalda, estar separada de él iba a ser lo más duro que iba a experimentar en toda mi vida pero me juré que no le olvidaría.
Y no supe que días después esa promesa se rompería en mi trágico accidente, donde todos mis recuerdos se perdieron en el mar del olvido.
Al salir de casa me encontré a Liam de pie en la acera junto a la calle, él se dio cuenta de mi deplorable estado y no dudó en ir hasta mí y rodearme fuertemente con aquellos cálidos y fuertes brazos suyos.
Me aferré a su espalda y lloré con fuerza, sintiendo el dolor aún atravesar mi corazón.
-Rompió la Biblia que me diste... -Musité entre sollozos sin soltarlo todavía, no quería hacerlo.- no entiendo por qué odia a Dios... no sé por qué...
Liam me abrazó con más fuerzas apretándome contra su pecho, su aroma inundó mis fosas nasales como una especie de calmante para mí, un aroma que me resultaba muy familiar.
-Lo siento mucho... fui un idiota esta mañana, es que... no sabía cómo reaccionar por lo que pasó ayer, no quería que tuvieras una idea errada de mí. Pero aquí estoy para ayudarte. -Susurró cerca de mi oído antes de separarse y mirarme con una sonrisa.- ¿me perdonas?
Miré sus oscuros ojos negros que también observaban los míos, sonreí suavemente y asentí con levedad.
-Claro que te perdono...
Con eso él me guió hasta la residencia en donde se estaba quedando por los estudios, necesitaba un momento alejada de casa.
Y con Liam junto a mí, me sentía más tranquila a pesar de todo.
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7:00pm.
Liam y yo ingresamos a la casa en donde estaba alquilando aquí en Ft. Lauderdale, era pequeña pero también era acogedora y cálida.
Tal vez se debía también a que podías sentir una presencia divina dentro, la cual era el Espíritu Santo.
-Estás en tu casa. -Sonrió él mientras dejaba su chaqueta sobre el pequeño sofá de la sala.
-Gracias. -Murmuré sonriendo levemente y lo miré.- ¿puedo... llamar a Marion? También me gustaría hablar con ella...
El coreano asintió sonriendo de forma ladina, ya era una sonrisa habitual en él y me gustaba.- Por supuesto, el teléfono fijo está en la sala. Iré a comprar comida para nosotros por aquí cerca, no me tardaré mucho.
Asentí a sus palabras mientras lo veía salir otra vez pero sin la chaqueta esta vez, suspiré al estar sola de nuevo y me fui en dirección al teléfono fijo que él había mencionado. Marqué el número de Marion y tras sonar dos tonos contestó.
-¿Hola?
-Hey Mari... -Sonreí levemente al escuchar su voz llena de ánimo como siempre.- quería hablar contigo, ¿se puede?
-¿Loretta? ¡Claro que sí! -Dijo entusiasta a través del teléfono, cosa que me hizo reír.
Y le narré todo lo sucedido y cómo llegué a parar en casa de Liam, me dio palabras de aliento por lo sucedido con mi madre y me dijo que para cualquier cosa ella estaba dispuesta a ayudarme.
-Gracias, te veo mañana en clases. -Me despedí de ella sonriendo y colgué, Liam aún no regresaba así que miré a mi alrededor.
Estaba una puerta que supuse era su habitación.
Pero no me atreví a entrar, no me parecía correcto.
"Entra allí y descubre la verdad."
Aquella voz sonó clara y audible en mi cabeza, y por inercia obedecí.
Sin entender por qué la voz me decía que entrara a la habitación de Liam.
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