∀ I S Ǝ N W ∀ 🔚 novela cristiana.

XXVI: Trágico desenlace

La observé entrar a la habitación, el chirriante y desesperante sonido de la vieja puerta de madera inundó mis oídos por completo. Mi tía se posicionó en frente de mí, atrayendo una silla que estaba a un extremo de ella.

Sus ojos se clavaron en mí al instante.

-Lo arruinaste todo, rompiste lo que estuve construyendo por años... ¡todo por culpa de tu Dios y de ese estúpido chico asiático!

Su grito me hizo sobresaltarme un poco, era aterrador.

-Ustedes me engañaron toda mi vida. Se aprovecharon de mi accidente y de mi amnesia. -Susurré con tranquilidad, sin querer gritar o reclamar.- ¿por qué me alejaste de mi verdadera familia?

-¡Porque la estúpida de mi hermana siempre tuvo todo!

Tal confesión en medio de un grito me dejó estupefacta en mi lugar, ¿mi madre siempre tuvo todo? ¿A qué se estaba refiriendo con eso?

-¿Qué...? -Murmuré sin comprender bien lo que había dicho.

Ella masculló algo en voz baja, haciendo imposible que la entendiera hasta que me miró nuevamente.- Yo soy estéril, pero Samantha no... ella siempre fue privilegiada por nuestros padres, todos la querían. Excepto yo.

No daba crédito a lo que oía, las palabras cargadas de odio, resentimiento y envidia que emanaba de su boca me hacían sentir náuseas. Jamás pensé que la que era mi amable tía, se convertiría en una mujer llena de rencor como lo estaba presenciando en esos momentos.

-Tía... comprende... a veces Dios... -Pero no pude terminar la oración, porque su mano abierta chocó contra mi mejilla violentamente.

Por inercia mi cabeza se giró debido al golpe, y lentamente la encaré con cierto miedo ante su reacción. Sus ojos enardecidos me miraban llenos de cólera, como si mis palabras hubieran sido abominables a sus oídos.

-Tu Dios no existe, si así fuera yo tendría hijos y Clint no me hubiera abandonado hace poco por ser un cobarde... nada de esto hubiera pasado, quise quitarle a mi hermana todo. Ese accidente fue lo mejor que pude planear. -Afirmó alzando una ceja en mi dirección.

Y ahí fue que quedé en blanco, ¿ella planificó el accidente de hace años? No podía ser posible.

-Tú... tú lo... ¿planeaste? -Susurré petrificada, Loraine Owens estaba más alla del borde de la cordura.

Ella rió mordaz, asintiendo levemente.- Por supuesto, de no ser así no hubiera aparecido en el hospital para hacerme pasar por tu madre. Incluso le pagué a los médicos encargados de tu caso, y les hice creer a mi hermana y a su esposo que tú habías muerto.

De acuerdo. Quería desmayarme ante la enfermiza información, era tan retorcido todo aquello que comenzaba a marearme debido a ello.

-No puedo creerlo... -Solté tratando de asimilar las cosas.

-Créelo, así fue todo. -Se levantó de la silla, mirándome.- ahora tendré que acabar contigo ya que todo se salió de control... lástima, fuiste una excelente hija.

El destello de un cañón de un revólver se hizo presente en la oscura habitación iluminada solo por la luz de la luna, jadeé horrorizada al ver el arma ser apuntada en mi dirección, ¿así sería todo?

¿Moriría sin haber completado todo lo que Dios me había guardado? ¿Así sería?

Bueno... si ya era mi hora, pues lo aceptaría para ver a mi Señor. Cerré con fuerza mis ojos, esperando el tiro de gracia para acabar mi vida, pero en vez de eso oí sirenas y pasos apresurados irrumpiendo en la casa.

-¡Policía de Lauderdale! ¡Baje el arma ahora! -Espetó el oficial que apuntaba hacia la mujer tras entrar de sopetón a la habitación.

Detrás de ellos, noté a mis padres, amigos y a Liam verme con alivio y desesperación en sus ojos. Las lágrimas no tardaron en salir, Dios me había escuchado.

Loraine se vio acorralada, y cuando pensaba que iba a entregarse... se apuntó a sí misma.

Y haló del gatillo.

Hechos que nunca quise presenciar o experimentar en toda mi vida.

Un accidente, y lo padecí.

Un secuestro, y lo viví.

Ver a alguien morir, y justamente eso presenciaron mis ojos cuando Loraine haló del gatillo contra sí misma, con el ruidoso estruendo de la bala al ser disparada. El cuerpo inerte de ella cayó al suelo, con la sangre saliendo a borbotones de su sien.

El silencio sepulcral reinó en todo el lugar, y un grito traumático salió de mis cuerdas vocales; estaba fuera de mí por completo, lo que había vivido fue tanto para mí que solo pude oír a mis padres gritar mi nombre.

Y la silueta de Liam acercarse a mí con rapidez para sujetarme como a una princesa caída en el suelo.

-¡Dafne! Calma, estoy aquí... bonita, estoy aquí. Dios y yo estamos aquí. -Susurró contra mi oído a modo de calmante.

Su voz fue el sedante perfecto para mí, porque caí como muerta en sus brazos sin poder soportar las emociones descontrolándose en mi interior.

Solo... quería dormir.

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¡Dios les bendiga!