XXIV: Complicaciones

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Despedirme para mí era algo duro, ahora que había encontrado a mi verdadera familia.

El viaje de regreso fue ameno, al menos para el resto de los estudiantes; pero para mí fue diferente en su totalidad, me sentía intranquila.

¿Por qué?

-Te llamo más tarde. -Dijo Liam tras acompañarme a casa luego de haber tomado un taxi.

Le sonreí suavemente, asintiendo con la cabeza. -Dios te bendiga, hasta mañana.

Me dio un casto beso en mis labios, y se dispuso a caminar por la calle hasta desaparecer, suspiré pesadamente al verlo irse.

Y antes de que pudiese voltearme para entrar, una mano jaló de mis cabellos con rudeza para hacerme ingresar violentamente a la casa.

-Niña insolente, quisiste romper todo lo que construí para ti. -Aquella voz erizó mi piel de forma escalofriante.

Loraine me miraba de forma colérica, psicótica y demencial, lo suficiente como para causarme un profundo temor.

-¡Me duele! ¡Basta! -Chillé entre lágrimas mientras era arrastrada por el suelo de mis cabellos.

¿Qué iba a pasarme ahora?

Padre... ayúdame por favor...

Los golpes violentos vinieron, nunca antes Loraine me había pegado de esa forma tan salvaje. Era la primera vez que la veía actuar de esa forma tan aterradora.

Mis sollozos acompañados de gemidos dolorosos salían de mi boca sin pudor alguno, ¿cómo sabía ella todo?

Porque ella ya lo sabía, si así no fuera no estaría pegándome como lo estaba haciendo en esos instantes, y recordé el hospital de Santa Bárbara.

De seguro aún ella mantenía contacto con las personas que cometieron el fraude médico durante mi accidente hacía unos años, era la teoría más sólida que tenía en mi mente.

-Por favor... basta... -Imploré con voz débil, mi cuerpo estaba debilitándose por los golpes.

Poco a poco la inconsciencia me tomaría, y no podría dar marcha atrás a eso.

Dios nunca abandona a Sus hijos, por muy duras que se vean las pruebas en nuestras vidas, Él siempre estará a nuestro lado.

Fortaleciéndonos, sustentándonos en todo momento.

Solo hay que ser valientes y estar firmes en la brecha, creyendo que Su Ángel acampa alrededor nuestro y nos defiende.

Recordaba esa predicación que dio mi padre una vez hace muchisímos años, y que en ése momento yo estaba comenzando a aplicarla en mí.

Sí, Dios estaba conmigo, y no debía de temer de lo que el ser humano pueda hacerme.

«Confío en Ti, mi Señor...»

Y apenas dije tales palabras en mi mente, mi cuerpo sucumbió a la total inconsciencia.

Y apenas dije tales palabras en mi mente, mi cuerpo sucumbió a la total inconsciencia

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Liam estaba impacientado.

Llamó cantidades de veces al número de Dafne, pero este solo le enviaba directo al buzón de mensajes de voz, algo extraño para él ya que siempre le contestaba a los dos tonos de llamada.

Pero, esa noche no fue así.

-Señor... ¿qué está pasando? -Susurró lleno de ansiedad, caminando de un lado a otro dentro de su habitación.

Decidió llamar a Marion, para ver si de casualidad ella sabía algo sobre Dafne, y realmente esperaba que ella sí tuviese noticias.

-Marion, dime que te comunicaste con Dafne hace poco... -Dijo sintiendo su voz tensarse ante la incertidumbre.

-¿Eh? No, Liam... la he estado llamando y no responde, tampoco los mensajes de texto o Whatsapp... ¿no está contigo?

Aquello le envió una oleada de terror al pelinegro.

Dafne no respondía a nadie.

-No... no está conmigo. -Masculló, tembloroso.-yo... voy a ir a su casa, te llamo al tener noticias.

Y colgó, sin pensarlo demasiado salió casi pitando de su casa residencial.

La brisa salada junto a las fuertes olas chocar entre sí daba un panorama de tormenta e inquietud, algo irónicamente semejante a la situación emocional del coreano.

No podía perderla de nuevo, no podía.

Dios lo llevó hasta ella, estaban destinados por Él para estar juntos, pero el enemigo deseaba tanto irrumpir en Su propósito con ellos de cualquier forma.

Pero Dios no lo permitiría, así viniesen los millones de obstáculos para ambos, permanecerían juntos y firmes.

Sus pies se detuvieron frente a la casa Owens, y su corazón dio un vuelco al verla desierta y abandonada.

No había nadie.

-No... Jesús... ¡No! -Gritó pateando la puerta para entrar inmediatamente.

Pero no estaba nada, más que el celular de Dafne en el suelo.

Roto y apagado.

Se agachó con las manos temblorosas para tomar el objeto entre ellas, observándolo más de cerca.

No debió dejarla sola, debió quedarse con ella en todo momento.

Fue una horrible idea el permitirle regresar a sus tíos.

Sacó su celular de su bolsillo, y le marcó nuevamente a Marion.

Cuando esta contestó, fue que lo dijo.-Se la llevaron, Marion... sus tíos se llevaron a Dafne.

Y la pregunta más importante era la siguiente: ¿Dónde estarían?

Tenían que encontrarla, a como dé lugar, tenían que hacerlo.

Liam Kang no iba a rendirse.

Liam Kang no iba a rendirse

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¡Dios les bendiga!

∀ I S Ǝ N W ∀ 🔚 novela cristiana.Where stories live. Discover now