23. Kenna

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Las gotas que colman el vaso

Soy una persona controladora, no voy a negarlo. No de forma obsesiva, pero me gusta saber que puedo evitar o manejar cualquier contratiempo.

El teléfono era para llamar a Maise y a mi crush, Tyson.

Ella estaba en práctica de soccer, con Lorena y Wendy discutiendo algo de fondo sobre si One Direction podría volver algún día. Me caen bien. Antes de ser ingresada, íbamos por licuados tras cada entrenamiento. Lorena jamás se acababa el suyo y Wendy lo hacía por ella, como hacen los buenos amigos.

Tyson estaba en casa de su abuela. Escuché a la veterana gritarle porque se olvidó de vigilar el horno y el budín de pasas se quemó. Él rió a través de la línea. Su risa me hizo sonreír como lo hace la mejor anécdota de tu infancia.

Le dije que, si tenía pasas, era mejor que se hubiera quemado. Coincidió conmigo.

Acabo de colgar, y retomando el tema del control, me gustaría ser capaz de tener un poco de eso ahora mismo, porque se me cierra la garganta y mis palabras se cortan con el filo de la impotencia. Las lágrimas me ahogan en tristeza. Las manos y los labios me tiemblan de ira. La desesperación me agita el pecho y revuelve mi estómago.

No puedo controlar lo que siento, la propia reacción natural de mi cuerpo, y eso me hace sentir una pequeñez encerrada en un inmenso montón de cosas que quieren dinamitar.

No me di cuenta, o tal vez me negué a enfrentar, que los pequeños detalles de mi día a día han sido cambiados por otros, y le tengo tanto miedo al cambio. Mucho.

Es una de las razones por las que no quiero un corazón que no sea el mío.

Estoy llorando porque no hay más brisa que seque el sudor de mi la frente mientras corro tras una pelota en el campo de la escuela. No hay más Maise olvidándose la combinación de su casillero ni más juegos tontos de miradas con Tyson a través de un aglomerado corredor.

No para siempre, eso lo sé. O eso espero... ¿No es raro? Cuando estás pasando por un mal momento dicen que tienes toda la vida por delante, que ya pasará; pero luego la misma gente dice que dicha vida es cortísima y solo tenemos el presente.

¿Sueño con recuperarme para volver a disfrutar de los detalles? Pues no tengo un «para siempre» asegurado. ¿Vivo el momento? No puedo, el presente es crudo, horrible y tan...

—¿Kenna? —susurran, dando un suave golpe a la puerta del baño.

Lo que digo para salvarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora