❛0005.❜

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—días después.
—ricky.

Era el día en el cual podía irme del hospital, Ryan había venido a recogerme y no había visto al enfermero, estos últimos tres días me había atendido una enfermera muy linda y muy sociable.

—Es tu jodida culpa. —dije a regañadientes.

Ryan me miró sorprendido. —¿Disculpa?

Lo miré mal. —¡Piensas que puedes dominar mi vida, pero no es así!

Me puse el suéter negro y el gorro que yacía tendido a los pies de la camilla en un borde, me sentía mal por ese chico pues no tenía la culpa de nada.

—¿Te gusta? —preguntó y me tomó del brazo. —Dime, que no me necesitas, que yo puedo irme al infierno.

Di un suspiro. —No te necesito, ¿Oíste? Hay otro chico que se muere por tí y no, no soy yo. —dije esto y salí el hospital.

El pasillo no daba mucho que ver, estaba muy tranquilo y no podía ver a Andrik en ninguna parte, el ambiente se sentía algo extraño.

Me he enamorado de un desconocido, de alguien que me ha cuidado estas semanas.
¿Qué se puede esperar de alguien así?

—Veo que ya estás bien. —siseó Jaime acariciando mi hombro lentamente.

Asentí. —¿Andrik no está?

Ella bajó la cabeza y tomó el estetoscopio con algo de fuerza. —N~no se encuentra bien.

—andrik.

Sentía la sangre bajar por mi espalda hasta gotear en el suelo, mientras que todo mi cuerpo temblaba dejándome un gran sentimiento de dolor y agustia.

—No puedo más. —murmuré agarrando con fuerza el látigo negro entre mi mano, descargando otro golpe en mi espalda.

Ya habían varios años de hacer eso, mis intentos de suicidio habían sido fallidos y aunque Jaime se preocupaba, cuando pedía la semana libre en el hospital. Sabía que me sumergía en un océano de depresión y tristeza.

Mi móvil sonó, lo miré con miedo y sin más atendí. —¿B~bueno?

—¡¿Andrik?! Soy, Ricky.

Mi piel se heló al escuchar su suave voz, tocando cada punto sensible de mi cuerpo.

—¡Ricky! —me levanté mientras buscaba algo para limpiarme la sangre.

Su voz me dió mucha tranquilidad, aunque la mía estaba temblorosa, todo mi cuerpo estaba temblando como si algo malo fuera a ocurrir.

—¿Qué sucede? —pregunté limpiando mis lágrimas.

Él suspiró. —¿Podemos vernos?

Mi cuerpo se heló, mi cuerpo tembló con mucha más fuerza y sonreí grande ante tan pregunta. Aunque si, es un desconocido.

ɴᴜᴍʙ┊ʀɪᴄᴋʏ ᴏʟsᴏɴ. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora