ɴᴜᴍʙ┊ʀɪᴄᴋʏ ᴏʟsᴏɴ.

❛0030.❜

—andrik.

La lluvia caía fuerte creando un gran sonido en el techo que bloqueaba muchos sonidos de dentro del lugar, los truenos y los rayos estaban presentes sacándome suspiros mientras que una parte de mí estaba aliviado pues mis gritos no se escuchaban en lo más mínimo.

—¡¿PORQUÉ ERES FELIZ CON ELLA?! —grité de tal forma que mi garganta comenzó a doler y a arder.

Mis lágrimas bajaban por mis mejillas las cuales me ardían como si fuera ácido lo que bajara por mi rostro, dejé caer el cigarrillo que estaba entre mis dedos y cubrí mi rostro intentando calmar mi llanto, dando suspiros muy pesados.

—devin.

Cerré la puerta detrás mío sacándome el suéter y la gabardinta que estaban completamente empapados gracias a la lluvia, dejé las bolsas en la barra y acomodé mi cabello hacia atrás intentando escuchar algún rastro de Andrik ya que no era posible que hubiera salido —mucho menos con esta maldita lluvia.—

—An, he llegado. —dije levantando el tono de voz através del pasillo que daba hacia las habitaciones.

Nuevamente la misma escena através de la puerta, escuchando su llanto y sus gritos mientras —probablemente.— estaba cortando sus piernas o sus muñecas o se pegaba con ese estúpido látigo negro que tanto odiaba y era una guerra contra si mismo que no podía detenerse y que hasta yo intenté detener pero era imposible.

Ricky lo hizo caer en la misma mierda de hace años.
Pero esto ahora no es por Ricky, ahora es contra si mismo.

O al menos ese es mi pensamiento.

—flashback.
—devin.

—¡¿Qué estás haciendo?! —grité asustado lanzándome al suelo y cayendo de rodillas frente a él.

Su cuerpo completamente desnudo y se rodillas en el suelo, sudando de forma exagerada al igual que muchas botellas de alcohol y los cortes en su piel que daban de ver otro nuevo bajón en su estabilidad emocional.

—Yo…no puedo más, ¡No puedo! —gritó con la voz temblorosa señalándose a si mismo.

Di un fuerte suspiro. —Todos intentan ayudarte, ¿Porqué no pones de tu maldita parte? —pregunté.

Él rompió en llanto. —¡¿Quién me va a ayudar?! ¡¿Jaime?! ¡¿Tú?! ¡¡O me vas a internar en un hospital psiquiátrico!! —gritó levantándose y entrando al baño, cerrando la puerta frente a mí de un solo golpe.

Sentí mis ojos llenarse de lágrimas ante la respuesta, aunque si, lo había estado planeando pero no sería capaz de meter a ese hermoso chico ahí.