❛0032.❜

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—jaime.

Está en el pabellón de psiquiatría, me duele verlo ahí después de darme cuenta de como era, había sido un chico muy increíble con el cual había compartido demasiadas cosas entre ellas una de las veces que trató de suicidarse.

—Vengo a ver, ¿Cómo sigues? —pregunté mientras entraba en la habitación.

Era una habitación completamente vacía, con una colchoneta en una esquina al fondo pues no podía tener nada con que hacerse daño.

—Lárgate. —murmuró. —¡Vete con él! —gritó.

Negué y me senté a su lado. —Se que todo ha sido lo que menos esperas, pero aún te quiero y aún eres mi mejor amigo amigo. —di un suspiro y puse mi mano en sus pierna.

Gritó con fuerza, haciendo que un pitido quedara en mis oídos a causa de ese grito.

Nadie sabe lo peligroso que puede ser jugar con una persona que mentalmente no está bien.
Una persona que puede tomar un arma y dispararse, o ahogarse, o lanzarse de un puente, intentar una sobredosis, como todas las veces que él lo ha intentado.

Me levanté y salí de la habitación, afuera estaba el doctor que me miró con un rostro que para que describir. Se le notaba la angustia y la tristesa, pues todos conocían a Andrik en el hospital.

—¿Qué sucede? —pregunté nerviosa.

Él moreno negó acariciando mi hombro. —Lo más probable, si no mejora, mañana será enviado al hospital psiquiátrico por tiempo indefinido. —dijo con angustia.

Sentí un gran escalofrío recorrer todo mi cuerpo, ¿Cómo había caído tan bajo? Todo había sido tan rápido y tan doloroso, verlo caer a tal punto que terminó de alguna u otra forma loco.

—ricky.

L

legué al lugar, Jaime estaba hablando con el doctor así que sin interrumpir a ambos entré a la habitación. Me miró con un brillo en los ojos y me sonrió grande.

—Sabía que vendrías. —murmuró acercándose a mí, rodeándome con sus brazos.

Correspondí el abrazo, sollozó fuerte y hundió su rostro entre mi cuello oliendo cada pequeña parte de mí. Se acercó a mí y me miró atento, como si tuviera años de no verlo.

—Esto es mi culpa. —murmuré.

Él rió. —Mírame donde estoy.

Negué y besé su mejilla, dejando que su cabeza descansara en mi pecho por unos minutos mientras su mano jugaba con mis dedos.

—Jugué a alguien que no era y te hice mucho daño. —suspiré.

Él suspiró. —No se hace hace daño cuando ya se está roto.

ɴᴜᴍʙ┊ʀɪᴄᴋʏ ᴏʟsᴏɴ. Where stories live. Discover now