26. Sirena, parte II - Micah

390 101 40
                                    


Micah - Philadelphia

Parque, 14:00pm


Tras dejar que Abel comiera, y habiéndonos alejado de la fábrica, caminamos en silencio una buena parte del camino. Nevent se las ha ingeniado para hacer salir a aquel extraño sujeto, Nikolas, de la fábrica, quien camina detrás de nosotros, irritado y con cara de pocos amigos. Abel se sujeta con fuerza mi brazo. No me ha dirigido la palabra desde que le dije, antes de salir, que habríamos de apartarnos por un tiempo inespecífico cuando llegara la hora de enfrentar a la criatura. Protestó, claro. Pero no pude hacer otra cosa que ignorarle y seguir adelante con el plan. La forma en que Abel se sujeta a mí me deja en claro que no pretende dejarme ir fácilmente y desde ya empiezo a prepararme para enfrentar otra lucha de su parte. Recorremos el mismo camino que recorrimos la noche anterior buscando la fábrica abandonada de Nikolas, solo que de vuelta, y tras algunos kilómetros, nos encontramos de nuevo con una extensión del enorme parque donde perdí a Abel. Miro a mi hermano a mi costado. Pero no solo se ve presa de mi mirada; sino que también de los duros ojos de Nevent.

Se refugia a mi costado y habla contra mis costillas:

—Es allí —dice señalando una zona bien poblada de árboles. Nevent se inclina en torno a él y siento a Abel estremecerse bajo el acoso de su mirada y enterrar el rostro contra mí.

—¿Podrías ser más específico, niño?

—Abel —lo llamo, para incitarle a decir algo más y aquel suspira.

—A la orilla del lago —dice él, y miro a Nevent, quien asiente cavilante. Es irónico que la pista de la sirena nos haya llevado cerca del agua cuando Nevent insiste en que ese no es su hábitat normal.

—Hasta aquí llegan tú y Copo de nieve, Nee —Nevent me arroja una mirada, y sé que ha llegado mi turno. Me agacho frente a Abel, poniendo las manos en sus hombros:

—Solo serán unos instantes. —Abel niega con la cabeza, desesperadamente e intenta colgarse de mí, pero lo detengo y lo aparto de mí—. Es peligroso que vengas conmigo. Podría pasarte algo.

—No me importa —dice, testarudamente, mirando al piso y mordiendo con tanta fuerza sus labios que temo que se abra heridas—. No me dejes —gimotea mirándome otra vez con ojos temblorosos.

Me levanto sin permitir que se aferre a mi brazo y doy un paso atrás, advirtiéndole con una dura mirada que no puede seguirme:

—Volveré.

—Micah... —susurra, y sus ojos se humedecen.

En ese instante, Nee le pone una mano sobre el hombro con poca delicadeza y Abel se estremece de forma desgarradora. No tengo el valor de mirarlo cuando empiezo a caminar junto a Nevent, pero antes de alejarnos, me dirijo a Nikolas por sobre mi hombro:

—Por favor... que no le pase nada.

—Vuelvan a la fábrica —les indica Nevent. —Nos veremos allí. Si cualquier cosa pasa, llámame.

Nikolas asiente con un bostezo y compele a Abel a caminar, a lo cual, él obedece, sin tener otra alternativa. No puedo creer que este confiando a mi hermano a las manos de un completo desconocido. Alguien tan extraño y escalofriante. Pero, aunque Nevent insista en que no le debo nada, me siento en parte responsable por haber provocado que perdiera a la criatura que cazaba; ya que fue culpa mía en primer lugar haber descuidado a mi hermano e interferir en su lucha. Y si así se pueden evitar más muertes, estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario. Cuando Nevent y yo nos adentramos en la arboleda, empiezo a sentirme nervioso y a mirar a mi alrededor inconscientemente:

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now