39. Atisbo de sentimientos - Nikolas

260 68 11
                                    

Nikolas - Philadelphia
Fábrica, Nov. 03:30am


Nevi sisea cuando paso el algodón humedecido en suero fisiológico sobre su cuello para librarle de restos de sangre seca y limpiar las impurezas para evitar una infección mientras que él se sujeta el cabello sobre el otro hombro.

—¿Esto significa —musito distraídamente—... que ahora eres un licántropo?

Nevi menea la cabeza:

—La toxina está en la saliva. Se requiere un mordisco o contacto directo de este con el flujo sanguíneo de una persona para convertirla. Como el mordisco de una loxosceles.

—Hm... —Me deshago de esa tórula de algodón para humedecer otra limpia. 

Nevi ha insistido en que, ya que ahora disponemos de guantes de procedimiento, los use en lo sucesivo para tratar a quienquiera que haga falta.

—Todavía pareces incrédulo —comenta Nevi, torciendo el gesto.

Me encojo de hombros. No puedo decir que no lo esté, aún cuando tengo pruebas sólidas. Empezar a creer de pronto que todo el tiempo han existido criaturas de este tipo sin que nadie lo supiera, escondidas y acechando entre las sombras... No es una realidad a la que uno pueda acostumbrarse fácilmente.

—¿Por qué lo estaría? —Intentando más convencerme a mí mismo—. Ya he visto al chico mutando para parecerse a un animal de forma temporal... Sin mencionar la cabeza que todavía conservo. Y el cadáver del vampiro del que aún no he prescindido.

—No puedo creer que conserves esa inmundicia todavía.

—No le llames así. Fue un regalo de tu parte.

Cuando acabo de limpiar los cortes, no hace falta vendaje ni nada por el estilo, pero coloco un apósito sólo para mantener limpia la zona.

—Tendré que acostumbrarme a tantas medidas de salubridad.

Nevi se levanta de la silla y procede a colocarse nuevamente la chaqueta. La parte del brazo tiene otros tres arañazos de Caleb, pero Nevi no presenta más heridas. Imagino que el grosor del cuero sirvió de protección. Este examina su chaqueta exhalando un suspiro:

—Eso fue peligroso. Recuérdame no volver a escuchar tus planes nunca más.

—¿Por qué? Conseguimos lo que queríamos, bebé. ¿No estás contento? —le digo, empezando a ordenar los implementos de primeros auxilios—. Ahora tu pequeña mascota tiene una posibilidad. Me aseguraré de convertir este sitio en algo parecido a un laboratorio. Mañana empezaré a trabajar tal y como te dije que lo haría. —Me giro para ver a Nevi y le guiño el ojo mientras me quito el arma que todavía reposa en la pretina de mi cinturón— ¿Lo ves? Yo cumplo mis promesas, aunque tarde un poco.

Nevi me quita el arma para ponerla sobre el mesón.

—Asegúrate primero de dormir. No harás nada si no estás en pleno uso de tus facultades físicas y mentales. Yo procuraré hacer lo mismo ahora —se despide, estirando los brazos con pereza y yendo en dirección a la puerta para marcharse. Pero antes de salir, se gira en mi dirección—: una última cosa. Te agradecería que cuides un poco de lo que dices frente a Caleb. No necesita sentirse más culpable.

—Anotado —ruedo los ojos.

—Y no hagas comentarios sobre su novia fallecida.

—Perfecto.

—Tampoco le hagas preguntas crueles como...

—Bien. ¡Como digas! —me río, divertido, y noto que se pone más ceñudo, creyendo que no me lo estoy tomando en serio debido a mi actitud guasona, aunque lo que en realidad me divierte es verle actuando como una madre preocupada:— ¿Es por lo de antes? Tú también lo crees. Ese hombre tenía pocas posibilidades. Lo más probable es que haya muerto obra de Caleb.

—Conoces sus motivos.


No necesita decirlo. Incluso yo puedo entender sus razones. En ese momento, intentaba protegernos y actuó impulsivamente, incluso poniéndose en riesgo. Aunque... no solo él.

—Eh, Nevi... —lo detengo antes de que salga por la puerta y antes de que yo mismo siquiera empiece a procesar qué es lo que quiero decirle en realidad o con qué fin. Todo aquello de lo que soy consciente es que es algo que me ha estado perturbando y que no me abandonará a menos que lo aclare.

—¿Ahora qué pasa? —dice él, dando un cuarto de vuelta con la cabeza en mi dirección.

Titubeo, indeciso... No sé como preguntárselo. Por alguna razón extraña parece que hacerlo me pusiera en una posición incómoda y que me resulta poco familiar. Los sentimentalismos son algo que no tolero bien ni aprecio mucho. Para mí, interfieren con el pensamiento lógico y la capacidad de tomar decisiones eficientemente. Sin embargo...

—Antes, cuando apareció ese guardia armado y tú... —empiezo. La imagen sigue fresca en mi memoria. No lo comprendí en un inicio, cuando Nevi aterrizó a mi lado, y después lo comprendí aún menos, cuando se puso frente a mí. Y es posible que sea eso lo que ha estado molestándome tanto. El hecho de no ser capaz de entenderlo; pues me irrita sobremanera no entender algo—. ¿Acaso tú...?

—Ya. Ni lo menciones —dice Nevi, cortándome en medio de la pregunta y haciendo intentos aún más afanosos por marcharse pronto, pero vuelvo a detenerle.

—No sé por qué lo hiciste, pero...

—No fue nada, ¿vale? —dice, dando manotazos al aire, volteando en redondo para verme—. He vivido toda mi vida expuesto a ese tipo de cosas. En cambio, no hay forma de que tú hubieses sobrevivido. Entre los dos, yo era quien tenía mayores posibilidades. Es todo.

Guardo silencio. No estoy seguro sobre si debería darle las gracias por lo que hizo; pues no parece dispuesto a aceptar nada que se le parezca y tampoco estoy seguro de cómo dárselas; pero, aunque crea que no fue nada, no puedo evitar pensar en qué hubiese pasado si Caleb no hubiese aparecido. Si ese disparo hubiese sido para Nevi. Debido a su condición, Caleb fue capaz de sanar de una forma acelerada... pero Nevi no es ningún ser sobrenatural. Es un ser humano de carne y hueso que puede morir fácilmente. Quien, en el menos afortunado de los casos, podría haber muerto.

Después de que Nevi se vaya, obedezco a su consejo y me recuesto sobre mi colchón para intentar dormir, con las manos detrás de la cabeza.

Hace mucho que no había pensado en la muerte si no era con motivos jocosos o con ironías. Me alejé tanto del mundo y la vida real en algún momento que el pavor a la muerte empezó a parecer un concepto ajeno y poco familiar... Hasta hace unas horas. Curiosamente, no cuando tuve el cañón de un arma apuntándome, poniendo en riesgo mi vida, sino cuando la de Nevi peligró en el afán de protegerme.



HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now