39. El loco y el lobo III - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fabrica abandonada, Nov. 05:57am


Tras conseguir que Caleb se calme, basta con mirar a Nikolas y ver que sonríe de la forma en que lo hace cuando se trae algo entre manos para saber quién es el responsable. Caleb no merece que lo mate por esto; pero hay alguien en este lugar que se lo tiene más que buscado.

La furia de hombre lobo de Caleb le parecerán los mordiscos de recién nacido de un lobezno para cuando acabe con Nee.

Habiéndome asegurado de que Caleb se ha tranquilizado por completo y de vuelta a solas con Nikolas en la entrada de su cuarto, la fuerza de mi empujón lo arroja dentro de la habitación con un brusco tropezón antes de conseguir sujetarse del mesón de su taller y erguirse para mírame, todavía con expresión divertida.

—¿Puedes explicarme qué demonios ha pasado ahí fuera?

—Sólo estábamos jugando.

Salvo la distancia que me separa de Nikolas en dos zancadas y lo sujeto por la ropa.

—Dame una razón para no romperte el cuello en dos.

—Me necesitas.

—No tanto como te gusta creer.

—Caleb me necesita. Y después de esto, creo que ya tengo un punto de inicio. —Sus palabras consiguen abrir una brecha en mi desconfianza. Sé que Nikolas es un lunático; eso es un hecho. Pero ¿a ese extremo? 

Le suelto. Y me aparto de él llevándome una mano a la cabeza. Nunca sé qué pensar cuando se trata de este sujeto...

—Más te vale que lo que tengas para decir sea más poderoso que las ganas que tengo de asesinarte ahora mismo.

—Se trata de la muestra de sangre que tomé de Caleb —me dice, en cierto grado, incluso emocionado. Parece que no hubiese estado a punto de ser despedazado por un hombre lobo, y luego por un cazador de monstruos con muy mala leche...

—Explícate.

—Acércate, dulzura —me guiña un ojo, inclinándose en torno a su escritorio y haciéndome una seña para invitarme a venir. Ruedo los ojos y obedezco.

Nee se hace con la pequeña probeta en donde conserva la muestra de sangre de Caleb y extrae con un gotero una pequeña cantidad que deposita en una placa de vidrio. Seguidamente, se arma de una jeringa con un líquido translucido y le inyecta una gota. Entonces me la extiende.

—Observa con atención.

No tengo que esperar mucho tiempo, ni poner demasiada atención. El cambio es tan rápido que casi consigue sorprenderme. La sangre se vuelve oscura y adquiere densidad.

—¿Qué le has inyectado?

—Estimulantes —contesta simplemente—. Mencionaste que un hombre lobo puede poseer gran fuerza y velocidad. 

Doy una cabeceada y Nikolas procede a explicarse.

—Bien, eso fue un buen punto de comienzo. Fuerza sobrehumana, super velocidad, resistencia al dolor y euforia... todo está estrechamente ligado a los niveles de adrenalina en la sangre, disparados por situaciones de estrés. Pero la adrenalina por sí sola puede resultar un arma de doble filo, pues inhibe la percepción del dolor en el cerebro, que sirve para limitar al cuerpo de aquello que puede potencialmente dañarlo. Por consiguiente, la falta de él empujaría a alguien a romper esos límites posibles para el cuerpo humano, incluso al punto de destrozarle los músculos sin que se diera cuenta —explica Nee, paseándose de un lado a otro mientras yo observo la muestra de sangre en el portaobjetos—. Romperte un brazo es un costo bajo a pagar si con eso salvas tu vida. Ese es el propósito de la adrenalina. Salvarte como último recurso. Pero claro, todo eso, en un ser humano.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETAWhere stories live. Discover now