62. El pasado de Nevi - Nevi

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Nevi - Philadelphia
Fábrica, Nov 5:00am


El aire nocturno soplando contra la estructura de la fábrica, agitando los revestimientos con un murmullo metálico y silbando contra nuestros oídos, es todo el sonido que nos acompaña por largo rato.

Si la intervención de Cassie había conseguido aplacar mis intenciones, la historia que acaba de relatarme Byron termina de evaporar todo mi enojo.

Lo hace porque me resulta tortuosamente familiar...

No sé qué decirle. ¿Qué hubiese querido escuchar yo? ¿Hay palabras suficientes?

Finalmente, le hago una seña con la cabeza al momento de dar una media vuelta en dirección a la fábrica:

—¿Vamos adentro? —lo invito.

Byron me sigue en silencio, y enfilamos juntos por la puerta, de regreso a la oscuridad de los adentros del edificio. Una vez cobijados del frío, bajo techo, lo primero que hago es alcanzar los cigarrillos de mi bolsillo trasero y encender uno, tras lo cual me recuesto de espaldas contra la frialdad de uno de los pilares oxidados y carcomidos que sostienen la estructura de la fábrica.

Advierto por el rabillo del ojo a Byron hacer lo mismo, solo que en cambio se recuesta contra una de las paredes. Está encogido de frío y con las manos en los bolsillos, demasiado callado.

Doy una profunda calada al cigarrillo, hasta que el humo llega tan hondo en mi sistema, que puedo sentir su calidez entre el pecho y la espalda, y al expeler el humo por la nariz, levanto la vista para verlo; pero no consigo que mis ojos lleguen a los suyos.

Ha sido valiente de su parte contarme un fragmento tan oscuro de su pasado. A mí, casi un desconocido. Valor del que yo todavía quizá carezca. Sin embargo, me siento en deuda. No estoy seguro de estar preparado para hacer lo mismo, pero de alguna forma, quiero que sepa que puedo entender su situación.

Le doy otra profunda calada a mi cigarrillo para infundirme valor antes de aclararme la garganta y empezar a hablar:

—No tengo ningún recuerdo de mis padres —admito, un tono por encima de un murmullo—. No sé quiénes son o fueron. Tampoco sé si tengo o si tuve hermanos consanguíneos.

Advierto a Byron levantar apenas el rostro y siento que me contempla.

—Pero —prosigo, tras un hondo respiro—... sé bien lo que es perder a tus seres amados. A... todos ellos.

Todavía no soy capaz de mirar a Byron, pero puedo sentir sobre mí su mirada. Finalmente hace la pregunta que me esperaba, tanto como me temía que hiciera ante esa confesión.

—¿Cómo sucedió? —Su voz es cautelosa; como si él mismo temiera oír la respuesta. Como si, al igual que yo, temiera identificarse.

Me quedo mudo por un instante, en lo que reúno los pocos fragmentos de mis recuerdos y los ordeno para darle la versión más ordenada posible de los hechos.

—Viví en las calles de Detroit hasta donde alcanza mi memoria, con una pandilla de chicos huérfanos. Antes de eso... no tengo ningún recuerdo de mi vida.

» No sé cómo fue que terminé solo; todo lo que puedo recordar es el frío. Y el hambre. Vagaba de noche, en la nieve, cuando un muchacho mayor me encontró. No recuerdo si tuvo que convencerme para ir con él, solo que me llevó a un sitio cálido, a salvo del frío, en donde conocí a un segundo chico. Se llamaba Elliot. Quien me había encontrado era Andrew. Drew. Había otros chicos en el lugar, mayores que yo, y menores también; pero ningún adulto. Elliot y Drew eran los más grandes, y parecían ser adolescentes. Supongo que estaba muy pequeño, porque no recuerdo cómo o por qué fue que quedé a vivir con ellos. Solo sé que pronto se convirtieron en la única familia que conocí. En... —Me aclaro la garganta. No sé hasta qué punto sea apropiado aludirlos de esa forma frente a Byron, quien sí perdió a un hermano consanguíneo, pero no hay otro modo en que pueda referirme a ellos—. En mis hermanos.

HUNTERS ~ vol.1 | COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora