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Era un estado de crisis

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Era un estado de crisis. Si tuviese que definir la manera en que la aparición de Luna, afectó a Draco, eso sería lo único que diría.

Ze, luego de quedarse solos y alternar la mirada entre uno y el otro, llegó a la conclusión, sin que le dijesen nada, de que era eso de lo que nunca le hablaron ni tenían pensado hacerlo, así que los despachó sin opción a réplica alguna, para que resolviesen sus asuntos donde ningún cliente fuese a verlos entrar en pánico. Pensó que exageraba, pero tal vez no fue así.

Entraron al apartamento de inmediato. Lo primero que hizo Draco fue pedirle a Dobby un informe del perímetro que rodeaba el Inferno, a cien metros a la redonda, porque, de acuerdo a él, ni siquiera esa persona podría lanzar un hechizo desde esa distancia. Cuando el elfo le aseguró que no estaban en peligro, aun así se asomó por la ventana, mordisqueándose la punta de uno de los pulgares, la piel, no la uña, en un gesto que no lo había visto hacer fuera del laboratorio, de los últimos días del encierro antes de dejar Europa.

Harry lo observaba, desde uno de los bancos que rodeaban la encimera, sin tener idea de qué decirle. Frente a él, estaba el frasco de revitalizante, un pequeño paquete de galletas de vainilla y un pote de fresas con crema, que Luna llevaba en la bolsa y se los presentó a manera de disculpa, de parte de Rolf y ella; el primero, según dijo, llegó al hotel donde se hospedaban, pálido y balbuceando sobre el Picoazul, el huevo, los Black, y heridas. Ella dijo que estuvo feliz de descubrir que Harry estaba ahí, por lo que quería hablarle, y lo citó para la tarde.

Aún no le enviaba la respuesta que prometió vía lechuza. Ze dio el asunto por zanjado por ellos, hizo las despedidas lo más cortés que pudo, la acompañó a la salida, y corrió las cortinas, dejando el cartel de cerrado, para apartar a todo aquel que no tuviese previa cita con ella para las consultas.

La bruja guardó el libro de casos, recogió los viales flotantes y los comenzó a acomodar donde les correspondía, guiada por las etiquetas con códigos en un costado. Ni siquiera insinuó que le contasen algo, pero al ver que ninguno reaccionaba, los instó a subir.

Harry se prometió que la invitarían a algún lado, como agradecimiento por todo lo que hacía por ellos. Estuvieron tan atareados las últimas semanas, que no lo había hecho.

Y ahora estaban ahí, en un silencio apenas interrumpido por algunos susurros del elfo, cuando Draco lo mandaba a hacer algo, y el golpeteo del pie de Harry contra el suelo, que ya comenzaba a sentir el ambiente asfixiante, cuando su novio se volvió hacia él.

—¿Crees que...? —Su voz perdió el volumen apenas abrió la boca, hasta que se calló a sí mismo, y no continuó con la pregunta.

—¿A través de Luna? —Lo vio asentir—. No sé, es- no creo. Ya oíste a Rolf, viajan mucho, puede ser una casualidad.

—¿Y si no lo es?

Harry no quería volver a pensar en los tal vez.

—Luna siempre fue una chica dulce y amable, incluso con los que no lo merecían —Draco le dio una mirada desagradable, que dejaba en claro lo que pensaba de esa opinión. Ingenuo. Hasta él lo reconocía.

Para romper una maldiciónWhere stories live. Discover now