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—...todavía no me has dicho si conoces la Teoría de las Aguas Mágicas.

Harry parpadeó, desorientado. Tuvo un instante de terror absoluto, paralizante, cuando se Aparecieron en un sitio blanco, que le produjo una sensación de déjà vu. Luego reconoció el corredor principal de la residencia temporal de los Scamander.

Estaba por preguntarle qué hacían ahí, o cómo sabía de la existencia de ese lugar, cuando Ze lo arrastró por las escaleras y hacia una puerta que también le era familiar. Tocó dos veces con los nudillos y una con la varita, y esta cedió.

Lysander y Lorcan estaban en el sofá de la sala, con una réplica de un campo de Quidditch miniatura, e hicieron ademán de correr hacia él, siendo detenidos por un gesto de la bruja, tan efectivo como un hechizo petrificador.

—Sí, sí, hola, Harry viene conmigo, yo soy Ze, estamos en algo importante. ¿Dónde está su madre? —Aunque se tardaron unos instantes en reaccionar e intercambiaron miradas entre ellos, terminaron por señalar, al mismo tiempo, hacia uno de los cuartos del fondo.

La mujer lo soltó, avanzó con pasos firmes hacia aquel lugar, y se asomó al empujar la puerta. Por la rendija que quedó entre esta y el marco, Harry divisó a Luna, sentada en un taburete, con un pincel en la mano y tres más levitando alrededor. Pintaba un dibujo móvil y abstracto de la galaxia en una pared.

—Harry —Saludó, con una dulce sonrisa, poniéndose de pie. Al acercarse a Ze, arrugó el entrecejo—, ¿por qué tienen esas caras?

—Necesitamos acceso al laboratorio de tu esposo y una pequeña ayuda mágica —Informó la bruja enseguida.

Luna le dedicó una mirada larga y pensativa, después observó a Harry.

—Oh, no te ves así desde la guerra, Harry —Lamentó en un murmullo, acunándole las mejillas con suavidad. Se las palmeó, antes de soltarlo—, todo estará bien, tranquilo. Lo que sea que pase, estará bien.

—No estoy muy segura de que lo esté, si no nos movemos...

—Entonces hay que movernos —Ella dio un vistazo en dirección a la sala donde estaban sus hijos—. Lys, Lorcan, mami va a salir un momento. Pórtense bien, ¿de acuerdo?

Apenas pudieron ver el asentimiento conjunto de los gemelos. Ze agarró un brazo de cada uno y pronto fueron arrastrados, de nuevo, por el tirón de la Aparición.

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Lo último que hay en el campo de visión de Saaghi, antes de que la conexión se rompa por completo en esa ocasión, es una sala que se asemeja a una cueva. Y Harry sabe dónde la ha visto antes, sin que nadie le tenga que explicar por qué van hacia allí.

Luna abre la marcha por los pasillos del laboratorio de magizoólogos, saluda a los demás magos con una sonrisa leve, pero no se distrae en el trayecto. Algunos miran a Ze con cierta reticencia. Le habría molestado que lo hicieran, si no estuviese dándole vueltas a otros asuntos.

Para romper una maldiciónWhere stories live. Discover now