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El siguiente capítulo contiene escenas que podrían no ser aptas para cierto público

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El siguiente capítulo contiene escenas que podrían no ser aptas para cierto público.

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Harry estaba lejos de sentirse tranquilo cuando vio a Ze seguir las instrucciones alteradas con el procedimiento de la sangre. Había vuelto apenas hacia diez minutos y se sentía en un estado de alerta máxima, incapaz de despegar los ojos de la bruja que ponía una gota de sangre en cuatro piezas de cristal, una en cada punto cardinal, y trazaba un símbolo en el suelo, impregnándose el índice del líquido rojizo, que se multiplicaba dentro del vial para completar el proceso. Tarareaba al hacerlo.

—Creo que ya estamos listos —Anunció tras un rato, poniéndose de pie y rodeando el círculo de tiza que envolvía al cuerpo flotante y los envases con sangre. Dante había hecho las runas sobre la línea de separación, bajo sus instrucciones, siguiendo el diseño de los pergaminos.

—¿Crees?

No pudo evitar la amargura en su voz, que le ganó una mirada de disculpa de su amiga.

Estamos listos —Se corrigió a sí misma, tocándole el dorso de una mano en un gesto que pretendía ser tranquilizador—. Marco, déjalo. Vamos a ponernos en posiciones.

El Inefable Rinaldi salió de la sala y cerró la puerta. Sin que tuviese que verlo, sabía que se encontraría al otro lado del cristal oscuro del despacho, esperando. Por si acaso.

Harry se sentó afuera del círculo, uno de los envases con sangre frente a él. Luna y Ze hicieron lo propio con otros dos puntos. Marco, después de dejar la reliquia dorada de Draco y un frasco con líquido verde en el centro, sobre el símbolo de sangre, se retiró los guantes, sacó su varita, y tomó el último puesto.

—Hazlo ahora y rétenlo.

Cuando Marco asintió, el hechizo de levitación en Draco se deshizo. Descendió lento, inconsciente, y sus movimientos fueron flojos, hasta que empezó a despertar. No buscó a nadie entre ellos.

—¿Puedes tomarte eso, por favor? —El chico le habló con sorprendente suavidad. El Draco que levantó la cabeza hacia él tenía los ojos por completo negros. Asintió.

No estaba seguro de si lo hacía por voluntad propia o no, o si tenía una idea de lo que ocurría, cuando sujetó el frasco de veneno y lo bebió.

—Ya está —Avisó, en voz baja. La expresión de Draco acababa de contraerse por el dolor, cuando lo volvió a dormir. Estaba sentado, encogido, sostenido por la magia de control.

—¿Está bien? —Preguntó Harry, en un susurro.

—Tan bien como puede estar.

Aquello no era tranquilizante de ningún modo.

Es por su bien, es por su bien, es por su bien-

—Antes de comenzar —Indicó Ze, dándose golpes sin fuerza en la palma con la varita—, todos tenemos que bajar al mínimo los escudos de Oclumancia, si es que los tenemos. Sepan que lo que vean, oigan, sientan, tiene tantas posibilidades de ser real como de no serlo. Tienen que dejarlo pasar, o podrían sufrir una consecuencia por la magia retenida.

Para romper una maldiciónWhere stories live. Discover now