"Niños"

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Voy a reconocer que esto es un capricho de mi parte, jajaja. Alguien me preguntó si esta versión de los chicos tendría hijos alguna vez, lo pensé, y fue como "hay un par de razones por las que no lo creo probable..."

Niños (versión Draco)

—¿Draco?

—¿Hm?

—¿Por qué Teddy y miniHarry están flotando por la sala?

—Les gusta —Draco no despega la mirada del libro que tiene en sus manos al contestarle—. ¿Verdad que les gusta?

A pesar de que no los ve al decirlo, saben que la pregunta va dirigida a ellos. El pequeño Harry Weasley suelta un chillido de emoción y se acerca; mueve piernas y brazos en el aire, y está en posición horizontal, como si nadase en una superficie líquida que nadie más puede ver o sentir.

—¡Sí!

—¡Soy Peter Pan! —Teddy, adepto a los cuentos muggles como se hizo esos últimos días, levanta un brazo, flexiona las rodillas, y se balancea en el aire igual que el niño que nunca crece, riendo.

Se suponía que Draco se quedaba en la Mansión ese día, ese único día, para cuidarlos, mientras todos los demás se reunían en el Ministerio por un viejo asunto pendiente. Nada relevante. Él sólo tenía que cuidarlos.

Harry debió saber lo que resultaría de dejar a su esposo en una sala con cinco niños.

Frunce el ceño al caer en cuenta de un detalle. Mira alrededor, vuelve a Draco.

—¿Dónde están los gemelos y Rose?

Él apunta el viejo maletín que los Scamander llevan siempre. Rolf lo dejó cuando pasaba a saludar e indicarles a sus hijos que se quedarían ahí; tenía la acertada teoría de que sólo se le había olvidado.

—Lys y Lorcan están viendo unos huevos de no sé qué, con Saaghi. Esperan impacientes que abran —Murmura, inmutable, ni siquiera da un brinco cuando Teddy sobrevuela su cabeza y se estrella contra una pared, grita "¡estoy bien!", y al reírse, su cabello pasa por toda la gama de azul, rubio y naranja—. A la comadrejita le gustan los libros y anda con Dobby en la biblioteca de la familia.

Él piensa que es irresponsable que ni los vea mientras están ahí. Por otro lado, es curioso que sepa dónde están y qué hacen. Conociéndolo, hasta les habrá puesto hechizos de localización y alarmas. Por si acaso.

—¡Tío Dray! —Harry abre y cierra la boca, sus palabras interrumpidas antes de comenzar por el pequeño Weasley que sigue nadando en el aire, bajo el encantamiento del mago, y se le acerca por detrás.

La reacción de Draco es inmediata, natural. Cierra el libro, lo apoya en su regazo, gira el rostro. Cuando el pequeño Harry le envuelve el cuello con los brazos y lo utiliza de ancla, recargándose en su espalda, se ha ganado su completa atención. Es el único niño al que nunca le ha pedido que lo suelte, como a los gemelos, y no rueda los ojos cuando lo aprieta, como hace con Teddy.

Harry ve al hijo más pequeño de su mejor amigo, susurrando junto al oído del hombre que ama, en un tono conspirador y no tan bien disimulado como debe pretender. Draco tampoco sabe hacerlo, no en ese caso.

Se comporta como si no tolerase a los niños, pero el pequeño Harry sigue llamándolo "tío" y no hay quejidos cuando se hace espacio a un lado, en el mismo sillón.

Teddy grita más y da vueltas por la sala, los gemelos aún están viendo a una de las criaturas del maletín, Rose sigue a un elfo invisible en alguna parte de la Mansión. Es una interesante forma de cuidar a un grupo de niños.

Niños (versión Harry)

Rose tiene una línea rojiza en un dedo, producto de un incidente con un cortador de galletas (él no puede explicarse cómo se lo hizo), el pequeño Harry tiene el cabello blanco por la harina y la mezcla de una masa a medio terminar, que le cae en hilos espesos, despacio, hacia los hombros. Teddy no deja de balancearse sobre sus pies, lleno de harina de los zapatos a la cabeza, y le pregunta qué más hacer. Lorcan está cubierto de manchas de chocolate y gotas de vainilla, y Lysander, el único medianamente limpio, sentado sobre la encimera, intenta descubrir el truco del Harry adulto para amasar la mezcla con que harán galletas.

La mesa tiene toda la colección de trastes de la Mansión, fuera de lugar y sucios, algunas grietas demuestran el uso por niños descuidados que no se hicieron responsables de sus actos. Hay más manchas en el suelo, en las paredes, y una sustancia de dudosa procedencia en el techo, grumosa y pegada, que caerá sobre ellos si no se apresuran.

Él ni siquiera sabe qué es lo que tiene su ropa, pero no se quita, es denso y se ve mal. Draco va a fruncir la nariz y preguntarle qué mierda hacía apenas lo viese.

Cuando termina, justo antes de disponerse a meter la bandeja al honor, prueba un toque de la mezcla, un 'punto', que pellizca entre el índice y medio y arranca a una galleta.

Está salado.

Malditamente salado.

Harry traga en seco y hace un esfuerzo para no dejar que el rostro se le contraiga.

—¿Quién echó el azúcar? —Y el entusiasta Teddy levanta los brazos y los sacude, para hacerle saber, con una amplia sonrisa orgullosa por estar cocinando con su padrino, que fue él.

No encuentra forma de decirle nada. Al meterlas al horno, cambia la sal por azúcar con un encantamiento, y espera que sepa bien. Sino, todas serán de Ron.

Es el cumpleaños de su mejor amigo y los niños acordaron celebrarlo así. Ese sería su regalo.

Por supuesto que ver a cinco niños y un adulto llenos de mezcla de galletas, sólo podía ser resultado de una extraña tarde.

Para romper una maldiciónWhere stories live. Discover now