N U E V E

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De antemano les cuento que este capítulo es el más largo que he hecho hasta el momento de cualquier de mis novelas. Intenté cortarlo en dos, pero sentía que se iba la onda si lo fragmentaba jaja. Así que se lo aguantan, he dicho ♥ No te olvides de votar y comentar ♥

Guardo mis gafas —porque uno nunca sabe qué puede pasar con los lentes de contacto— y mi cosmetiquera en el bolso; rebusco mi celular para ponerlo también adentro y suspiro para luego salir

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Guardo mis gafas —porque uno nunca sabe qué puede pasar con los lentes de contacto— y mi cosmetiquera en el bolso; rebusco mi celular para ponerlo también adentro y suspiro para luego salir. No sé si es porque estoy nerviosa o es que acaban de hacerle aseo al suelo de este piso, pero cada pisada de mis sandalias me hace eco en el tímpano, fastidiándome a cada paso. Mientras me estaba vistiendo todo fue normal, pero al dar un paso puerta afuera de la habitación fue como si el arrepentimiento de algo que no he hecho me pesara en la espalda.

Hace un ratito me llamó Francis desde recepción al teléfono de la habitación y me dijo que "El señor Greisnar la espera a las seis, si no le molesta". La formalidad de su voz solo me dejó de opción decirle que sí, además de que ya me parece bastante abuso usarlo de mensajero; me pregunté por qué no habíamos pensado en intercambiar nuestros números celulares con Luka como gente normal.

Cuando pulso el botón para llamar al elevador, sacudo la cabeza, sintiéndome tonta por tener nervios. No debo tenerlos. Salgo con frecuencia con amigos a solas o en grupo o con amigas, no debería ser raro en absoluto. No es raro en absoluto.

Aliso el pliegue frontal de mi blusa y reacomodo mi bolso sobre mi hombro una vez entro en el elevador. Así como los nervios llegaron hace un rato, desaparecen cuando me convenzo de que es absurdo tenerlos. Me permito sonreír ante la expectativa de ir a la feria; independientemente de con quién vaya, las ferias de pueblo son lo más lindo que hay y me emociona mucho conocer la de Toska.

En la recepción, hablando con Francis, se encuentra Luka. Lleva un jean un poco holgado pero su camisa le calza como un guante y el blanco le resalta en la piel canela; debe estar bronceado por el sol de Allington. Cuando nota mi presencia se endereza pues estaba reclinado sobre el mesón de piedra para hablar más cómodamente. Lo miro a los ojos y elevo mi mano a modo de saludo.

—Creo que ya tengo claro cómo llegar —me dice Luka luego de saludarme.

—Es el único camino disponible, así que dudo que se pierdan —bromea Francis. Luego me mira a mí—. Que disfrute mucho la noche, Señorita.

Asiento agradecida y una vez salimos, siento el peso caliente del aire; el aire acondicionado de adentro nos mantiene frescos y al salir la densidad es aplastante mientras me acostumbro.

—¿Por qué nos perderíamos? Vamos en taxi.

—Yo pensaba llevar mi auto —admite. Me abstengo de preguntar un estúpido "¿tienes auto?" al recordar que ya no es el Luka universitario de hace unos años, no. Ya es todo un señor—. Si te parece. A mí me parece más cómodo pero si quieres un taxi, lo tomamos.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ