C I N C U E N T A

4.6K 560 652
                                    

50

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

50. NUESTRO CASTILLO DE NAIPES

Cuando abro la puerta y veo a Theo del otro lado no dudo en lanzarme a darle un abrazo. Él lo recibe rodeando también mis hombros por un par de fugaces segundos; entra con su pequeña maleta y ojea hacia el interior por un instante, luego se agacha a saludar a Luna y a Dante que han salido al escucharlo.

—¿Estás sola?

—Sí. Luego de las nueve Santi se va al gimnasio hasta la hora del almuerzo.

—¿Y qué haces en estas horas?

Suspiro dramáticamente.

—Recostarme a mirar las novelas mañaneras.

—Que fea tu vida de viejita.

Le doy un manotazo que él responde con una risa.

—¿Quieres tomar algo?

—Sí. Lo que sea, muero de sed.

—Siéntate en el comedor, ya te traigo jugo.

Theo obedece y camina hacia el comedor donde toma el lugar lejos de la ventana para evitar el sol que cubre media mesa. Cuando dejo un vaso frente a él, lo bebe de dos sorbos y suspira complacido. Theo se ha caracterizado muchas veces por ser directo y en esta ocasión reluce su cualidad cuando no deja pasar ni media hora de su llegada para empezar a hablar:

—¿Qué ha pasado, Cinthya? No me digas que nada. Te sorprendería lo transparentes que tú y Santiago llegan a ser incluso por llamadas telefónicas... y lo crípticos, ninguno me dice nada. ¿Han discutido?

La sensación de confianza que desprende Theo sobre mí hace que me tome por primera vez el tema en calma conmigo misma. No siento deseos de llorar —por ahora— ni de hacerme la pobre víctima de una mala decisión porque lejos estoy de ser la buena del cuento. Suspiro antes de inclinarme hacia adelante.

—He cometido un error muy grande.

—¿Ya no te quieres casar? Aún tienes tu piso en casa, no me molestará que vuelvas ahora mismo.

Sonrío sin ganas, sintiendo que Theo va a matarme por lo que le voy a contar pues estoy segura que se aleja de cualquier suposición que tenga en su mente.

—Santi me dio su pase libre, ¿recuerdas? —Theo asiente y por su gesto de reproche asumo que ya sabe por dónde va el tema—. No salió bien.

—Engañaste a Santiago —dice; no es una pregunta—. Yo sabía que nada bueno iba a salir de eso.

—Nunca en la vida me he equivocado tanto, Theo. Me siento miserable, estúpida, sucia incluso. Yo no soy así y tú lo sabes.

—Desde el momento en que me dijiste que algo sentías por ese Luka, supe que eso iba a mal. No debiste haber ido, Cinthya. No debiste ir a averiguar nada. Por algo dicen que la curiosidad mató al gato, porque a veces lo que hay por saber no es para nada bueno.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now