C U A R E N T A Y C I N C O

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45. QUERER Y AMAR

Luego de ducharme y tomar en silencio la llave de la habitación, salgo a buscar un café. Hacer todo sin el más mínimo ruido para no despertar a Luka que amanece en mi cama parece ser el mejor de los caminos, por algún motivo la idea de que lo primero que vea sea a mí, no me gusta.

Cuando llego al restaurante del hotel y pido los dos cafés —porque por decencia creo que debo llevarle uno a Luka—, saco mi teléfono; de inmediato aparecen tres ventanas de chat pendientes con mensajes: una de Denny, otra de Lucy y otra de Gabriel.

Abro primero el de Lucy, es de casi las once de la noche: "¿qué pasa, por qué no llegas? Por Dios, dime que no estás con Luka. Llámame. Te estoy esperando, todos te estamos esperando".

Ay, Dios, no había considerado el hecho de que era demasiado obvio el ausentarme con Luka cuando nos vieron irnos juntos y con la intención de volver juntos a reunirnos todos. Es evidente, ellos no son idiotas. El calor me sube a la cara tan rápido que el café que me acaban de dar me parece inapropiado, lo que necesito es algo frío que me refresque.

Abro el segundo, de Denny, es de casi la una de la mañana: "te amo Cinthya y creo que eres genial pero si has estado con Luka creeré que eres tonta. Te seguiré amando pero que tonta, a eso no me refería con mis charlas de aliento".

Otro calor se me instala en el cuello. Jesús, para este momento, todos mis conocidos en este pueblo estarán suponiendo —y ciertamente— lo que pasó anoche. Definitivamente ni para ese tipo de cosas puedo ser sutil. Deberé idear alguna mentira, como que me dio dolor de estómago o que me desmayé antes de salir en la noche. Nadie me creerá pero por decencia me seguirán la corriente.

Con algo de temor abro el tercero, de Gabriel, a las tres y media de la mañana: "y volvieron a cagarla, par de idiotas".

Eso es todo. Bueno, de los tres, creo que es ese el más directo, conciso y honesto, pero nunca se lo aceptaré a Gabriel en la cara. Si a mí me escribió eso, no quiero ni pensar qué sarta de vulgaridades le envió a su amigo.

Hoy es la fiesta de compromiso, todos estaremos en el mismo lugar y sé que moriré de vergüenza al ver a cualquiera, mi incapacidad de actuar como si no supiera las cosas me va a jugar en contra porque el peso de la culpa será más grande.

Guardo el teléfono decidida a pensar cada cosa en su momento y subo a la habitación bebiendo mi café, llevando el otro en la mano libre. Abro la puerta de mi habitación, algo jadeante por la subida de escaleras y ruego de cierta manera que Luka siga dormido. Solo he salido por quince minutos, a lo mucho veinte, pero ojalá siga dormido para no tener que verlo de inmediato.

Como siempre, lo que yo quiero no sucede así que al entrar veo la cama vacía.

Me cae algo mal pensar que se despertó y se largó así no más pero a la vez eso es mejor de lo que tenía en mente. Dejo el café sobre la mesita y noto que la ropa de Luka sigue en el suelo, obviamente no se ha ido desnudo por dos pisos de escaleras así que miro la puerta del baño en reflejo justo cuando sale recién duchado con nada más que una toalla rodeando su cintura.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now