V E I N T I C I N C O

4.4K 761 514
                                    

—La voy a secuestrar por esta noche —informa mi amiga, sin pizca de titubeos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—La voy a secuestrar por esta noche —informa mi amiga, sin pizca de titubeos.

Santiago levanta la mirada a mí y luego a Michelle que le bate las pestañas con inocencia. Michi tiene un rostro que grita inocencia por todas partes, es dueña de uno de esos gestos que hace que los padres digan "aww, deberías ser buena como ella" pero en realidad es una traviesa completa con un diablillo adentro.

—¿Qué harán? —le responde Santi.

—Cosas de chicas. Trago, rumba, hombres, sudor y calor.

—¡Michi! —reprendo—. Eso no es cierto.

—¿Cómo que no? Para eso vine.

Los tres terminamos soltando una carcajada. Michelle es incorregible.

—Michelle no cambia nunca —musita Santiago—. Solo espero que se cuiden.

—Oye, una vez amanecimos en un pueblo desconocido en un motel en la misma cama con otra chica y sobrevivimos, estaremos bien.

—¡Michelle! —reprendo de nuevo cuando siento mis mejillas calientes. Santiago enarca sus cejas en mi dirección—. Oye, amanecimos con ropa, para tu información. Y creo que fue la misma Michelle quien nos llevó a ese pueblo. Y la chica era hermana de un amigo de Michelle también. Bien mirado, fue su culpa.

—Mi culpa o no, estábamos bien, bajo techo y sin hombres, eso ya es positivo.

—¿Debo esperar que esta vez sea igual? —cuestiona Santiago.

—Sí.

—No —corrijo—. No. Nos vamos a controlar.

—Yo no.

—¡Michelle!

—¿Qué? ¿quieres que le mienta a tu futuro esposo?

—Sí, por favor.

—Bien. La llevaré a misa y luego volveremos a eso de las seis, como gente decente.

—¿De la tarde?

—No, de la mañana de mañana. Gente decente madrugadora y amanecida.

Santiago niega con la cabeza, divertido. Está a punto de salir de la casa luego de almorzar; Michi llegó hace unas horas y fui por ella hasta el terminal como habíamos acordado. Son solo pocas horas desde su casa, así que no llegó ni pizca de cansada y ya quiere hacer de todo.

—Eres una mala influencia —la acusa.

—¿Disculpa? Si supieras de la mitad de las veces que hemos salido, dirías que es Cinthya la mala influencia. Lo que pasa es que ella sabe disimular su locura y perversión.

—Y yo creyendo que la conocía —sigue Santi—. Me casaré con una alborotadora.

—Cumplo con advertirlo.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now