C A T O R C E

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Maratón 2/3 ♥

Conocí a la señora Eliana Mendez hace poco más de un año cuando vino a acompañar a Santi en el cumpleaños cuatro de Rose

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Conocí a la señora Eliana Mendez hace poco más de un año cuando vino a acompañar a Santi en el cumpleaños cuatro de Rose. No es precisamente lo que se llama una mala mujer de esas que es odioso tener como suegra, es solo que no soy totalmente santa de su devoción; aunque la entiendo, comprendo con totalidad la reserva que tiene conmigo siendo yo la "otra" que llegó a reemplazar a la mujer de Santiago y madre de Rose cuando esta partió.

No lo hace con mala intención y lo sé porque sus maneras conmigo siempre son correctas y educadas, jamás me ha faltado el respeto directamente y cuando Santi me presentó como su pareja prefirió guardarse sus reservas para cuando estuviera en privado con él. Aún así no me pasan nunca desapercibidas sus comparaciones constantes entre Mónica —la madre de Rose— y yo. Santi me rogó paciencia con ella y siendo conocedora de lo que es tener una madre difícil, no pude sino acceder. De hecho, cuando la señora Eliana se fue de su última visita, pudimos reírnos de lo que pudo haber dicho o pensado.

Me resulta gracioso pensar que ella es como la versión de un mundo paralelo de mi madre; tiene todo lo negativo de ella, pero llena de gentileza y bondad para con su familia.

Aún con todo, creo que esta visita será un poco más contrariada porque tuvimos la brillante idea de contarle de nuestro compromiso por teléfono, así que no sabemos qué puede decir al llegar. Viene de muy lejos, de su país natal en el sur de América y esa distancia es la que nos limita a una o dos visitas al año y cuando viaja, lo hace más que nada para visitar a su nieta y pedirle con insistencia a su único hijo varón que vuelva a su país con ella.

Con el anuncio de su llegada tuve que ser sumamente veloz arreglando todas mis cosas pues no quiero que lo primero que vea al llegar sea el desorden de mi mudanza, así que el desempaque que había calculado al tanteo para unos tres o cuatro días, tuvo que ser en uno y medio, aunque en un cuarto pequeño que hay en el segundo piso quedaron varias cajas tal cual me llegaron de mi antigua casa; cuando se vaya ella, terminaré de desempacar.

En este momento estoy con Rose en nuestra sala; estamos esperando a Santi que ha ido en el auto a recoger a la señora Eliana al aeropuerto. Tuvimos que pedirle a Abraham, el chico vecino, que tuviera a Luna y a Dante con él por un poco más de tiempo porque la señora Eliana es alérgica a los perros.

Mis piernas están cruzadas al igual que mis brazos, me encuentro solo observando el suelo y divagando sobre muchos escenarios posibles en estos días con mi suegra. Rose está sentada en el piso y en la mesita de centro tiene varias hojas y crayones regados; le gusta dibujar, disfruta de cambiar las hojas en blanco por garabatos y obras de arte sin sentido. De fondo tenemos la emisora puesta que transmite permanentemente música local de todas las épocas.

—¿Cuál es tu color favorito, Caro? —pregunta de repente y sin girarse.

Vuelvo la vista a ella, que no quita sus ojos del dibujo que hace.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora