C U A R E N T A

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Desde hace dos noches, la cama ha estado fría pese a que dos personas dormimos en ella

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Desde hace dos noches, la cama ha estado fría pese a que dos personas dormimos en ella. No es la temperatura literal, es la que hay entre Santi y yo, entre mi culpa y su reserva, mis ganas de pedirle más disculpas mezcladas con la cobardía de quedarme callada y el deseo de Santi de permanecer en silencio, sabe Dios pensando en qué.

La cordialidad con la que nos tratamos desde que le conté del beso con Luka es una que me hiere, no hay malos tratos, malas miradas, malas palabras o completa indiferencia pero ese calor que me daba y recibía, simplemente ha cambiado, ahora es hielo y con justa causa. Santi me sigue besando en la frente al irse a trabajar, me da los buenos días cada mañana, me aprieta la mano con gentileza antes de dormir y me sigue hablando de Carito, sin embargo hay un congelamiento emocional que nos envuelve, es como si ninguno supiéramos cómo actuar así que nos quedamos estancados en el momento justo en que le dije las dos palabras "lo besé".

Hoy es la tercera noche y me siento incapaz de seguir con la angustia porque lo quiero y me hace falta su cariño, su calor. Ya estamos en cama pese a que ninguno pretende dormir aún, él finge mirar el canal de los documentales y yo finjo que leo un libro del que apenas ojeo las páginas y la paso cada par de minutos para disimular.

Aclaro la garganta, dispuesta a abrir el cajón a la conversación sea que termine bien o mal. Es preferible tener una certeza sobre cómo estamos que seguirme balanceando en la incertidumbre.

—¿Santi? —Gira su cabeza y me observa, me dedica una media sonrisa—. ¿Vamos a hablar de esto? No podemos estar así por siempre.

Suspira con pesadez y le baja el volumen al televisor hasta que apenas se oye un zumbido de voces, se incorpora para quedar bien sentado sobre la cama y evita ahora mirarme.

—Bien, hablemos.

—Necesito que me perdones...

—No, no se trata de eso —corta, levantando la mirada—. No estoy molesto contigo, no te condeno por un presunto error. Lamento si he estado distante estos días, he estado pensando mucho y no ha sido tan sencillo como esperaba.

—¿Qué piensas?

—Muchas cosas, Caro. No te voy a mentir, lo que pasó me dolió. No es negable; escucharlo como lo oí, procesarlo, imaginarlo... —Emite una especie de gruñido de desagrado, apretando los dientes—, me duele todo lo que implica ese beso.

—Fue solo un beso, te juro que...

—No es eso, Caro —interrumpe de nuevo—. No es "solo un beso". Si me hubieras dicho que en un bar besaste a un extraño por el motivo que fuera, no me habría dolido, me habría enfadado, pero nada más, con esto es al contrario porque se trata de él, él en específico y eso es muy diferente... he aprendido a leerte tan bien la mirada que a veces siento que veo directamente a tu interior y lo sé todo, cuando me lo dijiste... lo vi en tus ojos: no me confesaste que me engañaste con los labios, sino que lo hiciste con el corazón. Y eso es lo que duele.

El no príncipe de mi cuento de hadas  •TERMINADA•Where stories live. Discover now