Capítulo 3: Madre

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Alessia tiene la mirada fija en el techo de su habitación. Su madre no está en casa, pero no le sorprende. No llegará de la oficina hasta dentro de un rato, concretamente a las cinco. La niña tenía pensado dormir hasta que llegase ese momento, pero no puede. Algo perturba su sueño. Tres palabras que le han calado demasiado hondo. "Va a matarte". Ella sabe que eso no es verdad. No puede serlo. Su madre es su madre, con todos sus defectos. Es cierto que no parece que la quiera, y eso que Alessia se ha esforzado todo lo posible para que el sentimiento de amor maternal aflorase en ella. Pero de ahí a...

Se levanta de la cama con una leve sensación de mareo. Aparta el flequillo azul con la mano y se mira en el espejo que la invita a contemplarse. Parece que no ha dormido en días. La niña del espejo la advierte con la mirada. "Por supuesto que sería capaz". Alessia niega en silencio y la niña del espejo aprieta los dientes. Ambas se contemplan unos instantes antes de salir de la habitación. Alessia apoya una mano sobre la pared y camina deslizándose contra esta, como si estuviese en un laberinto y el peligro de perderse acechase en cada esquina. No, no es eso. Está en casa y se la conoce a la perfección. O al menos su cuerpo lo está. En su mente se ha formado para ese entonces un pequeño destello de desconfianza que necesita erradicar. Son paranoias suyas causadas por las palabras de un desconocido. Un desconocido que sabía su nombre.

Primero entra al salón y se queda en la puerta con las manos entrelazadas detrás de su espalda. Sus ojos buscan algo que no esté en su lugar, algo que pueda confirmar o desmentir los pensamientos que la están atormentando. Sin embargo, todo parece en orden. Alessia se siente culpable por dudar de su madre, pero eso no impide que vaya al cuarto de baño y mire hasta debajo de la alfombra. Le duele la cabeza. Tal vez son síntomas de no haber comido nada prácticamente desde ayer. Cuando revise el cuarto de su madre se forzará a tomar algo. El cuarto de su madre... Igual no debería. No suele entrar ahí. Pero lo hace. Las luces están apagadas y cuando enciende la luz tiene el corazón tan acelerado que cree que va a morirse. Pero no ocurre. En realidad, todo está bien. Nada extraño.

Examina la foto que hay en la mesita de noche. Aparece su padre, solamente él. Era un hombre muy guapo. También bueno. Cuando aún vivía, las cosas no iban tan mal y ella no se sentía tan sola. La niña coge la foto y la acaricia con la mente en otra parte. Se da el lujo de estar unos minutos con ella en las manos hasta dejarla en su sitio y abrir el armario de su madre en un último intento de escuchar al mal presentimiento que la viene avisando de que algo no va bien. Nada. Todo en orden. Igual no debería de haber escuchado a ese hombre, solo le ha metido en la cabeza más pájaros de los que ya tenía.

Alessia acaba en la mesa de la cocina comiéndose una manzana con desgana. El único sonido que rompe el silencio es el tic tac del reloj de pared. Su madre llegará en quince minutos. Un escalofrío recorre su cuerpo. Es increíble lo mucho que la gente puede manipular la mente de otras personas. Tiene un WhatsApp de Lionetta preguntándole qué ha pasado y quién era aquel hombre. Alessia le responde con un audio sin darle explicaciones, se limita a decirle que ahora mismo no puede hablar pero que no se encuentra bien. Añade que no se preocupe, que su madre llegará de un momento a otro y se disculpa por haberla dejado tirada a la salida de la Universidad. Después, la niña mira el cajón donde su madre guarda la cubertería. El tic tac del reloj se vuelve en su contra.


Hace una lista mental a toda prisa de todo lo que puede hacerle falta y comienza a guardar las cosas en su mochila. Le tiembla el cuerpo pero no puede perder ni un segundo. La prioridad ahora es coger lo básico y salir cuanto antes de allí, probablemente ir a casa de Lionetta es una buena opción. Está ya dispuesta a salir, pero cuando escucha el sonido de la llave en la cerradura de la puerta principal el mundo se le viene encima. Su madre la mira. Pillada con las manos en la masa.

El Código [Watty Awards 2019]Where stories live. Discover now