Capítulo 21: Silencio

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Son las nueve de la noche. Luka duerme con la cabeza apoyada en el brazo del sillón y las piernas sobre las de Alessia. La niña acaricia con ternura el cabello rubio del pequeño y se fija en lo mucho que se parece a Petyr: la nariz, los ojos, incluso la forma de los labios. Se sorprende a sí misma con un recuerdo perfecto del rostro del hombre y le avergüenza en parte pensar en la cantidad de tiempo que ha pasado mirándole para llegar a ese punto. A decir verdad, le echa de menos. Le ha mandado antes un WhatsApp que ha quedado sin respuesta preguntándole si vendría a cenar, pese a que la hora de su última conexión es de hace solo unos minutos. Está en su derecho de no contestar, pero Alessia no puede evitar pensar que la situación es rara. Ni siquiera ha preguntado por Luka.

Y hablando del rey de Roma, el niño abre los ojos.

—Mami... —murmura con la voz algo ronca.

—Alessia —le corrige la peliazul, aunque no sirve de nada. Sabe que han modificado los recuerdos del niño. Han borrado de su vida a Valen y a Dante con la facilidad con la que se respira.

—¿Dónde está papi? —pregunta frotándose los ojos con las pequeñas manos.

—Trabajando, volverá pronto.

—Siempre está trabajando. Oye mami, tengo hambre.

—Luka, cariño, has cenado hace media hora.

—Tengo más hambre. Quiero fruta.

—¿Qué fruta?

—La que sea. Dame, porfi.

Alessia suspira y retira sus piernas con cuidado para levantarse y dirigirse hacia la nevera. En su interior encuentra multitud de cosas que ella misma se ha encargado de comprar esta tarde con Luka en el supermercado.

—Las uvas no tienen hueso, ¿te gustan?

—Sí —dice él incorporándose.

La chica coge un plato y unas cuantas uvas que se asegura de lavar a fondo y de partir en diminutos trozos para que el niño no se atragante. Después se sienta a su lado y enciende la tele, aunque esta muestra un texto que explica que no se ha podido establecer la señal.

—¿Por qué no funciona?

—Debe de ser la antena.

—Jo.

—Esperaremos un poquito por si vuelve la señal, no creo que se tire mucho rato así —explica mientras el pequeño devora los trozos de uva.

—No comas tan rápido que te puedes atragantar —le dice. Por suerte, Luka aminora la marcha y decide engullir a un ritmo más pausado. En ese momento, el timbre suena. —Anda, mira, papi acaba de llegar.

Los dos se dedican una sonrisa instantánea y Alessia es la primera en levantarse para ir a abrir, aunque Luka también decide bajarse del sillón. La peliazul echa un vistazo por la mirilla, pero la oscuridad no permite reconocer muy bien quién hay al otro lado.

—¿Petyr? —pregunta para asegurarse. Sin embargo, no hay respuesta. La figura negra sigue inmóvil frente a la puerta. —¿Quién es?

Entonces, la chica ve cómo alguien más se une a la escena con un maletín. Detrás, aparece otra persona más. Imposible reconocer algún rostro entre todos ellos.

—Mierda... —sisea Alessia temiéndose lo peor. A pesar de los nervios que se han instalado en su cuerpo en pocos segundos, decide no perder más tiempo. Coge su móvil y a Luka en brazos y corre hacia el baño de su habitación. Echa el cerrojo con ellos dentro y el niño empieza a llorar sin saber qué está ocurriendo.

El Código [Watty Awards 2019]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora