Capítulo 26: Hacia Nunca Jamás

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Dentro de la sala, el ambiente es tenso.

—¿¡Se puede saber qué cojones has hecho, maldito idiota!? —le grita su padre.

—Nunca deberías haber colaborado en esto, papá. Y yo tampoco —responde serio.

—¡Eres un puto subnormal! Lo único que tenías que hacer era vigilar a Alessia, ¡no me digas que te ha comido la cabeza! —le chilla desesperado.

—Me ha abierto los ojos —contesta ignorando su insulto.

—¿¡Pero cómo puedes ser tan tremendamente imbécil!? ¿¡Sigues pensando que ella te quiere!? Te ha engañado como a un puto retrasado, Dámaso. ¡Si besó a Petyr cuando tú no estabas!

Dámaso titubea. Se le nota el cambio en la cara. Incluso baja el arma un poco antes de recuperar la compostura. —Mientes.

—Mi hijo es gilipollas, joder —se lamenta. Mira a Lionetta, que no puede evitar llorar ante el charco de sangre en el que se encuentra su padre. Sigue apuntando a Petyr a pesar de dolor porque sabe que si no lo hace el próximo cadáver puede ser el suyo. Conoce al padre de Dámaso y sabe lo cruel que es. Se obliga a tragarse el luto y dejarlo para después. El otro sigue con su discusión. —La única que te ha mentido es la zorra a la que idolatras desde que eras un crío.

—¡No la insultes! ¡Ella me quiere! —exclama Dámaso, desolado.

—¿Eso crees? ¡Adelante! Mira las cámaras de seguridad. Eres un completo imbécil, Dámaso. Y por tu culpa ahora Piero está muerto. ¡Vamos, mira las putas cámaras si aún sigues pensando que miento!

Dámaso duda unos instantes antes de bajar el arma y dirigirse al ordenador. Aquel fue su principal error. Su padre espera, más que nada porque quiere ver la cara de su hijo. Dámaso busca la grabación correspondiente y reproduce el momento en el que Petyr y Alessia están juntos. Su rostro se resquebraja y se descompone conforme el vídeo avanza. Las lágrimas se le suben a los ojos en el momento del beso. Quizá en el fondo lo sabía, pero no quería creerlo. Quizá lo que más le duele es saber que el otro beso, el que ella le dio, en realidad solo significó para él. Una mentira que le duele demasiado.

—Yo... —susurra volviendo la mirada hacia su padre en el momento en el que una bala impacta contra su cabeza y lo derriba. Tanto Lionetta como Petyr retroceden perplejos, sin esperar aquel disparo. Alessia, desde fuera, es incapaz de contener las lágrimas y se ve obligada a morder el dorso de su mano para no gritar.

El padre de Dámaso se acerca al cadáver de su hijo. Vuelve a dispararle.

—Este por la traición.

Otro balazo.

—Este por tu idiotez.

Uno más, justo al corazón.

—Este por ser una deshonra de hijo.

Petyr ve de reojo que las lágrimas caen por el rostro de Lionetta. Ya no puede evitarlo. Incluso su pistola desciende perdiendo todo el aplomo.

—Acabas de matar a tu hijo —susurra ella. —Mejor o peor, pero tu hijo.

—Deja de llamar "mi hijo" a esa escoria —la desafía. —Ahora volvamos al ordenador, el trabajo aún no ha terminado. Aquí no hay nada que ver.

Lionetta no se mueve, consternada. El hombre la apunta. —Muévete o te mato.

Fuera, Alessia repite la operación de antes de alejarse todo lo posible para no ser vista. Cuando los tres abandonan la sala, el corazón de Petyr suspira aliviado al ver que no hay nadie junto a la ventana.

El Código [Watty Awards 2019]Where stories live. Discover now