Capítulo 5: El código

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Cuando despierta, no sabe qué hora es. Ha dormido como mínimo un par de horas, de eso está segura. El dolor de cabeza parece haber remitido, pero la sensación de mareo sigue presente. Se incorpora y pulsa el botón que hay junto al interruptor de la luz. No tiene hambre, pero necesita ver a alguien. A quien sea. Para su sorpresa, no es la enfermera quien aparece al cabo de unos minutos.

Petyr le dedica una corta sonrisa y, como pidiendo permiso, mira la cama donde la niña está sentada. Alessia asiente y él se deja caer a su lado, guardando las distancias.

—¿Cómo estás? —pregunta.

—Bueno —. No sabe qué decir, por eso no añade nada más. Petyr tampoco insiste. En aquellos momentos ese "bueno" es la respuesta más positiva que podría haber recibido por parte de la peliazul, y lo sabe. —¿Qué hora es?

—Las doce menos diez.

—¿¡Tan tarde!? —exclama sobresaltada—, ¿cuánto he dormido?

—Bastante. Tampoco tenías nada mejor que hacer.

Alessia no contesta. Tiene razón.

—¿Qué has estado haciendo? —pregunta. Después se siente estúpida. Es una cuestión que ha salido de su boca por romper el silencio, por inercia.

—Tu informe.

—Ah, es verdad, me lo dijiste —musita la niña. No sabe qué más decir. No sabe qué preguntar. La cabeza le da vueltas. El mundo se le marea. Para tratar de alejar los pensamientos que la atormentan, se centra en el código del brazo de Petyr. 2547613221543... Y el código se pierde en los límites de la manga de su camiseta. Alessia le mira fijamente.

—¿Cuántos tienes?

—No sé, imagino que muchos. Nunca los he contado —bromea. Alessia sonríe un poco.

—Mi mejor amiga tiene un tres negro —confiesa mirando nuevamente el código de Petyr.

—¿Es la chica que estaba contigo a la salida de la Universidad? —. Alessia asiente.

—Se llama Lionetta. Se ganó el tres de soberbia por mí, cuando aún no éramos amigas —. La niña alcanza su móvil y comprueba que tiene varias llamadas perdidas de la pelinegra y unos veinte mensajes de WhatsApp.

—No le digas que estás aquí. De hecho, te recomendaría que apagases el móvil al menos hasta que llegue medianoche —aconseja Petyr. Alessia vacila unos instantes pero finalmente le hace caso y apaga el dispositivo, dejándolo a un lado. —Gracias, es lo más seguro para ti ahora mismo.

Alessia asiente y ambos se quedan en silencio, pero no es incómodo. Petyr mira hacia el suelo y ella cierra los ojos unos segundos. Para cuando los abre, verde y marrón se fusionan de nuevo. Una sonrisa recíproca.

—¿Y qué pasa si la policía te pilla? Se supone con tres o más números en el código...

—Si por cada tres marcas tuviese que ir a un juicio, no saldría de los juzgados. De todas formas, si la policía me "pilla" tengo contactos para poder salir ileso; aunque prefiero evitar ese proceso.

—La verdad es que tenéis esto muy bien montado...

—No nos podemos quejar. Además, contamos con la colaboración y respaldo de muchos órganos de la sanidad, tanto pública como privada.

Siguen hablando un rato hasta que Petyr saca el móvil para mirar la hora. Alessia se asoma con curiosidad y comprueba que queda un minuto para medianoche. También observa que el fondo de la pantalla de bloqueo es la foto de un niño pequeño, de unos dos años. Es rubio y tiene los ojos verdes, tal y como él.

—Es mi sobrino —aclara. La niña se ruboriza al notar que se ha quedado demasiado rato mirando la imagen. Por un momento pensó que el chiquillo sería hijo suyo.

—¿Cómo se llama? —pregunta.

—Luka —responde con un destello casi paternal en los ojos al posarlos nuevamente en la foto.

—Se parece mucho a ti. ¿Tienes hijos?

—No —ríe—, aún no. ¿Se me va a pasar la edad de ser padre?

—No sé —. Una pequeña sonrisa aflora en los rosados labios de la peliazul.

—Tengo veinticinco años... —Alessia se lleva una mano a la boca y el sonrojo aumenta al notar que es mucho más joven de lo que pensaba. —Pero es preocupante que me tomases por un viejo, algo estoy haciendo mal.

Y ambos estallan en una risa, manteniendo las distancias debido a las barreras que la propia Alessia coloca con todo el mundo, pero en un momento reconfortante dadas las circunstancias. La niña siente entonces un pinchazo en la muñeca, pero no le da más importancia hasta que ve la mano de Petyr invadir su espacio personal. Alessia para de reír y se retira hacia atrás, deslizándose por la cama y dejando a Petyr con la mano en el aire.

—Alessia, no te voy a hacer nada, pero necesito que me enseñes tu muñeca —pide en un tono ahora más serio. La niña vacila, ladea la cabeza y mira la parte que el hombre le ha mencionado. Es en ese momento cuando se percata de que tiene un dos negro.

—... Pero... —No sabe qué decir. Se queda callada y esta vez es ella la que extiende el brazo hacia Petyr, que suspira y no trata de acercarse o tocarla. Observa desde su posición el dos negro y se lleva una mano al pelo para alborotarlo un poco en un acto de nerviosismo.

—El código se ha actualizado y ha decidido que te lo has ganado. No le des más importancia de la que tiene. Lo más probable es que haya sido porque diste algun golpe durante la pelea con tu madre.

—¡Pero si yo solo trataba de defenderme!

—Lo sé. Pero el código no es justo.

—Joder, ¿cómo voy a salir a la calle ahora con esto...? Sé cómo te juzga la gente cuando te ve algo de código en el brazo, a Lionetta se lo hicieron y se siente horrible —explica con las lágrimas contenidas en los ojos. En ese momento siente un pinchazo de culpabilidad al recordar que ella misma juzgó a Petyr hasta que supo la explicación de su código. —Joder... Lo siento.

—No importa —responde él. —Intenta no pensar mucho en eso, ¿vale? Nadie te va a decir nada por eso, te lo prometo.

Alessia respira profundamente, calmándose. Finalmente un "gracias" se le cae de los labios. Petyr asiente y se levanta.

—¿Dónde vas?

—A darme una vuelta por ahí a ver cómo está hoy la noche. De paso iré a tu casa a comprobar que tu madre...

Su madre. Por un momento la había olvidado. Alessia atisba en el rostro de Petyr un indicio de preocupación por el impacto de sus palabras.

—Cinnia. Me niego a volver a llamarla madre. No lo es. No después de lo que ha hecho —. La seriedad con la que pronuncia aquellas palabras sorprende a ambos, a ella más que a él. Petyr no dice nada, se da la vuelta y cuando va a salir por la puerta Alessia se levanta de la cama.

—Voy contigo.

—¿Qué?

—Por favor, déjame ir contigo. Quiero verla. Quiero comprobarlo yo misma o no podré volver a dormir. Antes me ha encontrado en mi pesadilla. Por favor, Petyr.

El rubio de ojos verdes traga saliva y mira a la peliazul decidida, insegura por miedo a que él le diga que no.

—Es peligroso.

—Me han intentado violar y asesinar, eso también es peligroso y aquí estoy.

Petyr hace una mueca y suspira. Se pasa una mano por la cara y la deja apoyada en su mejilla, mirando fijamente a la adulta Alessia.

—Está bien —. Ante la sonrisa de la chica se adelanta a hablar. —Tres reglas: Uno, solo por hoy. Dos, no te vas a separar de mí en ningún momento. Tres, vas a hacer todo lo que te diga. —. Una vez que cuenta con la conformidad de Alessia, Petyr le dice que tiene cinco minutos para prepararse y sale de la habitación.

El Código [Watty Awards 2019]Where stories live. Discover now