Capítulo 4

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Por el sonido de mis gritos histéricos, Lauren irrumpió en la habitación. Su rostro era neutral, como de costumbre, pero sus ojos estaban salvajes y alertas. Estaba sentada en el suelo, con mi maleta vacía hecha jirones alrededor de mis pies. Mi vestido blanco, que todavía tenía pequeñas salpicaduras de sangre de cuando Lauren rompió el brazo del Alfa Jones ese mismo día, estaba arrugado por la posición que tenía en el suelo.

Cuando Lauren se dio cuenta de que no había peligro, me frunció el ceño; Cruzando los brazos sobre su pecho en señal de dominación.

-¿Qué es lo que pasa?- Exigió, molesta.

-No está aquí-, respire entre hipos de mis fuertes sollozos.

-¿Quien?

-Donald-. Ante la mención de su nombre, Lauren gruñó y se precipitó hacia mí. Grité en shock cuando me levantó y me tiró con fuerza sobre su cama. Gemí de miedo cuando Lauren me siguió hasta la cama. Sus manos agarraron mis brazos, sujetándolos sobre mi cabeza mientras se sentaba en mi cintura. Estaba pesada, y yo jadeé.

-Tú eres mía- casi gritó en mi cara. Gemí de miedo, con los ojos llorosos, estaba muy confundida con su comportamiento. Confundida y asustada.-¿Cómo te atreves a hablar de otro hombre en mi presencia? Y no creas que no escuché sobre ese lobo patético, débil, que intentó reclamarte como suya esta mañana. Tienes suerte, allí sólo estaba mi Beta, porque habría matado a ese imbecil.

Estaba sollozando, duro, tanto por la tristeza como por el miedo. Sabía que Lauren daba miedo, ella era la Alfa de sangre después de todo, pero eso no quería decir que alguna vez pensé que sería tan agresiva conmigo. Gemí en su agarre, cuando sus garras salieron y se clavaron en mis muñecas que tenía sujetadas. Sentí una humedad allí, me había sacado sangre.

-Donald, es mi osito de peluche-, le susurré, con voz pequeña e infantil. A mis palabras, Lauren parecía confundida, las cejas se hundieron y un ceño fruncido arrugó las líneas de su frente. Parecía que estaba tratando de resolver la ecuación cuadrática más difícil; como si mis palabras estuvieran en algún idioma extranjero que no entendía.

-¿Huh? -Gimió.

-Mi osito de peluche, su nombre es Donald, y mi madre lo sacó de mi maleta-, le dije, con los ojos llorosos una vez más. -Ella me dijo que mi compañero se reiría de mí por tener un oso de peluche, pero mi papá me lo dio-. Hipo una vez más, antes de que empezaran a caer más lágrimas.

Suspirando pesadamente, Lauren se me quitó. Soltó mis manos, y finalmente notó mis muñecas cortadas; frunció el ceño, pero no comentó sobre ellos. Sin embargo, se apartó un poco de la cama. Hipe otra vez, mientras suaves sollozos llenaban mi garganta; restringiendo mi toma de aire. Me senté lentamente, mis ojos observaban a Lauren en caso de que se abalanzara sobre mí otra vez. Pero no lo hizo, simplemente se quedó allí; mirando de la manera desconcertante que siempre hacía.

-Lo siento Alfa Jauregui, pero tengo que irme a casa. No puedo dormir sin Donald -le dije, con voz tranquila y pequeña.

-No- rugió con fuerza, la ira arrastrándose en sus grandes ojos una vez más. -Nunca te irás-. Y con eso, giró sobre sus talones y salió de la habitación. Salté cuando cerró de golpe la puerta de la habitación, no solo por el fuerte sonido, sino también por la ira que usaba para cerrarla. Yo gemí de nuevo. Acurrucándome en la cama, lloré por lo que parecieron horas.

Cuando finalmente miré hacia las grandes ventanas, estaba oscuro afuera. Mis ojos estaban rojos y doloridos, y me dolía la cabeza y las muñecas. No quería estar allí, quería estar en casa con; Shawn, mi familia y Donald. Sentí que mi cansancio se cernía sobre mí, como una plaga con la que no podía luchar. Pero justo cuando mis ojos estaban a punto de cerrarse, una cosa apareció en mi cabeza: ¿están cerradas las puertas?

Con sangre de Alfa - Camren Lauren G!P Where stories live. Discover now