01. CITACIÓN

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La joven de mirada celeste se encontraba en clase con un semblante abstraído. Durante todo el día, apenas y lograba prestar atención a las asignaturas, debido al ojizarco que se negaba a abandonar su mente.

«...Eres una chica increíble, clara como una nota musical y sincera como una melodía. Eres la canción que no sale de mi cabeza desde que nos conocimos...»

Cada vez que su mente evocaba esas palabras, una sonrisa enamoradiza se dibujaba en sus labios, suspirando ante aquella poética declaración de amor.

La llenaban de dicha, y la verdad, no entendía el por qué. Siempre había pensado que su amor solo pertenecía al joven de hebras doradas y gemas esmeraldas, pero ahora, tenía dudas. Había cerrado su corazón a todos los posibles pretendientes, siempre con una actitud firme y decidida. Sin mencionar las veces que había rechazado al héroe felino, que en más de una ocasión intentaba hacerla caer ante sus encantos y galanterías, sin éxito alguno.

Pero con Luka era totalmente diferente. Su sola presencia la hacía suspirar, y se desarmaba cuando él realizaba actos tan sencillos como rozar su hombro, acariciar su mejilla, o tomar sutilmente su mano. Poco a poco, deseaba pasar más tiempo a su lado, a tal punto de buscar cualquier excusa para coincidirle. Por ello, sus encuentros eran cada vez más frecuentes, sin que esto incomodara a ninguno de los dos.

Inconscientemente, en su libreta de apuntes, empezó a dibujar y garabatear corazones, mientras sonreía con ilusión y encanto.

Debía admitir que se sentía dividida. No sabía cómo ni cuándo, pero el varón de mechas azuladas había capturado su corazón, y la arrastraba sin remedio a un cúmulo de fuertes y abrumadoras emociones que no podía comprender. También debía aceptar, con todo el dolor de su alma, que ni con el mismísimo Adrien se sentía así. Después de todo, éste era dulce y amable con ella, pero a sus ojos, no era más que una buena amiga.

¿Debía? ¿Debía entregarle su alma y ser a aquel caballero de mirada de zafiro? ¿Renunciar a su amor platónico, para correr a sus brazos?

«Si tan sólo pudiera bes...»

La joven de piel morena codeó a la azabache, haciendo que se removiera confundida, encontrándose con el disgustado rostro su profesora, que había colocado una mano sobre su mesa para hacerla reaccionar.

—Ah... —Mirando a todos lados con nerviosismo—. Srta. Mendeleiev, yo...

— ¿Se puede saber que estás haciendo? —En eso, dirige su atención a la libreta de la franco-china y se lo arrebata de inmediato—. Vaya, se nota que estas prestando mucha atención a la clase, ¿verdad? Deberías escuchar más, en vez de pensar en tu noviecito todo el rato...

—Esto... Yo... Lo que pasa es que... —Intentó excusarse, sumamente apenada—. Lo siento, prometo que no va a volver a pasar...

—No creo en promesas vacías, señorita Dupain. —Expresó represiva la de cabello purpúreo—. Es la tercera vez que la hallo distraída en clase —Aclaró con voz monocorde—. Y para asegurarme de que no vuelva a suceder, irás con el director Damocles.

— ¡¿Qué?! —Se quejó de inmediato, mirando a la profesora con demanda—. Por favor, yo no puedo...

— ¡Sin excusas! —Interrumpió, señalando con molestia la salida del aula—. ¡Recoja sus cosas y vaya con el director!

La parisina recogió sus cosas con resignación, escuchando murmullos por parte de sus compañeros, y un discreto "te lo dije" de su mejor amiga Alya, además de un típico y humillante comentario de Chloe.

Al llegar a la oficina del Director, éste ni se sorprendió al verla. Con anterioridad había recibido reiteradas quejas de varios profesores con respecto a la joven, y todos con el mismo comentario: falta de atención a las clases. Sin mencionar acotaciones de casi siempre llegar tarde. Debido al historial que poseía, el director no tuvo más remedio que citar nuevamente a sus padres, para conversar con ellos acerca de la situación de su hija.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now