27. TERROR

95 9 0
                                    

— ¡Arg! —Soltó hartada la de tez bronceada, revisando su celular una vez más—. ¿Dónde rayos se pudieron haber metido esos dos?

— ¡Me mandó de nuevo al buzón! —Prorrumpió enojada la de coletas, mientras dejaba otro mensaje en el correo de voz—. ¡Adrien Agreste! ¡¿Dónde rayos se metieron Nino y tú?! ¡Son las tres de la tarde! ¡Hace una hora que debieron estar aquí! ¡Contesta!

Acto seguido, la morena hizo lo mismo.

—Nino, ¡contesta de una vez el teléfono! —Profirió casi devorando el artilugio—. ¡Se supone que estarían aquí hace siglos! ¡Se hace tarde para ir al cine! ¡Res-pon-de! —Acentuando cada sílaba con ira.

—Alya... ¿Y si están con otras chicas? —Con temblor en su hablar, horrorizándose con aquella escena.

—Claro que no... —Volviendo a marcar el número del Lahiffe, que una vez más la mandó al correo de voz—. ¡Adivina! Soy yo de nuevo... —Masculló con irritación—. Te voy a dejar algo claro. A ti, y a Adrien... Si están con alguien más, ¡juro que los castraré de por vida! ¡Cómo que me llamo Alya Césarie! ¡Y venderé a sus pequeños bebés como alimento para caballos! Así que... —Con falsa voz dulce—. Si quieren que su hombría quede sana y salva... —Inhalando suficiente aire, para gritar con más fuerza—. ¡CONTESTEN EL MALDITO TELÉFONO YA!

—Tengo miedo de que Adrien esté con otra... —Palideciendo al solo hacerse la idea.

—No pienses en ello... Son unos idiotas... —Colocando una mano sobre su hombro para animarla—. Más bien, veamos cómo podemos resolver este asunto del cine...

—Ya es tarde... —Se lamentó la euroasiática—. Deberíamos ir a casa.

— ¡Oh, no! —Negando enérgicamente con la cabeza—. ¡Vamos al cine sí o sí!

—Alya, no tenemos auto... Por algo le pedimos a Adrien que nos llevara...

—Bien, supongo que no nos queda de otra... —Halando la mano de la azabache—. Vamos.

— ¿Ah? ¿A dónde?

—Al cine... —Apresurando su marcha—. Si caminamos ahora, podemos llegar a tiempo...

—Ya que... —Bufó rendida—. Vamos...

***

Adrien y Nino roncaban fuertemente, imitando el sonido de un motor. Adrien babeaba la almohada mientras reposaba su pie en el rostro del Dj. A ese grado, ni un elefante tocando trompeta los despertaría.

Nino se había quedado en casa de Adrien el día anterior. Gabriel había hecho un viaje de negocios y no regresaría hasta dentro de una semana, lo que le daba la potestad de hacer lo que quisiera, aunque fuera por un pequeño lapso de tiempo. Hicieron de las suyas toda la tarde, dedicándose a un maratón casi interminable de videojuegos en línea, música a todo volumen y abundante comida chatarra. Y claro, sus celulares murieron antes de que cayera la tarde. Haciendo caso omiso a ello. Al terminar su sesión de videojuegos (como a la 1:30 am), cualquiera diría que estarían muertos de cansancio y sueño.

Pero estamos hablando de Adrien y Nino.

Inmediatamente comenzaron con otra maratón, una de películas de terror. Arrasando con las palomitas, dulces y gaseosas que sobraban. Aunque fue más una competencia para ver quien gritaba menos. Acabaron con la última película como a eso de las 9:00 a.m. con la pesadez, sueño y cansancio ganándoles por completo. Y he ahí ese diminuto detalle.

Quien sabe cuándo despertarían.

—Mmms, —Nino se removió incómodo, sintiendo el pie de Adrien en su boca—. ¡Adrien! ¡Aleja tu pie de mi cara! —Tomando el pie del rubio y apartándolo de sí, despertando al rubio.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now