23. DULCE Y SALADO

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La ser rojiza había tratado de convencer a Plagg desde hace horas para que probara alguna de las golosinas que su dueña traía consigo. Pero no había conseguido resultados, sólo rotundos no.

Su paciencia se estaba agotando.

La pequeñita de antenas se sentó en la hierba de brazos cruzados, rendida. Plagg era terco como una cabra, y lo reconocía. Sabía que debía respetar lo gustos, pero, por favor... ¿A quién no le gusta el dulce? ¡A todos! ¿Por qué a él no? No lo entendía. Nunca estaban de acuerdo en nada. Si ella decía una cosa, Plagg se negaba y hacía otra. Era exasperante.

A veces, ni ella entendía como era que aquel gatito tonto le gustaba.

«No tengo remedio. Ni él tampoco...»

—Bien... —Perdiéndose dentro de la canasta floreada, saliendo con el bocadillo dulce en sus manitas—. No puedes negarte a esto... —Acercándose sugestivamente—. Lo preparé yo misma... Para ti...

—Ou, Tikki, eso es... —Pestañeó fuera de sí, mirando de arriba abajo macaron—. Muy dulce...

—Si lo sé, soy muy adorable... —Poniendo una carita tierna—. Qué bueno que lo reconoces... Anda, come...

—No. Me refiero que eso, es demasiado dulce para mí. Me empalaga... —Sacando su lengua con disgusto, mientras, Tikki rodaba los ojos con frustración.

— ¡Plagg! —Con sus bracitos en jarra—. Te he mostrado pasteles, croissants, tartaletas, bombas rellenas de chocolate y avellanas, suspiros, galletas... Y todavía no te muestro la Crême brûlée... —Sacando su pequeña lengua, con expresión glotona—. Y de todo eso, ¿me dices que no te gusta nada?

«Aparte de ti, terroncito, nada de nada...»

­—Yep. —Encogiéndose de hombros.

— ¡Arg! ¡Eres exasperante!

«Y así te gusta... Admítelo.»

—Sí, lo sé, me lo dices a diario, Tikki... —Ella lo barrió con la mirada—. Mmm, no sé, supongo que me gustan las cosas más saladas...

— ¿Saladas? —Curvando una ceja—. ¿Cómo qué?

El ser felino ensanchó su sonrisa, tomando su propia canasta y quitándole la manta que tenía encima. Una mueca de asco invadió todo el rostro de la pequeña moteada al ver lo que contenía en su interior.

— ¡Tarán! Te presento las razones de mi vivir diario... —Con un brillo especial en sus ojos, al ver esos manjares—. ¡Esto sí que es una delicia!

«Bien. A Plagg le gusta más un montón de queso que yo. Normal. No es como si me doliera ni nada...»

—Ya veo...

—Eso es un elixir de la vida, Tikki... Mira, estos son mis preferidos... —Cargándolos todos con sus manos, levitando frente a la moteada—. El cotija, el queso azul, el parmesano, y mi favorito de todos los tiempos... —Solándolos todos, para sacar una gran rueda de queso—. ¡El camembert! Ten, prueba, ¡es delirante!

—Amm, yo... —Alejándose un poco, no muy convencida—. Estoy bien...

«Ni loca comeré eso...»

— ¡Vamos! —Rechistó, acercándose más con el lacticinio—. Me rogaste por medio siglo para que probara algo... Dulce... —Al decir esta última palabra, su cuerpecito dio un ligero temblor.

«Yawk, el dulce es... Dulce. No guta...»

—Y no lo hiciste... —Cruzándose de brazos, dándole la espalda—. Lo dulce es mejor...

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now