06. DISCUSIONES Y ESGRIMA

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— ¡Adrien no es tuyo! —Tomándola de los hombros, zarandeándola.

— ¡Claro que sí! —Empujándola de sí, sacudiendo su ropa.

— ¡Qué no! —Cruzándose de brazos.

— ¡Arg! —Soltando un grito malcriado, repiqueteando los pies en el suelo.

Esos eran los únicos argumentos que tenían la hija del acalde y la practicante de esgrima. Desde que Chloe vio la foto de la azabache posteada en Instagram con Adrien, perdió los estribos. Y Kagami, cuando se enteró de la cercanía que había entre la rubia y el modelo por su fuerte amistad desde que eran niños, le hirvió la sangre, y se celó de inmediato.

Se odiaban. Debían reconocerlo. No se soportaban. Cualquier minúsculo detalle que tuviera que ver con Adrien, se convertía en la tercera guerra mundial. Kagami ya había amenazado antes a Chloe, y aunque al principio ella se intimidó considerablemente (Lo que es increíblemente raro), con el paso de los días, y viendo lo cercana que se iba volviendo su amistad con su chico soñado, se armó de valentía, encarándola.

Y sí, se declararon la guerra.

Nadie las haría cambiar de opinión. Ambas defendían su derecho de poseer al rubio, que era ajeno a aquellas discusiones. No existía la lógica en esos debates. Ningún argumento válido, ninguna prueba sólida, nada de una charla cordial exponiendo su punto de vista. Sólo gritos. Y ofensas muy vagas.

— ¡Niña mimada! —Burló, sacándole la lengua.

— ¡¿Qué dijiste?! —Dándose la vuelta, con los brazos en jarra—.  ¡No te llega oxígeno al cerebro por ese ridículo corte de cabello!

— ¡¿Cómo?! —Acariciando su propio cabello—.  ¡Si tienes tanto estilo como mi abuelita! ¡Rubia oxigenada!

Así eran sus discusiones, una más divertida que la anterior. Compuestas en su mayoría por resoplos, gritos de ira ahogados, y murmureos entre dientes. Y es que los demás estaban acostumbrados al verlas así. Las veían discutiendo y ni siquiera las separaban, solo seguían su camino. Algunos incluso se quedaban a cierta distancia, entreteniéndoles lo absurdas que pudieran llegar a ser.

—Chloe, entiende de una vez... —Bufando con entereza, antes de proseguir—. ¡Adrien me ama a mí!

— ¡Eso no es cierto! —Intimidándola, tocándola con su dedo índice—.  ¡Yo soy su chica ideal!

—Mira, Chloe... — Tomándose el puente de la nariz con frustración—.  Tal vez te creas especial porque eres hija del alcalde... Pero eso a mí me importa un mísero cacahuate. —Acercándose a la rubia en pose desafiante—. Y entiende, no quiero verte cerca de Adrien, ¿De acuerdo?

— ¡¿Disculpa?! ¿Quién te dio el derecho de hablarme así? —Empujándola con fuerza, haciéndola tambalear—. Para tu información, la que estuvo con Adrien desde que éramos unos pequeños adorables niños... Y tú —Sacudiendo su hombro soberbiamente—, no puedes hacer nada para cambiarlo..

— ¡Claro que no!

— ¡Que sí!

— ¡Ridículo! —Tratando de alejarse con paso brioso— ¡Absolutamente ridículo!

—Esto es absurdo... —Riendo con superioridad— Entiende, Adrien...

— ¡Ama a Ladybug!

Eso fue lo que gritó Nino mientras iba pasando cerca de ellas. Si bien le causaba gracia verlas discutir, añadió ese pequeño detalle a la situación para ver qué se desenvolvía en la escena. Lo hizo con malicia, y un toque de jocosidad.

Ambas féminas quedaron estáticas, fuera de sí, por las palabras del Dj. Sopesando el dicho del joven, incrédulas. Comprendiendo a regañadientes a lo que se enfrentaban, y entendiendo que nunca estarían al nivel de una súper heroína como Ladybug. Aunque ninguna de las dos le guardaba resentimiento a la heroína escarlata, sentían envidia de que fuera ella quien capturara el amor del de mirada esmeralda. Resignándose a que quedarían solas de por vida.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now